Asier Sáez-Cirión es jefe de la Unidad de Reservorios Virales y Control Inmunitario del Instituto Pasteur.

Asier Sáez-Cirión es jefe de la Unidad de Reservorios Virales y Control Inmunitario del Instituto Pasteur. François Gardy Institut Pasteur

Salud

Sáez-Cirión, el español que busca la cura del SIDA: "Un día se vivirá con VIH sin antirretrovirales"

"Hay muchos científicos brillantes en España que hacen milagros con los recursos que tienen" / "La opinión de un científico no tiene el mismo peso que la de alguien que ha escuchado un rumor" / "Existe el riesgo de que nos alejemos del objetivo de dar por terminada la epidemia del VIH" / "Llevamos 40 años fracasando con el estigma del VIH"

4 agosto, 2024 01:38

Ahora mismo, Asier Saez-Cirión (Portugalete, 1975) es una rara avis. Es español y está en París. Pero ni va a participar en los JJOO ni se ha marchado allí para verlos. De hecho, lleva ya tiempo en la capital francesa. Para ser exactos, han pasado más de 20 años desde que este licenciado en Bioquímica comenzara su andadura en el prestigioso Instituto Pasteur, donde ansía hallar una potencial cura para el VIH.

Sería exagerado decir que lleva desde pequeño con este sueño en mente. Sí que ha tenido claro siempre que quería ser médico. Pero "no de los que veían pacientes, sino de los que encontraban curas para los virus", como le decía con seis años a su abuela. Consiguió convertir "un juego de niños" en su trabajo. Presume, eso sí, que no está atado a la vocación cumplida.

Saez-Cirión atiende a EL ESPAÑOL después de que en la última Conferencia Internacional sobre el SIDA, celebrada recientemente en Múnich (Alemania), se haya dado a conocer al séptimo paciente curado de VIH. El jefe de la Unidad de Reservorios Virales y Control Inmunitario del Instituto Pasteur, que había participado en el que hasta ahora era el último caso exitoso (conocido como 'paciente de Ginebra'), entiende que sigue siendo algo "excepcional".

No obstante, es optimista con la remisión duradera a gran escala: "No sé si lo llamaremos cura del VIH. Pero sí me imagino un día en el que se pueda vivir con VIH sin tratamiento antirretroviral". Para ello, será necesario cumplir con varios requisitos.

En 2015, por ejemplo, Saez-Cirión aseguró que si se alcanzaba el objetivo del 90-90-90 (que el 90% de las personas con VIH estén diagnosticadas, el 90% de las personas diagnosticadas ya reciban tratamiento y el 90% de tengan carga viral indetectable), la epidemia del VIH estaría "completamente terminada para 2030". Casi 10 años más tarde, no es capaz de mantener esta afirmación: "No sólo no nos estamos acercando, sino que existe el riesgo de que nos alejemos".

Lleva en el Instituto Pasteur de París desde el año 2003. ¿Nunca ha tenido la tentación de regresar a España?

Sí que he tenido alguna oportunidad de volver a España. Pero, por un lado, las condiciones no eran las ideales. Y por otro, supondría casi empezar de cero. A mí ya no me motiva dónde vivir, sino dónde poder ser más eficaz.

Teniendo en cuenta que, además de en España y Francia, ha desarrollado parte de su carrera en Estados Unidos, ¿diría que los científicos españoles se encuentran entre los mejores del mundo?

En España hay muchos científicos muy brillantes que hacen milagros con los recursos que se ponen a su disposición. Ojo, que nosotros aquí también nos quejamos de nuestra situación. Pero en España estamos rezagados en investigación, no es una prioridad en España. Y si no hay una apuesta fuerte, no se pueden esperar resultados.

¿Influye la ideología de quien gobierne en el nivel de inversión científica?

Eso está muy claro. Y también creo que es una cuestión cultural. En España hay cambios en el gobierno que sí que influyen en el grado de inversión en investigación. Pero diría que nunca ha sido espectacular, independientemente del partido que haya estado en el poder. En otros países sí que se apuesta claramente por la investigación. Y aunque haya cambios en el gobierno, la investigación sigue teniendo un papel muy importante.

¿Le preocupa que haya algunos partidos que se sientan cómodos con discursos que niegan la evidencia científica?

Es un problema global, aunque en Francia lo vemos claramente. Es el país en el que se desarrollaron las primeras vacunas y hay un porcentaje muy alto de la población que es refractaria a las vacunas. Por eso creo que no sólo es importante invertir en ciencia, sino también en educación científica.

La sociedad tiene que comprender que no todo vale. No tiene el mismo peso la opinión de un científico que la de alguien que haya podido escuchar un rumor. Es cierto que la evidencia científica no tiene una certeza del 100%, pero trata de ser lo más certera posible.

En 2015 reconoció que si el objetivo del 90-90-90 se consiguiera, la epidemia de VIH estaría "completamente terminada para 2030". ¿A día de hoy mantiene esta apuesta?

Ese era el objetivo si se hubiesen conseguido esos niveles… Y claramente no se están logrando. Estamos bastante lejos. Desgraciadamente, la epidemia no estará controlada para 2030. Es más, no es que no nos estemos acercando a ese objetivo, sino que existe el riesgo de que nos alejemos si las inversiones y el compromiso decaen.

En la Conferencia Internacional sobre SIDA nos hemos enterado que hay una disminución en las inversiones internacionales en los planes de choque contra el VIH. La buena noticia la ha puesto un nuevo fármaco que puede tener una eficacia cercana al 100% en la prevención de la infección.

Además de en lo económico, ¿cree que en el ámbito social también ha caído la concienciación, que se le ha perdido el miedo al VIH?

Sí, creo que hay bastante desconocimiento. Hace tiempo que no estoy en España, pero aquí en Francia también lo vemos. Las campañas de sensibilización van desapareciendo, son las asociaciones las que tienen que llevarlas a cabo.

En Francia hacemos estudios anuales sobre el nivel de información sobre el VIH y vemos cómo aumentan de forma muy significativa los conceptos falsos. Hay un porcentaje importante de la población que piensa que sí que existe una cura contra el VIH. Probablemente eso hace que sí que se haya perdido algo de este miedo a la infección.

Usted participó en el caso del llamado 'paciente de Ginebra' [el sexto con el que se consiguió una remisión del VIH]. Para alguien que no esté familiarizado con esta materia, ¿cómo le explicaría lo que supone participar en un hallazgo tan excepcional?

Siempre digo que en nuestro laboratorio somos muy privilegiados porque hemos tenido la suerte de estar implicados en la caracterización de casos excepcionales; como, por ejemplo, el paciente de Ginebra. Pero también tenemos mucha responsabilidad. No puedes dar falsas esperanzas a los millones de personas con VIH que están esperando una cura. Esto no quita que sea emocionante el identificar una cura potencial del VIH, que es lo que tantos científicos estamos esperando desde hace muchísimos años.

Sáez-Cirión en el laboratorio del Instituto Pasteur en una imagen de archivo.

Sáez-Cirión en el laboratorio del Instituto Pasteur en una imagen de archivo. François Gardy Institut Pasteur

En su caso, ¿desde cuándo lleva esperando ese objetivo? ¿Ya desde pequeño soñaba con una cura potencial del VIH?

[Se ríe] No diría que desde pequeño soñara con curar el VIH. Sí que es verdad que con unos seis años ya le decía a mi abuela que iba a ser médico, pero no de los que veían pacientes, sino de los que encontraban curas para los virus. También recuerdo que con la misma edad escogí un microscopio en un sorteo para el Mundial de España 82 en el que podías escoger entre varios regalos. Así que la vocación viene de lejos.

¿Es una trampa que su vocación se haya cumplido?

No. Mira, el otro día estábamos acabando de montar el nuevo laboratorio y pensé "uf, ¿cuánta gente puede soñar con convertir un juego de niños en su trabajo?". Supongo que sucede con otras profesiones, pero cuando eres científico lo eres casi las 24 horas del día. Siempre le estás dando vueltas a algo en la cabeza. Pero soy un privilegiado.

¿El séptimo caso de "curación funcional", que se acaba de presentar en la Conferencia Internacional sobre el SIDA, demuestra que la curación del VIH puede ser cada vez menos excepcional?

Desafortunadamente por ahora sigue siendo excepcional. Lo que sucede es que antes eran casos muy aislados y ahora parece que se pueden reproducir. Y eso siempre es una gran noticia porque nos indica que sabemos al menos una forma en la que prácticamente se puede eliminar el VIH. Pero no será con la que se consiga acabar con la infección en todas las personas. El trasplante de médula ósea no es una vía hacia la cura, lo que ha hecho es casi oportunista. 

Tanto éste como el que presentamos nosotros hace un año tienen en común que, a diferencia de los cinco casos anteriores, se ha conseguido un trasplante de médula ósea en el que no está presente de forma completa la mutación CCR5 delta 32, que se pensaba que iba a ser imprescindible para obtener una remisión durable de la infección.

¿A día de hoy es imposible pensar en una cura del VIH?

Diría que no. Si entendemos por cura la eliminación completa de todas las células infectadas que están en el organismo, parece una tarea extremadamente compleja. Pero hemos visto que hay personas que pueden disminuir enormemente su reservorio viral gracias al trasplante de médula. No creo que se pueda conseguir una carga del reservorio más importante que con este tipo de tratamiento.

Pero lo que sí que vemos es que cada vez hay más casos de gente que es capaz de controlar el virus sin tratamiento antirretroviral. Nosotros seguimos una treintena de personas, que llamamos controladores después de tratamiento, que han sido capaces de mantener el virus indetectable después de interrumpir el tratamiento antirretroviral.

Y aunque son casos raros, llevan de media 20 años con una remisión durable de la infección. Y si esta treintena de personas lo ha conseguido, soy muy optimista en pensar que podremos conseguirlo a gran escala. No sé si lo llamaremos cura, remisión permanente o cómo, pero sí que me imagino un día en el que la gente pueda vivir con el VIH sin tratamiento antirretroviral.

¿Se aventura con una fecha?

No, no. El problema es que la investigación avanza poco a poco porque los estudios son lentos. Y esto hace que no se pueda avanzar tan rápido como nos gustaría. Pero sí que estamos en una época en la que hay más de 80 ensayos clínicos en curso en los que se están explorando estrategias curativas. En los próximos dos o tres años tendremos los resultados de muchos de estos estudios y esperemos que algunos nos apunten en una dirección realmente prometedora.

¿Ha cambiado el perfil de la persona con VIH?

No sabría decir si ha cambiado de forma muy clara. Todo el mundo puede infectarse por VIH, pero sigue habiendo poblaciones más expuestas. Y desafortunadamente, no han cambiado desde el principio. Además, sigue siendo muy estigmatizante.

¿A qué cree que se debe que siga existiendo ese estigma social?

Es difícil de saber. La principal razón de un estigma siempre es la ignorancia. Incluso hoy en día hay muchas personas que no saben que una persona con VIH que recibe tratamiento antirretroviral tiene cero posibilidades de transmitir el virus.

Yo siempre digo que tenemos dos barreras para acabar con la epidemia del VIH. La primera es la biológica, los reservorios virales que permanecen en el organismo. Y la otra es social, el estigma, la discriminación. Y en éste llevamos fracasando 40 años.

¿Por qué cree que en 40 años no hemos avanzado en ese aspecto?

Se han hecho avances pero no lo suficiente como para tener un impacto definitivo. Hay muchísimos ejemplos, y algunos muy cercanos. En Francia, por ejemplo, hasta hace muy poco tiempo una persona con VIH iba a tener muchísimos problemas para conseguir un seguro, un préstamo inmobiliario o incluso para recibir atenciones funerarias dignas, comparables a las de cualquier otra persona.

La autoría del descubrimiento del VIH no estuvo exenta de polémica, entre los que finalmente se nombraron como los padres de este hallazgo. ¿Diría que en el ámbito científico la lucha de egos está más presente de lo que se cree?

Hay en todas partes, incluso entre los científicos. No diría que antes hubiera más que ahora. Pero sí que antiguamente había laboratorios dirigidos por una sola persona, con muchísima gente que trabajaba con ellos y alguna de estas personas perdían la perspectiva de lo que se estaba haciendo.

No creo que el ego sea necesario para poder hacer avances científicos. Lo que sí está claro, con el sistema actual de evaluación científica, es que se impulsa un nivel de competitividad entre los laboratorios, olvidándose de que la parte colaborativa debe ser lo que más pese para que podamos avanzar más rápido.

¿Y para llegar a ser un científico de prestigio se debe ser una 'rata de laboratorio'?

Espero que sí. Para nosotros es muy importante que, hagamos lo que hagamos, tengamos un objetivo común en la cabeza, disfrutando y pasándolo bien en el laboratorio. Y eso pasa por no estar 24 horas encerrados entre estas cuatro paredes.

¿Es un mito entonces que el laboratorio sea un espacio serio?

Se requiere cierta seriedad, pero depende de cada laboratorio. Las cosas están cambiando también mucho. Hay más mitos y menos mitos. Y el de que los científicos estamos un poco en nuestro mundo y que a veces no nos damos cuenta de lo que puede pasar a nuestro alrededor, tampoco lo voy a negar. A veces puedes tener la cabeza en 14.000 cosas y no darte cuenta de lo que está pasando a un metro de ti.

Estos días, lo que está ocurriendo a pocos metros de usted son los JJOO. ¿Ha podido ver presencialmente alguna disciplina?

Sí. He visto tenis y también tuve la suerte de poder ir a la inauguración pasada por agua.

No le pregunto por su opinión de la inauguración para evitarle un conflicto.

Pues la verdad es que me gustó. Tengo que reconocer que la tuvimos que ver luego por televisión, porque en directo solo pudimos ver una pequeña parte. Me dio pena por la meteorología, pero se supo aprovechar muy bien para vender el espectáculo que es París. La única opinión que tengo un poco más reservada es que me pareció un poco demasiado larga, podría haber sido un poco más dinámica.