El otoño es la época en la que las personas regresan a sus rutinas tras las vacaciones y, como resulta típico en los nuevos comienzos, se propagan las buenas intenciones, como empezar a comer de forma más saludable, hacer ejercicio o perder peso. No obstante, en el intento de cumplir estos propósitos muchas personas acaban introduciéndose en una eterna dieta, pero sin lograr resultados reales y a largo plazo.
La fórmula más simple es comer menos y, tras los excesos del verano, esto puede tener efectos a corto plazo, aunque “si no se cambia la relación que tenemos con nuestra alimentación no se conseguirán reducciones de peso sostenibles a largo plazo”, afirma Elena Pérez Montero, nutricionista del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
Según explica la especialista, cambiar la forma de relacionarse con la comida no significa “dejar de comer sin más, sino que se pueden incorporar alimentos que produzcan más saciedad y que sean bajos en calorías o adaptar las reducciones en la ingesta a la actividad diaria”. Esto resulta de especial importancia en las personas con problemas de obesidad y sobrepeso, que ya suponen, según el Ministerio de Sanidad, uno de cada cinco adultos en España.
Quizá la mayor dificultad de este proceso es que no sólo requiere realizar cambios en los hábitos alimenticios, sino mantenerlos. “Para todo ello es vital un estudio personalizado y el apoyo de un nutricionista que analice en todo momento la situación en la que se encuentra la persona que quiere bajar de peso”, afirma la nutricionista del Hospital Quirónsalud Madrid. En este centro disponen del programa Aprende a comer en dos meses, "una serie de consultas con el nutricionista que ayudan al paciente a realizar cambios en su alimentación y le ofrecen apoyo en los cambios en su estilo de vida para que sepan que hay un profesional que le acompaña en este viaje para que esta reducción de peso se adapte a sus circunstancias y se mantenga en el tiempo".
Las herramientas necesarias para aprender a comer
Carlos Marcos, paciente del programa, cuenta que, antes de empezar, su sobrepeso le causaba “cansancio y dificultad de movimiento. Llegué a una situación que me hizo pensar que no podía seguir de la misma manera. Yo sentía la necesidad de contar con alguien que me ayudase a no volver atrás, que me enseñase a alimentarme”. Gracias al programa, Carlos logró bajar 65 kilos de peso, “con mucha fuerza de voluntad, con paciencia y con ayuda nutricional”.
En muchas ocasiones, la incapacidad para bajar de peso se debe a factores externos al paciente. Desde el propio desconocimiento de que sus hábitos son contraproducentes, a circunstancias económicas y sociales que tampoco se pueden ignorar. Por ello, el plan sobre el que se estructura el programa de nutrición de Quirónsalud permite al paciente realizar cambios en su estilo de vida a través de una alimentación reglada y actividad física, pero “también ofrece opciones para cuando los pacientes tienen compromisos que les obligan a comer fuera de casa”, explica la nutricionista.
En la sucesión de consultas del programa Aprende a comer se realiza una completa anamnesis del individuo, mediante un cuestionario de hábitos alimenticios y estilo de vida, la historia clínica y el cálculo de sus medidas antropométricas. Con toda esa información, el equipo de nutricionistas diseña una estrategia personalizada para cada paciente que incluye menús semanales (adaptados también a los gustos y objetivos del paciente, con productos de temporada y recetas de cocina sencillas) y un programa de actividad física. Los especialistas de Quirónsalud ofrecen las herramientas necesarias para bajar de peso, aunque al final es el paciente quien debe poner la disciplina.
"En ocasiones existen personas que quieren bajar de peso y que, pese a que siguen adecuadamente su dieta, no lo consiguen. En estos casos debemos investigar cuáles pueden ser las causas; a veces, su consumo de agua puede ser bajo o incorrecto o sus porcentajes de músculo y grasa descompensados”, argumenta la doctora Pérez. Para averiguar qué puede estar fallando, los especialistas disponen de instrumentos como las básculas de bioimpedancia, que proporcionan información detallada sobre cómo se distribuyen el músculo, la grasa y el agua dentro del cuerpo.
Según explica la nutricionista, “las básculas de bioimpedancia nos ofrecen porcentajes de grasa y músculo en tronco, brazos y piernas y ayudan a conocer si el descenso de peso se está produciendo de forma equilibrada. Para bajar de peso no sólo se debe insistir en el número de calorías totales consumidas, sino también en si la ingesta de agua es adecuada o si el metabolismo de la persona que quiere bajar de peso es el correcto. Cuanta más información tengamos, más podremos personalizar la intervención dietética". De este modo, los especialistas del programa pueden determinar qué estructuras están mejorando o si hay zonas en las que deben hacer mayor hincapié.
El programa Aprende a comer en dos meses permite abordar los problemas de peso desde todas las perspectivas -alimentación, actividad física y elementos ambientales- y ofrece al paciente "una sensación de estructura que le ayuda a implementar esos cambios. Así, se da cuenta de que le resultan mucho más sencillos y que poco a poco va convirtiendo su cuerpo en un aliado”, resume la nutricionista Elena Pérez.