El triste fallecimiento de Caritina Goyanes a los 46 años de edad a causa de un infarto ha puesto de relieve la importancia de la prevención cardiovascular en un grupo que hasta ahora se consideraba relativamente protegido, las mujeres jóvenes. Una nueva investigación impulsada por los Institutos Nacionales de Salud de EEUU ha identificado una nueva manera de predecir el riesgo cardiovascular con hasta tres décadas de antelación.
El trabajo, presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología 2024 y publicado en el New England Journal of Medicine, se centra en varios marcadores específicos de la inflamación: dos tipos de grasas en sangre por un lado, y la proteína C reactiva, la famosa PCR, por el otro. "No podemos tratar lo que no podemos medir, y esperamos que estos hallazgos nos permitan intervenir antes todavía", explica Paul M. Ridker, director del Centro de Prevención de Enfermedades Cardiovasculares del Hospital Brigham and Women de Boston (EEUU).
Para el estudio clínico, los investigadores recolectaron muestras de sangre y datos médicos de cerca de 28.000 participantes en el Estudio de la Salud de la Mujer en Estados Unidos. Las voluntarias tenían una edad media de 55 años cuando se incorporaron entre 1992 y 1995, y fueron objeto de seguimiento durante 30 años.
Durante el periodo descrito, 3.662 participantes sufrieron un ataque al corazón, un infarto, muerte por enfermedades cardiovasculares o una intervención quirúrgica para restaurar la circulación. Los investigadores determinaron que una PCR de alta sensibilidad, así como los niveles de colesterol LDL ('lipoproteína de baja densidad' o 'colesterol malo') se relacionaban con la aparición de estos eventos. Una segunda grasa en concreto, la lipoproteína(a) -Lp(a)-, se vinculó con una predicción aún más precisa.
Las mujeres con los mayores niveles de colesterol LDL sufrieron un riesgo un 36% mayor de sufrir una enfermedad cardiovascular en comparación con las que menos tenían. El grupo que tenía más Lp(a) mostró un riesgo un 33% mayor en comparación al que menos tenía, y aquellas con la PCR más intensa mostraban un incremento de hasta el 70% del riesgo. Sumando los tres factores, aquellas mujeres con los mayores niveles demostraron sufrir 1,5 veces más casos de infartos y tres veces más casos de enfermedad arterial coronaria.
Aunque el estudio se realizó unicamente con mujeres, los investigadores consideran que los resultados con hombres serían equivalentes. "En los últimos años, hemos descubierto que los niveles de inflamación interactúan con los lípidos en sangre para aumentar el riesgo cardiovascular", explica el doctor Ahmed A.K. Hasan, director del programa de prevención del Instituto Nacional de la Sangre, Corazón y Pulmón de EEUU. "Esto explica por qué los niveles bajos son en general preferibles".
Inflamación y grasa: combinación letal
Las células del sistema inmune ayudan al organismo a reparar heridas y combatir infecciones, pero también responden a la acumulación de grasa en las paredes arteriales lanzando señales inflamatorias. Esto provoca un ambiente proinflamatorio que favorece la formación de placas hasta el punto de romperlas, lo que a su vez causa accidentes cardiovasculares. La prevención primaria es la principal prioridad, mediante una alimentación cardiosaludable, ejercicio regular y evitando hábitos como el tabaquismo.
Sin embargo, los autores del presente trabajo abogan por unificar los criterios de control para tratar tempranamente y con más eficacia a las personas de mayor riesgo. Así, si bien las pruebas para evaluar el colesterol LDL son generalizadas y al alcance de la población, las pruebas de Lp(a) se suelen limitar a personas con patologías cardiovasculares previas o con afecciones hereditarias como la hipercolesterolemia.
En cuanto a los tratamientos, las estatinas son la principal medicación de la que disponen los pacientes con LDL elevado, pero los especialistas son cada vez más renuentes a recetarlas por las dudas cada vez más prevalentes sobre sus beneficios reales frente a los riesgos. En cuanto a la inflamación, la colchicina, originalmente usada para tratar la gota, se puede emplear en EEUU desde 2023 para tratar de reducir el riesgo cardiovascular en las personas diagnosticadas con ateroesclerosis.