Jenna Gibson es una mujer de 44 años que sufrió un derrame cerebral cuando tenía 39 años. En mayo de 2019, se encontraba caminando junto a su madre tras la cena contándole su próximo objetivo de correr una maratón, cuando de repente se desmayó y cayó al suelo. Al levantarse no era capaz de expresar lo que sentía y arrastraba las palabras, e incluso le costaba comunicarse vía escrita.

Como ya había sufrido varios episodios de migraña con aura durante los últimos 15 años, tanto ella como sus familiares asumieron que era un nuevo episodio y se acostó. Sin embargo, aunque no parecía una migraña típica, no se les ocurrió pensar en un episodio de ictus o derrame cerebral.

A las tres de la mañana se despertó y le fue imposible moverse o hablar, motivo por el cual llevaron a Jenna a Urgencias, como cuenta en el medio Healthline. Tras una tomografía computerizada de urgencia, se descartaron signos de derrame cerebral. Sin embargo, a la mañana siguiente, tras una visita con el neurólogo y una tomografía con contraste, sí se confirmó un episodio de accidente cerebrovascular.

Una cirugía de urgencia

Tras la confirmación del derrame cerebral, Jenna fue trasladada en helicóptero a otro hospital para realizarse una cirugía cerebral de urgencia y tratar de eliminar el coágulo, sin embargo, dicha intervención tuvo un 50% de éxito: el coágulo ya se había extendido. Se despertó en la UCI sin poder hablar ni mover ninguna de sus extremidades, llegando a pensar que jamás podría volver a caminar o hablar.

Pasó al menos 12 días hospitalizada, mejorando lenta pero progresivamente gracias a terapias del habla, terapia ocupacional y fisioterapia. Requirió cuatro meses más con estas terapias de forma ambulatoria. De hecho, a mediados de octubre de 2019 pudo volver a trabajar a tiempo parcial, y en febrero del pasado año 2022 ya pudo volver a trabajar a tiempo completo.

El caso de Jenna es excepcional por muchas razones, y de hecho su accidente cerebrovascular se catalogó como "criptogénico", es decir, que su causa fue desconocida: era joven, no tenía el colesterol alto, ni hipertensión ni una oclusión arterial previa. Finalmente, se concluyó que fue un conjunto de factores genéticos junto a la toma de anticonceptivos, dado que se objetivó una mutación genética MTHFR y del factor VIII de la coagulación. Ambos factores aumentan el riesgo de trombosis en general, incluyendo la posibilidad de un accidente cerebrovascular.

Actualmente el accidente cerebrovascular es la tercera causa de muerte entre las mujeres, siendo los mayores factores de riesgo el embarazo, algunos tipos de fármacos anticonceptivos, y determinadas terapias de reemplazo hormonal. Así mismo, tanto en hombres como en mujeres, sufrir tensión arterial elevada es el mayor y más conocido factor de riesgo para sufrir un ictus o accidente cerebrovascular.

Sin embargo, como explica Yeewen A. Tsui, jefa de neurología en Access Telecare al medio Healthline, es un concepto erróneo y peligroso pensar que todos los accidentes cerebrovasculares son iguales:

"El accidente cerebrovascular es un término general que se refiere a cualquier evento vascular repentino en el sistema nervioso central, incluyendo accidentes cerebrovasculares isquémicos y hemorrágicos, cada uno de los cuales posee una larga lista de potenciales causas".

Diferencias entre hombres y mujeres

Actualmente la tasa de accidentes cerebrovasculares es superior en los hombres, pero es más probable que sea más letal en las mujeres, porque estas viven más de media. A partir de los 25 años, las mujeres tienen un riesgo de 1:4 de sufrir un accidente cerebrovascular respecto a los hombres, pero también tienen un mayor riesgo de recibir un diagnóstico inicial erróneo y una peor evolución, como explica Jessica Summer, directora de efectividad clínica y accidentes cerebrovasculares en Norton Healthcare: 

"Debido al diagnóstico erróneo, hay demoras en el reconocimiento, en el tratamiento y la rehabilitación, así como en los esfuerzos destinados a prevenir otro accidente cerebrovascular. Su evolución suele relacionarse con el estado de salud previo, la edad y la gravedad del accidente cerebrovascular, sin embargo, se necesita más investigación para observar las disparidades que afectan a las mujeres que sufren un accidente cerebrovascular y determinar qué intervenciones son necesarias para mejorar los resultados".

Respecto a los síntomas iniciales, un accidente cerebrovascular suele presentarse con síntomas tradicionales tanto en hombres como en mujeres:

- Problemas de equilibrio o dificultad para caminar.

- Dificultad para la visión.

- Debilidad facial.

- Dificultad para el habla.

En todos estos casos, de forma súbita, y sobre todo si se da más de un síntoma simultáneamente, es prioritario recibir atención médica urgente. Sin embargo, en las mujeres también existen casos con síntomas más inespecíficos, como debilidad, confusión, fatiga, náuseas y vómitos.

Como explica Tsui, el diagnóstico y tratamiento precoces son fundamentales en estos casos, y algunos tratamientos funcionan solo durante las primeras tres horas desde la aparición de los síntomas. De hecho, en España, existen comunidades autónomas donde el protocolo para aplicar tratamientos va desde las 3-4 primeras horas, hasta las 24 horas en algunas comunidades, dependiendo de los tratamientos disponibles y el tipo de accidente cerebrovascular diagnosticado.

En el caso de Jenna, ella comenta que esperó demasiado para acudir a Urgencias al no saber reconocer su caso como un accidente cerebrovascular. Por suerte, se recuperó progresivamente, con tiempo y esfuerzo. Aún así, ha querido comentar su historia para animar a la población a reducir su riesgo general, recordando que existen diferentes tipos de accidentes cerebrovasculares. Aunque no todos los casos son prevenibles, el 80% de los accidentes cerebrovasculares podrían prevenirse mediante cambios de estilo de vida:

- Mantener una tensión arterial, colesterol y niveles de azúcar sanguíneos saludables.

- Llevar una dieta equilibrada.

- Hacer ejercicio regularmente.

- Evitar el consumo de tóxicos como tabaco o alcohol.

- Conocer los factores de riesgo individuales y abordarlos de forma específica.

- Si ya se ha sufrido un accidente cerebrovascular, tomar los medicamentos pautados de forma adecuada para evitar repetir el cuadro clínico.