El 24,4% de los jóvenes españoles ve porno con violencia física: accede a él a los 13 años de media
El Gobierno pretende aprobar una ley para proteger a los menores de la pornografía. Los psicólogos piden una mayor educación sexual.
16 enero, 2024 01:45El papel de la tecnología en la salud mental y el bienestar de los jóvenes copa de manera habitual los titulares de la prensa española. En los últimos meses, decenas de informes han denunciado sus potenciales daños. Así, la pornografía online se encuentra en el ojo del huracán debido al rol trascendental que ha tenido internet en el acceso de menores a todo tipo de contenidos sexuales explícitos.
Los datos son alarmantes. Según el último informe Juventud y pornografía en la era digital: consumo, percepción y efectos, elaborado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud, un 24,4% de jóvenes españoles consume con frecuencia contenidos pornográficos que muestran violencia física y/o verbal. Además, la edad media a la que acceden se sitúa en los 13 años.
Ante estas cifras alarmantes, los políticos empiezan a tomar cartas en el asunto. "Generar entornos digitales seguros para nuestras niñas, niños y adolescentes es uno de los objetivos del ministerio". Con estas palabras, la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, confirmaba a través de su cuenta de X (antes Twitter) la intención del Ejecutivo de crear una ley especial para proteger a los menores del impacto que está teniendo el porno en sus vidas. "Por ellas y ellos, estaremos a la altura como país", terminaba el mensaje.
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Sus palabras guardan relación con las del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que estos días tildaba de "auténtica epidemia" el acceso de los menores a contenidos pornográficos y apuntaba a la creación de un pacto de Estado para proteger a los menores de internet y las redes sociales.
Cuál es el perfil
Hasta un 66,8% de los adolescentes españoles entre 14 y 18 años ha consumido pornografía al menos una vez en su vida. Así lo revela el Informe sobre adicciones comportamentales y otros trastornos adictivos que publicó a finales del pasado año el Plan Nacional Sobre Drogas (dependendiente del Ministerio de Sanidad). "El consumo de pornografía en jóvenes está tan generalizado que seguramente no habrá ningún chico que antes de los 18 diga 'yo nunca he visto porno'", indica a EL ESPAÑOL José Luis García, psicólogo clínico, sexólogo y autor del libro Tus hijos ven porno, ¿qué vas a hacer?.
La cifra de Sanidad es muy similar a la que aporta el informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, elaborado por Save the Children. Según éste, el 62,5% de los adolescentes ha visto pornografía alguna vez en su vida. El porcentaje, no obstante, esconde una diferencia considerable entre géneros: un 87,5% de los chicos respondió afirmativamente, frente al 38,9% de las chicas.
García reconoce que las chicas consumen menos porno que los chicos, pero cree que la brecha desaparecerá en los próximos años: "La industria del porno ya está realizando vídeos para mujeres, teniendo en cuenta que representa el 50% del mercado". El sociólogo Alejandro Gómez discrepa en que pueda ocurrir eso. "El perfil sigue siendo predominantemente masculino", sentencia.
Gómez ha participado en la citada investigación de Fad Juventud, elaborada con ciudadanos de entre 15 y 29 años, que muestra cómo el 22,4% de los chicos ven porno todos los días, frente al 2,1% de las chicas. Además, ellos acceden antes a la pornografía que ellas. La mayoría de los estudios coinciden en que el primer contacto con la pornografía se produce alrededor de los 13 años. En el caso de las chicas, se da entre los 13 y los 14 años. En los chicos entre los 12 y los 13.
Qué efectos tiene
Los efectos de estas cifras no son inocuos. Como explica Guillermo Fouce, doctor en Psicología y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, "la pornografía en internet ha venido a sustitur el diálogo y la educación sexual", lo que tiene consecuencias sobre el desarrollo de niños y jóvenes. "Piensan que lo que ven en esa pornografía, en esas pantallas es la realidad, con la salvedad de que los vídeos más vistos manifiestan sumisión de la mujer y violencia", continúa.
Tal y como expone la investigación de Fad Juventud, uno de cada cuatro jóvenes que admite ver pornografía confiesa que tiene preferencia por visualizar relaciones sexuales con violencia física o verbal. El 16% lo hace con "mucha violencia y humillaciones". Mientras, un estudio español elaborado por profesionales de la Universitat de les Illes Baleares concluía que existe una relación entre esta nueva pornografía y las prácticas no normativas o de riesgo.
"Los niños y niñas que han aprendido sexo a través del porno, lo han convertido en el manual de instrucciones de sus prácticas sexuales", coincide García. "Esto es muy peligroso, porque estamos hablando de niños y niñas con un cerebro en construcción". Al respecto, un dato relevante. En base a una investigación de JAMA Psychiatry, un elevado consumo de pornografía se asocia con pérdida de materia gris cerebral.
La invisibilización del condón
Desde el Gobierno de España han manifestado que la nueva norma tiene motivación en los efectos demostrados del porno con una distorsión de la sexualidad y comportamientos sexuales inapropiados. La inquietud no es sólo patria. Ya en 2016 un trabajo del Colegio Americano de Pediatras concluía que su consumo en edades tempranas está relacionado con diversos efectos negativos para la salud física y emocional.
En la primera dimensión, se menciona el hecho de que no se pueda conseguir una erección si no se visualiza previamente dicho contenido. También se alude a algo que tanto Fouce como García señalan: la "invisibilización del condón". Conlleva problemas como embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual. Esto último, por cierto, un drama en auge entre los adolescentes españoles.
En cuanto a la dimensión emocional, el estudio desglosa diversos efectos, como mayores tasas de depresión y ansiedad y desarrollo de comportamiento violento. "Pensar que en la práctica habitual el sexo y el amor es como aparece en la pornografía y luego ver que la realidad no se parece nada a eso produce mucha frustración", indica Fouce.
Asimismo, un estudio publicado el pasado agosto en The Journal of Nervous and Mental Disease discernía que a menudo los usuarios de pornografía online sufría sentimientos de "culpa y vergüenza" por el tipo de contenido que visualizaban, lo que les inducía estrés y ansiedad.
María del Carmen Orta, en la esfera psicológica, también habla de problemas de adicción: "La relación se produce tanto con el contacto con la pornografía a edades muy tempranas, como con el hecho de no trabajar la deconstrucción de esas imágenes", argumenta la coautora del estudio Nueva Pornografía y cambios en las relaciones interpersonales. Aunque su potencial adictivo es importante, Orta recuerda que no existe una robusta evidencia científica.
Tampoco hay una relación de causa-efecto entre la pornografía y el aumento de delitos sexuales en jóvenes. No obstante, como apunta García, un consumo precoz y abusivo de la pornografía violenta va a tener efectos en la construcción de la idea sexual: "En estos vídeos, el hombre ejerce la violencia en su mayoría, y la mujer es la sometida".
"No se puede afirmar con rotundidad, pero sí que influye en cómo la pornografía puede rerproducir la violencia", añade Gómez. De hecho, según el citado informe de Fad Juventud, la mirada a la hora de valorar la presencia de violencia varía mucho en función del género: un 41,7% de las mujeres jóvenes afirmaron que era habitual encontrarse con contenidos que incluyen violaciones o abuso sexual, frente al 25,5% en el caso de los hombres jóvenes.
Educación sexual, la clave
Todos los expertos consultados coinciden en que la clave para poner fin a este asunto —más allá de restricciones y sanciones a proveedores de pornografía— es una mayor (o mejor) educación sexual en nuestro país. Pese a las recomendaciones internacionales y a las diferentes leyes que instan a su desarrollo, como denuncian desde la Red por una Educación Sexual y Comunitaria, esta materia lleva más de 30 años serpenteando por distintos trámites jurídicos.
"Se debería trabajar en educación sexual, en la diferencia entre mito y realidad, en dar a los jóvenes fuentes de información realista", declara Fouce. Y es que, como apunta Gómez, hay casos en los que el primer contacto con la pornografía se da a los ocho años. Por ello considera que la educación sexual debería impartirse en Primaria "para adelantarse al porno".
"Esto ha ocurrido siempre, sólo que ahora es más evidente porque antes no había Internet, antes no había porno violento gratis. Ahora, sí", concede García. "Los padres tienen que tomar decisiones, las escuelas y el Gobierno, también. No podemos seguir así. No podemos seguir aceptando que la pornografía violenta sea el referente educativo de nuestros menores".