Leqembi es el nombre comercial de lecanemab, el primer fármaco en Europa contra el alzhéimer en décadas.

Leqembi es el nombre comercial de lecanemab, el primer fármaco en Europa contra el alzhéimer en décadas.

Salud

El primer fármaco contra el alzhéimer en décadas en Europa 'solo' servirá para 20.000 pacientes en España

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Si en España se calcula que hay 800.000 personas con enfermedad de Alzheimer, el primer medicamento que ha demostrado cierta eficacia para ralentizarlo solo llegará a unas 20.000: un paciente de cada cincuenta.

Esta cifra es solo una estimación. La realidad es que no sabemos cuántas personas padecen la enfermedad en España, y mucho menos cuántas de ellas la tienen en formas iniciales, pues son a quienes va dirigido Leqembi.

"No tenemos un registro de pacientes de alzhéimer, por lo que no sabemos cuántas personas de verdad lo padecen", lamenta Miguel Medina, director científico adjunto del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned).

"En la práctica, se asume que la población indicada se reducirá un 2%, 2,5% de todos los pacientes que podrían tratarse, en torno a 20.000 pacientes en España. Pero va a haber dificultades prácticas que el sistema tendrá que gestionar".

La coordinadora del grupo de estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología, Raquel Sánchez del Valle, explica que esa cifra puede ser mayor, "pues un tercio de los pacientes de alzhéimer están en fase inicial de la enfermedad", pero los primeros datos de uso que vienen de Estados Unidos (que lo lleva usando desde principios de 2023) indican que solo entre un 6% y un 8% de esos pacientes en fase inicial están siendo tratados, "bien porque tienen contraindicaciones, porque no quieren ser tratados o por las complicaciones de la terapia".

La Agencia Europea del Medicamento ha enmendado su decisión del pasado verano de no respaldar la autorización del fármaco tras analizar los datos aportados por las compañías que lo han desarrollado, Eisai y Biogen, sobre un subgrupo de pacientes del ensayo clínico que presentaron para su aprobación.

Eran 1.521 pacientes con una o ninguna copia de ApoE4, una variación del gen ApoE que se relacionó en el ensayo clínico con un mayor número de eventos adversos graves. De ahí que en la aprobación final hayan quedado fuera los pacientes que porten dos copias del gen.

En la población seleccionada, tras año y medio se observó una ralentización del deterioro en aquellos que recibieron el fármaco frente a los que recibieron un placebo. Medido este deterioro en una escala de 0 a 18 puntos, el grupo de Leqembi aumentó 1,22 puntos frente a 1,75 del grupo placebo.

La mejora que ofrece el fármaco no es espectacular pero es el primer medicamento que la logra. El problema es que, dadas las posibles reacciones adversas, el balance beneficio-riesgo no estaba tan claro.

Las que más preocupaban a los evaluadores de la EMA eran las llamadas anomalías de imagen relacionadas con el amiloide o ARIA, que puede implicar edemas y posibles hemorragias cerebrales.

En los pacientes tratados con Leqembi (cuyo principio activo es el lecanemab), el 12,9% experimentó estas reacciones adversas, mientras que en aquellos con cero o una copia del gen ApoE4 se redujeron al 8,9%.

"Los primeros datos de uso en Estados Unidos nos dicen que, en vida real, no ha aumentado el número de efectos secundarios, que es algo que nos preocupaba", reconoce Medina.

Una de las principales dificultades para indicar el tratamiento en España es que el retraso en el diagnóstico. Primero, "por el estigma social asociado al alzhéimer" que hace que los individuos y sus familias no quieran reconocer sus primeros signos.

Después, porque "hay confusión con otras indicaciones que hace que desde atención primaria se tarde en reconocerlo". Además, el proceso diagnóstico en la consulta del especialista es lento y tarda meses.

David Pérez, jefe de los servicios de Neurología del Hospital 12 de Octubre y del Hospital La Luz, explica que, además, debe confirmarse la presencia de placas beta-amiloides a través de una prueba de imagen (PET) o análisis del líquidocefalorraquídeo.

La determinación del gen ApoE4 "no es compleja y se hace con un simple análisis desangre. No creo que sea un obstáculo relevante".

No es una terapia para todos

Tanto él como Medina coinciden en que los límites entre el alzhéimer en fase temprana y otras más avanzadas conllevan "cierta ambigüedad y pueden surgir dudas en algunos casos".

No obstante, continúa Pérez, "es una terapia que no es para todos, ni todos aceptarían seguramente participar en la misma" debido a la posibilidad de efectos adversos relevantes.

Miguel Medina apunta otras dificultades. El paciente debe someterse a resonancias magnéticas periódicas para controlar los ARIA y "en ciertas zonas rurales no hay un acceso tan fácil". Lo mismo ocurre con el tratamiento, que se da por infusión (goteo) en los hospitales de día y no todos los centros tienen.

La gestión de la enfermedad se asemeja a la de los cánceres, con pruebas de imagen periódicas y visitas al hospital de día para recibir la medicación. La pregunta es: ¿Tiene capacidad el sistema para atender a estos 20.000 nuevos pacientes?

"Es algo que hay que tener en cuenta, estos aspectos prácticos preocupan a los neurólogos: en grandes hospitales no hay problema, pero en los de menor tamaño pueden darse".

Raquel Sánchez de Valle recuerda que, desde que el fármaco es aprobado por la Comisión Europea (el siguiente paso tras el visto bueno de la Agencia del Medicamento), se negocia la financiación en España, lo que se demora unos meses.

Al igual que sus compañeros, cree que nuestro país "tiene que cambiar las rutas asistenciales de los pacientes para que lleguen antes a las consultas especializadas, y confirmar la presencia de amiloide en el cerebro, algo que no se hace en toda España".

Existe el riesgo de que estas diferencias, además de su elevado precio (se calcula que puede suponer unos 25.000 euros por persona y año), contribuyan a un acceso desigual del fármaco en nuestro país.

Para Jesús Rodrigo, director ejecutivo de la Confederación Española de Alzheimer (Ceafa), este es un problema muy presente. "Bien entrado ya en el siglo XXI no puede seguir argumentándose la consabida cantinela de que todo depende del código postal en el que se viva".

Por eso cree que "no valen excusas". "Esperamos que la administración cumpla con su obligación de garantizar el derecho a recibir un tratamiento para las personas que así lo tengan prescritos por los profesionales de la salud".

Y advierte: "En caso de que esto no sea así, Ceafa estará vigilante y denunciará las situaciones que pudieran generarse hasta conseguir que el presente medicamento (y otros nuevos que están por llegar) estén a disposición de las personas en igualdad de condiciones en todos los territorios del Estado".