Saul Martínez-Horta, neuropsicólogo del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

Saul Martínez-Horta, neuropsicólogo del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Planeta

Salud

Saul Martínez-Horta, neuropsicólogo: "Estamos fatigando al cerebro de una manera brutal"

"Estamos fatigando al cerebro de una manera brutal" / "Decir que la demencia se debe a la edad es negligente" / "Hay un sobrediagnóstico de TDAH porque no se conoce"

17 diciembre, 2023 02:20

Es fácil desesperarse con uno mismo. Con más frecuencia de la que nos gustaría, nos olvidamos de qué andábamos buscando cuando llegamos a la cocina o del nombre de aquel famoso del que estábamos hablando. Estas situaciones que tanta rabia nos dan y que, incluso, nos hacen cuestionarnos nuestra salud mental, son más normales de lo que pensamos. Nuestro cerebro es así —aunque nos cueste aceptarlo— e, incluso, toparnos con lo que nos puede parecer una aparición fantasmal, tiene una explicación.

Para reconciliarnos con este órgano, el neuropsicólogo Saul Martínez-Horta ha escrito ¿Dónde están las llaves? (GeoPlaneta, 2023). Este experto, que trabaja en el Hospital Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y es director de la Unidad de Neuropsicología del Centro de Diagnóstico e Intervención Neurocognitiva, aplica el enorme conocimiento que hemos adquirido en los últimos años sobre el cerebro a los momentos más cotidianos y distingue aquellos que deberían preocuparnos de los que son completamente normales.

"El cerebro humano es un órgano único que, como tantas veces se ha enfatizado, representa uno de los sistemas más complejos que existen en la naturaleza", explica Martínez-Horta al comienzo de su libro. "Esta complejidad, así como las limitaciones que nos impone nuestra capacidad para comprender —que no es infinita—, son responsables de que hoy en día muchos aspectos relativos a cómo el cerebro da lugar a todo aquello que configura nuestra naturaleza siga siendo un misterio".

Llegar a la cocina y no saber a qué íbamos, perder un objeto que acabamos de tener en las manos, todos tenemos estos olvidos varias veces a la semana, ¿cuándo deberían preocuparnos?

El fenómeno del olvido es un proceso absolutamente natural y necesario. De hecho, nuestro cerebro funciona de una manera en la que olvidar se considera un signo de salud. El problema es cuando estos olvidos empiezan, persisten y empeoran; cuando estos olvidos no son puntuales, ni se dan en un contexto en el que nos sentimos cansados o estresados. Cuando estos olvidos impactan en tu funcionamiento diario de una manera evidente, incluso cuando se trata de casos muy sutiles, pero van a más y molestan. No tienes por qué tener una enfermedad, pero sí hay que asegurarse de saber por qué suceden. En muchos casos será algo benigno, pero merece la pena revisarlo por si acaso.

¿Están relacionados con la edad siempre?

El fenómeno del olvido, o lo que uno tiene la impresión de lo que es un olvido, puede ser secundario a fallos de muchos procesos de los que se nutre la memoria. Algunos sí que son más susceptibles de fallar con la edad que otros. Los olvidos que se producen por falta de atención son muy propios en personas jóvenes, muchas veces por cómo vivimos. El estilo de vida actual distrae en muchos casos la atención. Hay otro tipo de olvido más propio de las edades avanzadas en el que las personas recuerdan muy bien acontecimientos que han tenido lugar hace mucho tiempo y tienen dificultades para recordar hechos recientes. Aunque la edad no es la culpable, cuando estos últimos olvidos se instauran, sí que es un motivo para investigar por qué están sucediendo.

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Cuando no nos sale el nombre de un famoso o de una película recurrimos rápidamente al móvil, ¿merece la pena hacer el esfuerzo de acordarse?

Es una pregunta muy buena que nos hacemos todos, pero que no tenemos respuesta basada en el conocimiento científico. A priori uno podría pensar que el uso de la tecnología no va a cambiar el funcionamiento del cerebro, que lleva millones de años evolucionando. Pero, por otro lado, sabemos que este sistema se nutre de cómo lo exponemos a estímulos. Es cierto que cuando desprendemos al cerebro de ejercicios, como el cálculo o el recuerdo, y utilizamos trucos como el móvil parece que se pierde cierta agilidad. En mi opinión, el cerebro es el resultado de haber estado expuesto a una contínua estimulación y, por eso, usar el cerebro para lo que la evolución lo ha construido es lo más sano que podemos hacer. Eso no significa que eventualmente no podamos usar un recurso del siglo XXI, pero es más saludable emplear recursos propios.

¿El estrés de la vida actual y la hiperestimulación de los móviles aumentan los olvidos?

En realidad, el olvido es muchas veces una falsa sensación, porque para olvidar primero hay que aprender. Lo que sucede a menudo es que nunca has llegado a aprender, porque, para que se dé el fenómeno del aprendizaje, antes tienen que producirse unos procesos y uno de ellos es la atención, que es la antesala del recuerdo. La capacidad de atención humana es muy limitada e involuntariamente no nos damos cuenta de cómo la mantenemos muy saturada de forma continua. Pensamos que aprendemos porque sí. Esto explica muchos fenómenos cotidianos de olvido. 

Entonces, ¿olvidamos más que nuestros antepasados que no tenían tanta tecnología?

Supongo que lo que olvidamos con más frecuencia que nuestros antepasados son otros tipos de información. Posiblemente nuestros antepasados lidiaban con menos eventos, así que si sumas el conjunto de eventos y lo que recordaban es probable que esté igualado. Pero en nuestro caso estamos expuestos a contínua información que nos mantiene inmersos en nuestra actividad cotidiana real y también en la ficticia del teléfono, es una barbaridad. De todo lo que recibimos recordamos mucho, pero eso no quita que desde un punto de vista de salud cognitiva nos estemos fatigando de manera brutal sin darnos cuenta.

Brad Pitt confesó el verano pasado que padecía prosopagnosia, un síndrome que describes en el libro, ¿cómo es observar el mundo con el cerebro de este actor?

Es un síndrome neuropsicológico que está más relacionado con la percepción y el reconocimiento que con la memoria, pero es curioso porque refleja cómo de especializadas están algunas regiones y algunos procesos del cerebro para procesos muy concretos. Procesamos las caras de una manera totalmente distinta a cualquier objeto, así que, cuando fallan los circuitos encargados, se dejan de reconocer los rostros, pero se reconoce cualquier otro objeto.

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Brad Pitt confesó tener prosopagnosia, pero yo lo pongo en duda. Normalmente se producen después de un daño cerebral y no son lo que mucha gente piensa. No se trata de no recordar cómo se llama alguien, es que estas personas no ven caras. Literalmente, el paciente describe que al ver una cara no ve en ella ni los ojos, ni la nariz, ni la boca, ve una cara lisa. Eso es la prosopagnosia en todo su esplendor. Puede que Brad Pitt la tenga, pero pienso que es más probable que tenga prosopamnesia, que significa que alguien te saluda y dices "no tengo ni idea de quién es". Eso es un fallo entre la memoria, el conocimiento y la percepción.

En este libro has expuesto que las experiencias cercanas a la muerte, las parálisis del sueño y otras experiencias que pensamos que son paranormales tienen una explicación científica, ¿un buen neurocientífico puede creer en la vida después de la muerte?

Absolutamente. Tengo compañeros en el hospital que son personas con un bagaje en neurociencia y un nivel intelectual extraordinarios y son personas profundamente creyentes. La experiencia de lo místico, lo paranormal es algo muy anclado en el ser humano y eso no tiene tanto que ver con la ciencia. La ciencia intenta entender, no explicar. Yo no intento cuestionar la existencia de estos fenómenos. Obviamente, desde la ciencia es mucho más complejo asumir ciertas creencias, pero para mí lo interesante no es decir si algo existe o no existe, sino qué provoca eso. Las experiencias cercanas a la muerte existen, pero ¿qué son? La experiencia de contacto con la divinidad y el éxtasis existe, pero ¿qué es? Esa es la pregunta y lo que a mí me gusta trabajar desde una perspectiva basada en la neurociencia.

¿Cómo de susceptibles somos todas las personas a tener una experiencia paranormal?

La posibilidad de que una persona haya podido tener una alucinación visual y que, en función del contenido de la alucinación, se considere paranormal es bastante alta. El problema es que hay un tabú que vincula estas experiencias con la locura. Mucha gente no cuenta experiencias que ha tenido por miedo a contarlas, pero tenerlas no significa que tengas una enfermedad. Es una consecuencia de cómo funciona el cerebro y explicar esto hace que la gente se anime a contarlas. Hay una cantidad inmensa de personas que han tenido una experiencia de este tipo: el número de personas que en Estados Unidos afirman haber sido abducidas por extraterrestres supera el millón de personas. Puede que esto no sea ni siquiera una alucinación, sino una falsa reconstrucción de un recuerdo.

Comentas en el libro que las personas con demencia con cuerpos de Lewy pueden presenciar estas visiones sobrenaturales, ¿qué otros pacientes las tienen habitualmente?

Depende mucho de la trayectoria de la enfermedad, de a qué parte o a qué procesos del cerebro afectan y qué experiencias desencadenan. En la demencia con cuerpos de Lewy es fácil que se produzcan experiencias supuestamente paranormales: hace poco una paciente me narró unas experiencias dignas de un libro sobre eventos paranormales en una casa. Hay epilepsias que según la zona en la que se produzca la crisis en vez de una convulsión se produce una experiencia mística o un éxtasis religioso. Esto ocurre en algunos tipos de epilepsia lóbulo temporal donde la persona narra un contacto con la divinidad. De hecho, hoy sabemos que a lo largo de la Historia muchas personas notables que contribuyeron al desarrollo de creencias o religiones eran personas con epilepsia. Las parálisis del sueño, algunos tipos de migraña e infinidad de procesos pueden afectar así al cerebro.

Pero no hace falta tener una enfermedad para tener una experiencia paranormal…

Ese es un matiz que me parece muy importante recalcar porque muchas personas se toman a mal cuando relacionas cerebro con este tipo de experiencias. Creen que es un sinónimo de enfermedad y les digo que no, que el lenguaje es un fenómeno del cerebro, pero no es una enfermedad, sino una consecuencia de cómo funciona. Muchas experiencias que podamos tener por complejas que sean, son una experiencia de lo que hace un cerebro y no pasa nada. ¿Qué significado le atribuye el ser humano a esas experiencias? Yo ahí ya no entro, eso ya es cosa de la cultura de cada uno. Desde la neurociencia, sabemos que el cerebro ha contribuido a la experiencia.

Has escrito que la demencia senil no existe, ¿por qué?

Lo digo porque es así. El concepto de demencia senil es un juego de palabras mal empleado que define algo que en realidad no existe. La demencia no es una enfermedad, sino un síndrome que se define por un trastorno cognitivo lo suficientemente severo como para que la persona ya no pueda vivir por su cuenta. ¿Qué puede causar demencia? Una infinidad de cosas. Envejecer es un proceso natural, no una enfermedad. Si una persona mayor empieza a mostrar un trastorno cognitivo o instaura una demencia, no es la edad la causa de ello. Es alguna enfermedad relacionada con la edad que está provocando el cuadro de demencia. Cuadros demenciales puede haber mil, pero no es simplemente la vejez. Banalizar esto, normalizar que las personas mayores tienen demencia sólo porque son mayores es negligente.

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¿Merece la pena investigar la causa?

Absolutamente. Yo suelo decir que todo el brillante esfuerzo que hacemos cuando nacemos y mientras somos jóvenes para garantizar tener salud más adelante, no podemos dejarlo al terminar. Hay un montón de personas mayores con problemas de salud mental aisladas, solas, con trastornos cognitivos cuyas familias dicen que es algo normal porque es mayor, se quedó viudo y ya no tiene trabajo. Pero, ¿cómo va a ser normal? ¿esto lo harías con un adolescente?

Hablando de adolescentes. También dices que el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se diagnostica demasiado.

El TDAH es un síndrome muy mal definido, el nombre es muy malo. Es un problema del desarrollo y no una enfermedad y tiene unas características neurobiológicas inherentes al problema. Los síntomas del TDAH pueden aparecer por una infinidad de cosas: una persona con depresión puede tenerlo, un niño que duerme poco y, por supuesto, quienes tienen TDAH. Hay un sobrediagnóstico de TDAH porque hay poco conocimiento de lo que es y lo que no es. Esto es una realidad incuestionable. 

La neurobiología del TDAH explica un fenómeno muy interesante que es la respuesta paradójica del cerebro. Cuando a un niño hiperactivo, cuya hiperactividad motora es secundaria a un TDAH, le das un estimulante, se relaja. Pero cuando a una persona que no es hiperactiva le das un estimulante, se pone nerviosa. Muchos adultos también lo comprueban cuando, queriendo sin querer, se han expuesto a algunos estimulantes no legales. Te dice que ha probado la cocaína y que nunca ha estado mejor: trabaja súper bien, está muy centrado. Sus amigos, en cambio, iban todos como locos. Esta respuesta paradójica es muy típica del TDAH y, por eso, hay que diagnosticar bien. Pero, vamos, estos medicamentos no son peligrosos si se administran bien. Hasta un paracetamol es peligrosísimo si no se sabe administrar.