Manel Esteller ha liderado el estudio realizado acerca de Maria Branyas, que vivió hasta los 117 años en buen estado de salud.

Manel Esteller ha liderado el estudio realizado acerca de Maria Branyas, que vivió hasta los 117 años en buen estado de salud.

Salud

"Tomaba muchos yogures": Manel Esteller, el genetista que ha descubierto los secretos de la española más longeva

Los resultados de la investigación más completa que se ha realizado nunca a un supercentenario han sorprendido incluso a los propios autores.

Más información: El legado de Maria Branyas tras su muerte: sus 117 años ayudarán a revelar el secreto de la longevidad

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Si analizan sus células y le dicen que son como las de una persona de 100 años, puede que entre en pánico. Pero la noticia le resultaría incluso agradable si tiene 117 años, edad a la que falleció, en agosto del pasado año, Maria Branyas. Apenas siete meses después, un estudio ha descubierto que quien fuera la persona más longeva del mundo tenía una edad biológica de 17 años menos.

No es el único hallazgo de un trabajo del que, aunque aún sólo hay un preprint (es decir, no está revisado por pares), ya se puede decir que es la investigación más completa que se ha realizado a un supercentenario, aquellas personas que viven más de 110 años. El estudio que ha liderado Manel Esteller, jefe del grupo de Epigenética del Cáncer del Instituto Josep Carreras (IJC), también ha demostrado por primera vez que la edad avanzada y la mala salud no están intrínsecamente ligadas.

"La sorpresa ha sido que los mecanismos de longevidad no están necesariamente asociados a los de envejecimiento y enfermedad. Es decir, como le ocurrió a ella, puedes morir con 117 años y en un estado casi perfecto de salud", afirma Esteller a EL ESPAÑOL. Branyas, que nació en San Francisco (Estados Unidos) aunque vivió en España desde los 8 años, falleció con un buen estado de salud: al final de su vida tan sólo sufrió sordera, dolor articular y mantuvo su lucidez, a excepción de un bajón que tuvo en los últimos meses.

En 2020, se infectó de Covid aunque fue asintomática. No tenía exceso de azúcar en sangre, por lo que evitaba el riesgo de diabetes. Tampoco fue diagnosticada nunca de cáncer, como suele ser común entre los supercentenarios pese a que viven tanto tiempo. Lo que en definitiva ha constatado este estudio, para el que se tomaron muestras en vida, es que no hay una única causa que explique el envejecimiento saludable que alcanzó Branyas.

Los secretos de Branyas

El análisis genético ha evidenciado que tenía una microbiota que, según los investigadores, era "como la de una niña", puesto que las bacterias no parecían ser las de una mujer de más de 100 años. El estado de su microbiota hacía que tuviera una baja inflamación intestinal.

Maria Branyas junto a Manel Esteller, en la residencia Santa Maria del Tura de Olot.

Maria Branyas junto a Manel Esteller, en la residencia Santa Maria del Tura de Olot. Twitter Manel Esteller

"Esto es debido especialmente", explica Esteller, "a la alimentación que tenía". En la residencia, en la que vivió durante sus últimos 20 años de vida, seguía una dieta mediterránea y "tomaba muchos yogures, los cuales hacen que crezca un tipo de bacterias que son sobre todo antiinflamatorias". Y ya se sabe que evitar la inflamación puede ayudar a prevenir un número importante de enfermedades.

Branyas no fumaba ni bebía alcohol. Además, mantenía una vida social y familiar "bastante intensa" que "ayudó a la protección neurológica así como a evitar la demencia". Han descubierto que tenía "uno de los metabolismos lipídicos más eficientes de los que se tiene constancia". Este hallazgo es "relevante", ya que en anteriores estudios se ha asociado tanto a una mayor longevidad como a la ausencia de demencia.

Al estilo de vida se le suma también su genética: "Tenía unos genes que le protegían de la enfermedad cardiovascular, el alzhéimer y patologías metabólicas como la diabetes". El símil que utiliza Esteller es el de un ordenador: "Ya de entrada tenía uno que no era de marca blanca. Pero es que la programación que le puso, que es todo lo que tú haces en la vida, también era buena".

La secuenciación completa del genoma de Branyas también ha permitido a los investigadores identificar variantes genéticas raras, las cuales "no tenía nadie más en Europa". Por tanto, es probable que la microbiota sana y el genoma privilegiado hacían que hubiera un decalaje entre su edad cronológica y la biológica.

Esta diferencia se explica precisamente a través de la epigenética, un campo emergente de la ciencia en el que Esteller está considerado como un referente internacional. La prestigiosa Universidad Stanford, de hecho, lo ha incluido un año más entre los científicos más relevantes del mundo, siendo investigador más influyente sobre el cáncer de los que trabajan en España.

Fármacos para vivir más

La epigenética, como explicó el propio Esteller en una anterior entrevista con este periódico, ofrece la posibilidad de conocer los relojes epigenéticos, con los que se puede calcular la edad biológica, que no tiene por qué coincidir con la cronológica. Si alguien ha llevado una vida sana, la edad biológica puede ser de 10 años menos.

Aunque las investigaciones del catedrático de Genética de la Universidad de Barcelona no sólo se centran en conocer los mecanismos implicados en controlar la actividad genética, sino que también tratan de aplicar este conocimiento al estudio de las enfermedades, principalmente el cáncer. Actualmente, existen nueve fármacos epigenéticos aprobados para uso clínico, que sobre todo se centran en leucemias, linfomas y tumores de las partes blandas.

El problema es que algunos pacientes no están respondiendo a estos compuestos o incluso muestran resistencia. El grupo de Epigenética del Cáncer del IJC, que lidera Esteller, ha descubierto recientemente cómo predecir si pacientes con leucemia serán sensibles a fármacos epigenéticos. La buena noticia, como señalan los investigadores, es que las nuevas mutaciones que han detectado en estos casos pueden ser ahora diana de otros medicamentos dirigidos especialmente contra ellas.

El desarrollo de nuevos fármacos también será posible gracias al estudio hecho a Maria Branyas. Y es que, como valora Esteller, "ya se pueden diferencias dos vías". Por un lado, la de aquellos que actúen contra las enfermedades del envejecimiento y, por otro, los que lo hagan sólo a nivel de longevidad. Se trata actualmente de "un área de investigación muy intensa".

Combinar las dos vías sería "lo ideal", pues se viviría más tiempo y de forma más saludable. Aunque aún estamos lejos de este escenario de "la doble píldora", la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EEUU ya ha certificado que el primer fármaco para vivir más tiempo en ausencia de enfermedad tiene "una expectativa razonable de eficacia". Su uso, eso sí, estará limitado para perros.

Pese a ello, Esteller no descarta que los fármacos antilongevidad, aquellos que no actúan contra una enfermedad pero sí que aumentan la esperanza de vida, serán más frecuentes en los próximos años. Siguiendo con el símil del ordenador, los fármacos epigenéticos actuarían como si a una persona con un virus informático se le metiera el software antivirus. De esta manera se sustituirían las células envejecidas por otras más jóvenes, como sucedía, aunque de forma natural, con Maria Branyas.