Eduardo Fernández en una imagen cedida.

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Salud

Eduardo Fernández, psicólogo: "Hace 50 años los adolescentes fumaban, hoy es impensable. Con el móvil pasará lo mismo"

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Con la Navidad llegan Papá Noel y los Reyes Magos y con ellos las listas de regalos que escriben los niños. Muchos incluyen entre esas peticiones un teléfono móvil y año tras año se reaviva el debate sobre si es buena idea o no que lo reciban en estas fechas. Aunque el pensamiento principal sea ver la ilusión en la cara de los menores, los padres no pueden olvidar los riesgos que puede entrañar un presente así.

La ciencia ha demostrado en numerosas ocasiones que la exposición a las pantallas a edades tempranas puede ser nociva, recuerda Eduardo Fernández, psicólogo clínico y miembro del comité científico de la Sociedad Española de Psicología Clínica. "Estamos hablando de una situación que puede ser potencialmente venenosa y tenemos que tener todo tipo de cautelas".

El experto no quiere criminalizar a las nuevas tecnologías y asegura que también pueden ser unas buenas herramientas para los menores si se emplean de la forma adecuada. No obstante, reconoce que muchas veces los padres no disponen del tiempo suficiente para supervisar ese uso y educar a sus hijos para que lo hagan de forma crítica y consciente. "Les abre un mundo absolutamente paralelo".

En estas fechas en las que Papá Noel y los Reyes Magos están a la vuelta de la esquina, muchos niños piden un móvil en su lista. ¿Es un regalo adecuado?

Es una pregunta sofisticada, porque lo que dice la ciencia y lo que es bueno para el desarrollo del sistema nervioso central quizá no está acompasado con la evolución social. Cuando hablamos de teléfono móvil tenemos que diferencias entre uno que solo permita las llamadas y un smartphone. El último ofrece toda una experiencia interactiva y acceso a internet ilimitado y a contenidos que pueden ser muy peligrosos para la salud mental de los niños y de los jóvenes.

Hay que plantear la pregunta sobre a qué edad es adecuado que unos padres le regalen un smartphone a su hijo. Por otro lado, es una utopía absoluta decir que un niño no va a poder tener acceso o que no se le va a regalar hasta los 16 años. No podemos ir desacompasados a la evolución social.

¿Hay alguna edad en la que lo sea?

Si es necesario que se regale, lo ideal sería que se hiciera a la entrada de la adolescencia, a partir de los 12 años. Antes ya es muy arriesgado. Ya hay varios estudios que han observado problemas con la socialización y a nivel cognitivo. Uno de los procesos cognitivos que más necesitamos es la atención sostenida y los contenidos que ofrecen los smartphones y las redes sociales la perjudican.

El uso descontrolado durante la infancia puede causar problemas estructurales a nivel cognitivo porque tiene el sistema nervioso en pleno desarrollo. Durante la adolescencia también, pero se ve menos comprometido porque lo que queda por madurar son las funciones ejecutivas complejas. 

¿Qué puede ocasionar este regalo?

Hay un dato muy llamativo: en España el acceso más generalizado a los smartphones fue en torno a 2010. A partir de ahí, si analizamos las series de los problemas de salud mental o de la conducta suicida, se ve como van aumentando en la población infanto-juvenil de manera exponencial. No se puede establecer una relación de causa-efecto, pero es un dato sociológico a tener en cuenta.

Además de esos problemas atencionales, también puede comprometer la salud mental. Hay que llevar cuidado con el uso de estos dispositivos y determinadas aplicaciones, como las redes sociales, sin supervisión. La hiperconexión es algo muy real y puede amplificar cualquier conflicto. Por ejemplo, si tienen problemas en el aula, se lo llevan a casa. 

También provoca muchos problemas de sueño. Si se van a la cama y siguen mirando el móvil, ese foco de luz apuntando a la cara engaña al cerebro para que crea que aún es de día. Esto deriva en problemas de insomnio, que ya es algo bastante serio.

Muchos padres alegan comprar un móvil a los niños para poder tenerlos localizados cuando  empiezan a salir solos de casa ¿Qué le parece esta opción?

Hace 20 años no nos planteábamos este problema. Habría que plantearse por qué ahora tenemos esta angustia ahora de tener localizados a nuestros hijos. Hay que preguntarse si la sociedad ha cambiado tanto como para que actualmente que un adolescente vaya solo al instituto sea una situación de alto riesgo. De todas formas, si los padres quieren revisar que su hijo está bien, quizá no necesita un smartphone y es suficiente con un teléfono móvil que solo haga llamadas.

Tal y como está la situación, ¿es posible que un niño crezca sin exposición a pantallas?

Depende del entorno que cada uno quiera crear para su hijo. Es posible, pero también hay una serie de cambios sociológicos y de regulaciones que tenemos que ir incluyendo. Hace 50 años no era raro ver a un adolescente fumando y ahora sería impensable y llamaría mucho la atención porque se ha hecho pedagogía social sobre las implicaciones del tabaco. Al final con los smartphones ocurrirá lo mismo en el futuro.

Llegará un momento en el que digamos que es una aberración haberle dado a mi hijo un móvil con tres años. En las consultas vemos a niños que tienen dificultades para fijar la mirada sobre un determinado estímulo, porque necesitan continuos cambios. No nos hablan del potencial adictivo que tienen muchas aplicaciones. El mismo que tienen muchas máquinas tragaperras, una combinación multisensorial de sonidos estridentes, colores, y luces. El reforzamiento aleatorio de no saber si te va a tocar.

¿Hay algún punto intermedio en esta cuestión?

Lo hay, pero para eso los padres deben supervisar el uso que hacen sus hijos del dispositivo y enseñarles a utilizarlo con sentido crítico. También hay que reconocer que, bien empleados, tiene dimensiones positivas. Pueden ofrecer apoyo social puntual en momentos necesarios y el sentimiento de tener un grupo de pertenencia.  

Es una herramienta muy positiva si utilizamos de forma supervisada para el desarrollo autónomo de ese adolescente en cuanto a las competencias digitales, pero sin ningún tipo de vigilancia, puede aumentar, y lo está haciendo, los problemas de salud mental

¿Hay forma de enseñarles a los niños a usar el teléfono de forma responsable y segura?

Es recomendable que el niño o el adolescente esté supervisado desde el primer momento, incluso con control parental, aunque esa vigilancia puede ir levantándose gradualmente con el paso del tiempo. Aconsejamos que el uso de redes sociales lo haga delante de los padres.

Está bien comprobar su estado de ánimo después de usar el smartphone, ver si ha cambiado de humor. Si está irritado o enfadado, igual habría que comprobar qué ha pasado mientras estaba mirando las redes sociales para que se ponga así. Es importante mantener un diálogo constante con ellos, porque lo digital es una realidad paralela, no es un juego.

¿Hay señales que indiquen que el niño pueda no estar preparado para tener un teléfono móvil?

Sea como sea, va a ser necesaria esa vigilancia, pero si los padres ven a su hijo inmaduro, ingenuo y con problemas para las relaciones sociales, deberían esperar un poco más. Esas mismas dificultades las va a tener y sus efectos negativos se van a multiplicar en el uso, por ejemplo, de las redes sociales. Por otro lado, en el caso de que se lo compren igualmente, es recomendable que pacten que aplicaciones se podrá descargar y utilizar el menor.

¿Qué alternativas pueden darles los padres a los niños y adolescentes para que no se pasen las vacaciones pegados a las pantallas?

Lo mejor es proporcionarles un entorno social natural, cara a cara, con interacciones presenciales reales. Cuanto más relaciones genuinas presenciales en las que se vivan afectos genuinos, de calidez humana, de trato interpersonal, muchísimo mejor.