Europa atraviesa una situación crítica con el sarampión. Según los Centros Europeos para el Control y la Vigilancia de Enfermedades (ECDC), 22 países notificaron casos durante 2023, la mayoría concentrados en Rumanía (1.687), Austria (172), Francia (111), Alemania (72) y Bélgica (70). El último exponente de ello es Reino Unido, que vive en algunas zonas del país su peor momento desde 1990.
Es el caso de West Midlands, que acumula en estos últimos meses 216 casos confirmados y 103 probables. El país en total cerraba el año con 1.603 casos sospechosos, el doble de 2022 y cuatro veces más que 2021. La situación se ha tornado tan grave que algunos especialistas piden volver a vacunar a los adultos para frenar la transmisión del virus.
La tónica de Reino Unido es la misma que la del conjunto del territorio europeo. Según los últimos datos actualizados en la base de información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en esta región los casos han evolucionado de los 938 confirmados el año pasado a los 30.601 con los que cierra 2023.
[Del sarampión a la tos ferina: por qué vuelven a Europa enfermedades que se creían controladas]
"A menos que se tomen medidas urgentes, es probable que el virus se propague rápidamente en otras áreas con una baja aceptación de la vacuna MMR", alertaba este viernes en un comunicado la directora ejecutiva de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (Ukhsa, por sus siglas en inglés), Jenny Harries.
La experta acaba de poner el foco en el principal obstáculo que tiene la lucha contra el sarampión. En 1998, la Región de Europa de la OMS fijó el objetivo de eliminar el sarampión para el año 2010, pero las bajas tasas de vacunación de algunos países no sólo impiden alcanzar el objetivo, sino que lo alejan cada vez más.
Un conjunto de factores
El problema responde a varios motivos. Como explica Diego García Martínez de Artola, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), el primero va asociado a los problemas causados por la Covid, una situación similar en casi todo el mundo. Según un estudio, unos 17 millones de niños se quedaron sin recibir la primera dosis.
También entran en juego los conflictos bélicos que han sucedido en los últimos años, como es el caso de Ucrania, y que han debilitado los sistemas sanitarios. Los expertos creen que la proximidad del país con Rumanía puede ser una explicación de la aparición de brotes en el país.
[La vacunación contra el neumococo en adultos no arranca en España: "Estamos lejos del 90%"]
El tercero guarda relación con su falsa asociación al autismo. En 1998, el médico inglés Andrew Wakefield publicó en The Lancet —una de las revistas más prestigiosas— un estudio que la implicaba en el origen del autismo. Aunque en 2010 la revista se retractó y reconoció la naturaleza fraudulenta del estudio, el daño ya estaba hecho.
Como demuestran los datos ofrecidos por el Ukhsa, las tasas de vacunación cayeron en picado en el país. A día de hoy, el 89,9% de los niños ha recibido su primera dosis, pero el porcentaje baja al 85,6% en el caso de la segunda. En Londres, incluso, las coberturas son más bajas, del 82,5% y 74,1%, respectivamente. Las cifras están muy por debajo de lo deseado para lograr una correcta inmunidad de la población, es decir, igual o mayor al 95%.
Las personas que no recibieron la vacuna de niños, de adultos se han convertido en un importante problema, pues además de enfermar son un gran reservorio para el virus y pueden enfermar cuando los pequeños son más débiles.
Según aclara García Martínez de Artola, los recién nacidos suelen estar protegidos por los anticuerpos que les pasa la madre —en el caso de estar inmunizada— pero de seis a doce meses, periodo entre una dosis y otra, "los anticuerpos caen y ahí hay un pequeño grupo que puede ser más susceptibles al virus".
[Guía para saber si me tengo que vacunar del sarampión si tengo entre 40 y 50 años]
"Un poco más adultos se dan situaciones, sobre todo en aulas, en las que coinciden varias personas que no están vacunadas o no han generado anticuerpos suficientes y se da un brote", prosigue el médico sobre la necesidad de tener a toda la población correctamente vacunada.
Vacunar adultos, proteger a niños
Por eso, una de las medidas propuestas Ukhsa, es el refuerzo de las ofertas de vacunación oportunista en todos los niveles del sistema sanitario dirigidas a la población adulta, además de activar en el corto plazo un programa de vacunación de rescate en el área de Londres para adolescentes y adultos jóvenes, las víctimas más probables del conocido efecto Wakefield.
"Al reforzar la inmunidad de los adultos, se reduce la probabilidad de una infección asintomática y se evita que un adulto se convierta en portador involuntario. La triple vírica en adultos puede ayudar a restaurar parte de la inmunidad colectiva que se ha perdido debido a las dudas sobre las vacunas", escribe Derek Gatherer, experto en vacunas y profesor de la Facultad de Salud y Medicina de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), en un artículo publicado en The Conversation.
"Incluso si un adulto recibió la triple vírica cuando era niño o sobrevivió a un ataque de sarampión en los días previos a la vacunación, su inmunidad puede disminuir", describe. Aunque la mayoría de las personas desarrollan una inmunidad para toda la vida gracias a la vacuna, un estudio publicado en Human Vaccines & Immunotherapeutics confirmó que había casos en los que se iba reduciendo pasados unos 15 años desde la inoculación.
A la par, una revisión publicada en 2019 en The Lancet Global Health, que analizaba los casos reportados por la OMS de sarampión desde 2013 a 2017, encontró que entre los 626.289 casos de sarampión analizados, 38.677 (el 25%) ocurrieron en personas que habían recibido dos dosis de vacuna.
El caso de EEUU
La hipótesis que lanzaban en este caso los autores es que en países con altas coberturas mantenidas de vacunación la ausencia de circulación del virus salvaje provoca que la inmunidad postvacunal vaya decayendo por falta de estímulo inmune.
Ese mismo año, Estados Unidos se planteó administrar una dosis de refuerzo a toda su población adulta para frenar el brote de sarampión que vivían en aquel momento. No lo llegaron a hacer y, de momento, todo son propuestas e hipótesis, pero el último boletín publicado por los ECDC muestra una gran preocupación por lo que está ocurriendo con esta enfermedad, sobre todo en Reino Unido.
No hay que olvidar que, aun con todas las herramientas que contamos, el año pasado esta enfermedad acabó con la de vida 136.000 personas. La mayoría de ellas eran niños.