El triste fallecimiento de Mila Ximénez pone de nuevo en el ojo público una de las enfermedades más temidas, el cáncer de pulmón. Se trata de uno de los tumores más comunes pero también más difíciles de diagnosticar y tratar. Afortunadamente, los médicos e investigadores están consiguiendo desentrañar la opacidad de este cáncer y en los últimos años se ha ido conociendo mejor, lo que está permitiendo el desarrollo de nuevas terapias dirigidas a los muchos frentes que este tumor abre en el cuerpo.
Lo que se sabe desde hace tiempo es que el tabaco es el causante principal del 80% de los cánceres de pulmón que se diagnostican, unos 29.500 cada año, de los que 8.000 son en mujeres. Esta última cifra ha ido creciendo en las últimas décadas debido, precisamente, al mayor número de mujeres fumadoras en el último medio siglo.
Siendo el cuarto cáncer más diagnosticado (tras el colorrectal, el de próstata o el de mama), es el que genera el mayor número de muertes: es el responsable de uno de cada cinco fallecimientos por cáncer en nuestro país, según el informe 'Las cifras del cáncer en España', de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). En las mujeres, no obstante, es el tercero con el 12,3% de las defunciones, tras el colorrectal y el de mama.
La supervivencia a cinco años (a partir de los cuales se supone que el riesgo de recaída es mínimo) es del 12,7% en hombres y del 17,6% en mujeres. La buena noticia es que estos porcentajes han ido aumentando poco a poco en las últimas décadas. Hace solo 10 años, era del 16% en mujeres.
Aun así, se trata de una supervivencia muy baja comparada con otros cánceres frecuentes, como el de mama. Esto se debe, principalmente, a que la mayoría de casos se diagnostican en estadios avanzados de la enfermedad, como ocurrió con Mila Ximénez: cuando le detectaron el tumor en junio de 2020, éste ya se había extendido al hígado y otras zonas del cuerpo, lo que hacía inviable la intervención quirúrgica.
El diagnóstico temprano es el principal reto de esta patología. Solo en el 21% de los casos se detectan en estadios precoces. El problema es que, en la actualidad, llegar hasta el diagnóstico requiere de varias pruebas, empezando por análisis de sangre y siguiendo por radiografías, citologías o tomografías computarizadas. Las estrategias de cribado poblacional, como las mamografías en el caso del cáncer de mama, han sido desestimadas hasta el momento debido a su complejidad y poca fiabilidad.
Avances en el tratamiento del cáncer de pulmón
Donde sí se ha avanzado más es en el tratamiento. Durante los últimos años se han ido identificando diversas mutaciones que juegan un papel clave en la enfermedad, y se han desarrollado fármacos dirigidos contra las mismas. La secuenciación del tumor (pues cada uno tiene unas mutaciones concretas) es importante para determinar el orden de los tratamientos en cada paciente. Y es que, como comentan desde la SEOM, "el cáncer de pulmón es el mejor ejemplo de medicina de precisión".
Así, se han desarrollado tratamientos para mutaciones de los genes EGRF (gefitinib, erlotinib, afatinib), ALK (crizotinib, ceritinib, alectinib, brigatinib) o ROS-1 (crizotinib). Hay genes, como BRAF o HER2, que afectan a otros cánceres como el melanoma o el de mama, y algunas más, com MET, RET o NRTK para las que están probándose diversos fármacos, si bien la Agencia Europea del Medicamento no ha autorizado todavía en varios de ellos la indicación en cáncer de pulmón.
Tal diversidad explica la dificultad de combatir el cáncer de pulmón. Son numerosas y muy variadas las mutaciones que se van acumulando con el tiempo hasta que aparece el tumor, como si las células cancerosas tuvieran que pasar a escondidas numerosos controles hasta poder crecer de forma descontrolada. Las anteriores terapias se conocen como anticuerpos monoclonales y han sido desarrolladas en las últimas décadas, se suelen ofrecer en diversas combinaciones y también junto a quimioterapias basadas en platino. Son estas combinaciones las que han demostrado alargar más la supervivencia de estos pacientes.
Con todo, hay una buena parte de estos cánceres que no tienen una mutación clave identificada. En estos casos, la quimioterapia es el puntal del tratamiento, aunque también se combina con algunos anticuerpos monoclonales, como bevacizumab, cuya función es evitar el desarrollo de capilares sanguíneos que alimenten los tumores.
En los últimos años ha surgido una nueva arma con capacidad para cambiar el curso de la enfermedad en sus peores estados. Se trata de la inmunoterapia, que consiste en tratamientos que 'descubren' las células cancerosas al sistema inmune del cuerpo y son atacadas por este.
Pembrolizumab es la terapia que encabeza esta revolución y, junto a nivolumab, se está utilizando en cánceres de pulmón metastásicos y empieza a usarse en estadios más tempranos. Son más eficaces cuando los niveles de expresión de la proteína PD-L1 son altos, si bien diversos ensayos han mostrado sus beneficios usándose conjuntamente con la quimioterapia en tumores que no tienen identificados genéticos claros ni expresan PD-L1 en forma suficiente.
La batalla contra el cáncer de pulmón es una de las más difíciles de la oncología y, de hecho, durante muchos años los médicos parecían incapaces de modificar su pronóstico. Paso a paso han ido consiguiendo diversos logros y, aunque doblegar la enfermedad está todavía lejos en muchas de sus variantes, la expectativa de futuro vislumbra un panorama positivo que hasta hace poco tiempo parecía imposible de imaginar.
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