La doctora Faith Atai es especialista en geriatría. (Teona Swift/Pexels)

La doctora Faith Atai es especialista en geriatría. (Teona Swift/Pexels)

Salud

Soy geriatra y este es el signo desconocido que revela que tienes depresión a partir de los 50: ignorado en España

5 octubre, 2024 02:13

La depresión en personas mayores de 50 años se tiende a confundir con los efectos naturales del envejecimiento. Aunque se espera que los años dorados sean una época de descanso y disfrute, la realidad es que muchos mayores enfrentan desafíos emocionales que pueden oscurecer esta etapa de la vida. Según varios estudios, mientras la tasa de depresión entre personas mayores de 60 años es del 6%, este porcentaje se dispara al 27% en adultos de 85 años o más.

A medida que se envejece, factores como la pérdida de seres queridos, enfermedades crónicas y el aislamiento social contribuyen significativamente a este aumento. Un síntoma comúnmente ignorado es la fatiga crónica. "Una persona que está deprimida no tiene mucha energía mental. A menudo, carece de motivación y no duerme bien. No dormir bien se traduce en fatiga y cansancio durante el día", explica a Parade Faith Atai, médica geriátrica. “La fatiga no es solo un cansancio normal. Es una falta de energía crónica y extrema en la que no crees que puedas hacer nada”, añade.

Más allá del cansancio normal asociado al envejecimiento, la fatiga derivada de esta enfermedad se manifiesta como una incapacidad de llevar a cabo las tareas que impacta cada aspecto de la vida cotidiana. Los expertos señalan que esta fatiga  es emocional y mental, derivada de noches de insomnio, una dieta inadecuada y una pérdida de interés por actividades que antes eran placenteras. La depresión roba las ganas de vivir, afectando incluso a lo más simple como socializar, pasear o leer.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión en personas mayores aumenta el riesgo de aislamiento y empeoramiento de su estado físico. También está estrechamente relacionada con problemas de salud crónicos.  La diabetes, el párkinson, el cáncer y las enfermedades cardíacas pueden desencadenar o agravar los síntomas depresivos. Se estima que alrededor del 25% de las personas que sufren un accidente cerebrovascular también experimentan episodios de depresión clínica.

Existe también un estigma social asociado a esta enfermedad. Aproximadamente el 58% de los adultos mayores creen que es "normal" sentirse deprimido a medida que se envejece, lo que disminuye la probabilidad de buscar tratamiento. Además, solo el 42% buscaría ayuda profesional. Esta percepción errónea es peligrosa, ya que en esta población es una causa significativa de suicidio, particularmente entre los hombres mayores de 85 años.

No forma parte del envejecimiento

Es crucial destacar que la depresión en adultos mayores no es parte natural del envejecimiento, aunque muchos la aceptan como tal. Para quienes la padecen, el peso emocional de la enfermedad a menudo se agrava por la soledad, el duelo por la pérdida de seres queridos y los cambios en la dinámica familiar y social.

La jubilación, aunque representa una oportunidad de descanso, también puede generar sentimientos de inutilidad y aislamiento, especialmente en personas que antes se definían por su productividad y contribuciones sociales. Estos factores, sumados a problemas crónicos de salud, crean un caldo de cultivo perfecto para la depresión.

Otros síntomas que se ignoran

El diagnóstico en esta población es complicado. A diferencia de los adultos jóvenes, los síntomas en mayores no siempre incluyen la tristeza evidente. En su lugar se manifiestan a través de síntomas físicos como el insomnio, la pérdida de apetito, dolores inespecíficos o la fatiga. A menudo se confunden con el proceso natural de envejecimiento, lo que lleva a un tratamiento inadecuado o la ausencia total del mismo. Muchas veces son atribuidos a otras enfermedades subyacentes como anemia o deficiencia de vitaminas, lo que dificulta aún más su detección.

Además, pueden ser reacios a buscar ayuda psicológica debido al estigma asociado a las enfermedades mentales. Esto deja a muchos sufriendo en silencio, convencidos de que sus síntomas son inevitables o inmerecedores de atención médica. Pero la realidad es que es tratable, independientemente de la edad. La combinación de medicamentos antidepresivos junto con la psicoterapia ha demostrado ser eficaz para mejorar la calidad de vida de quienes padecen depresión en la tercera edad. Atai recomienda pensar en lo que puede integrar en su horario y que le haga ilusión.

El tratamiento de la depresión en esta población, sin embargo, debe ser personalizado. Las dosis de los medicamentos deben ajustarse, ya que son más sensibles a los efectos secundarios. Además, la terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser particularmente útil para ayudar a los pacientes a recuperar una sensación de control sobre sus pensamientos y emociones, proporcionándoles herramientas para gestionar la ansiedad y la tristeza de manera efectiva.

Cambios en el estilo de vida

Los cambios en el estilo de vida también son esenciales para combatir esta enfermedad. Incorporar actividades físicas ligeras, establecer una rutina diaria, y fomentar la interacción social son pasos clave para aliviar los síntomas. Incluso algo tan simple como programar una caminata diaria o un almuerzo con amigos puede hacer una gran diferencia. Estas actividades, además de mejorar la salud física, proporcionan una estructura que puede mitigar los sentimientos de inutilidad y aislamiento.

Es fundamental que los familiares y cuidadores de personas mayores estén atentos a los síntomas, especialmente aquellos menos obvios como la fatiga crónica o el retraimiento social. La depresión no tiene que ser una parte inevitable del envejecimiento, y con las herramientas correctas, las personas mayores pueden seguir disfrutando de una vida plena y satisfactoria.