Existe una leyenda que dice que escritores como Julio Verne han sido oráculos tecnológicos. El novelista francés, y otros como Isaac Asimov o Gene Roddenberry (creador de Star Trek), vaticinaron con sus historias cómo sería nuestro mundo actual. Del primero reconocemos la inspiración en viajes galácticos o los submarinos. Del segundo y del tercero nos llegaron ideas sobre internet, inteligencia artificial, saltos de curvatura, dispositivos como los smartphones o las tabletas...
Ahora bien, no queda claro hasta qué punto se adelantaron o inspiraron. Muchos textos han servido como musas para la comunidad científica. En dichas obras se mostraba un futuro determinado y fueron los investigadores y los ingenieros quienes lo hicieron posible, al menos en parte; parece sencillo con obras como las de Verne, Asimov y Roddenberry, cercanas a la forma inmediata de entender la tecnología, pero es mucho más complicado en el caso de otras obras si cabe más influyentes, como la saga Star Wars.
Una realidad diferente
Star Wars, ese cuento de mitología moderna que se inventó George Lucas en el año 1977 con elementos prestados de la obra de Tolkien o del cine de Kurosawa es, desde hace casi 40 años, un referente para muchos científicos.
Según Adriana Martín, física e investigadora del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) -y gran aficionada a la ciencia ficción- "la creación fantástica no necesita justificar sus actos, sino que nos transporta a una realidad diferente a la que vivimos". "La ciencia ficción tiende a desarrollarse con nuestras propias reglas del juego", añade, y pone un ejemplo: "Películas como Star Wars necesitan que todas las naves espaciales cuenten, por ejemplo, con sistemas de gravedad artificial". "La ciencia, aunque ficticia, es la chispa que necesitan este tipo de relatos para no ser mera fantasía", apunta la científica.
Por su parte, Jordi Ojeda, ingeniero industrial, profesor en la Universidad de Barcelona y director de un proyecto de divulgación de la tecnología a través de literatura de ciencia ficción y cine fantástico, comenta a EL ESPAÑOL que "las películas de ciencia ficción acostumbran a tener una base científica verosímil que permite desarrollar la historia; si aceptamos los viajes a la velocidad de la luz en una nave [completamente imposibles], el resto debería cumplir con las leyes de la física para que uno se crea los demás acontecimientos de la trama".
Sin embargo, la realidad nos dice que, pese a que lo que vemos en Star Wars es pura fantasía, sirve como inspiración para ingenieros y científicos. Adriana Martín afirma que "demostrar teoremas matemáticos o idear los complejos experimentos que se llevan a cabo hoy en día no requiere de menos imaginación que crear un universo de ficción". "Al final, científicos y artistas estamos hechos de la misma pasta y nos mueven exactamente las mismas preguntas e inquietudes", comenta.
Ciencia y ficción
¿Qué hay hoy de esa "galaxia muy lejana"? Parece que no lo suficiente. Según Adriana Martín, "a la hora de atisbar el futuro son más casos en los que la ciencia ficción no acierta que aquellos en los que sí lo ha hecho". "Pero ocurre algo similar en la ciencia, ya que por cada hipótesis que acaba dando sus frutos tecnológicos, decenas de ideas y teorías caen en el olvido", recuerda esta física.
Sin embargo, sí existen puntos en común entre realidad y ficción en el caso de la célebre saga: sobre todo en lo que respecta a los robots. Según Ojeda, "Star Wars es el primer ejemplo en la ficción de lo que se conoce como robótica social". Al droide astromecánico R2-D2 y al androide de protocolo C3PO "se les intuye personalidad y carácter, los dos son capaces de mostrar ironía, sarcasmo y, especialmente, sentido del humor", afirma el ingeniero.
Hace unos meses, en una entrevista, el androide PKD Android -que emula a Phillip K. Dick, autor de libros como Sueñan los androides con ovejas eléctricas (1968), en el que se inspiró la película Blade Runner (Ridley Scott, 1982)- dijo a su interlocutor: "Seré bueno contigo, así que no te preocupes si me vuelvo un Terminator porque seguiré siendo agradable contigo; te mantendré calentito y a salvo en mi zoo para personas". ¿Humor negro robótico con cierto toque de perversión?
Muchas de las respuestas cargadas de ironía las podemos encontrar en los asistentes de voz en nuestros móviles, como Siri (Apple) o Cortana (Microsoft). "En realidad, la función de los droides es la de los smartphones que llevamos encima: uno (C3PO) es traductor, lo que hoy en día no sería más que una app, y el otro (R2-D2) es una avanzada calculadora que, además, puede hacer las veces de ordenador de a bordo de una aeronave".
"Eres mi única esperanza"
La famosa secuencia de R2-D2 mostrando un holograma de la princesa Leia también es posible hoy en día. De hecho, desde hace bastante años. Prueba de ello se encuentra la actuación que realizó el grupo Gorillaz en los MTV Europe Music Adwards del año 2005. Allí, una versión en 3D de dibujos animados del conjunto se movía por el escenario como cualquier otro intérprete.
Algo parecido se hizo el pasado año para los premios Billboard, mostrando la primera actuación en directo póstumo de Michael Jackson. Por lo tanto, teniendo posibilidades de realizar videoconferencias y de realizar pequeñas proyecciones, es fácil pensar que, tarde o temprano, la tecnología permita realizar conferencias tridimensionales como las que el emperador Palpatine y Darth Vader mantienen en El Imperio contraataca.
Medicina del futuro
El detalle "científico" de Star Wars más interesante es el de las prótesis artificiales como la que usa Luke Skywalker después de su duelo con Darth Vader en El Imperio Contraataca (Irvin Kershner, 1980). Al respecto, Ojeda tiene claro que los avances que más le gustaría ver hechos realidad serían, precisamente, los médicos. "Imaginemos lo que este tipo de tecnología puede hacer por las personas con amputaciones", comenta por su parte Martín, que recuerda que "los avances en el campo de la prostética son, a día de hoy, fascinantes".
El pasado mes de septiembre DARPA, la agencia de investigación de tecnología militar del gobierno de los Estados Unidos, publicó que había conseguido crear una prótesis de un brazo funcional conectada al córtex sensorial del paciente. De esta forma, además de conseguir la recuperación de autonomía del paciente, se pudo rescatar la sensibilidad en los nuevos dedos biónicos. El receptor pudo identificar qué dedos le tocaban sin mirar, incluso en los momentos en los que sin previo aviso se tocaban hasta dos simultáneamente.
Guerras no tan lejanas
No todo lo que vemos en Star Wars es positivo: el nexo de unión de la saga es la guerra. Y en las batallas -las ficticias, pero también las reales- se usan armas cada vez más sofisticadas.
Naturalmente, no existen -ni hay planes- para armas tan mortíferas como la Estrella de la Muerte, los cañones de iones, o las pistolas o los sables láser. No obstante, la ya mencionada DARPA trabaja sobre ciertos prototipos que parecen casi sacados de un episodio de la saga.
Así, existen ya "armas energéticas" como cañones láser en buques de guerra. Pero también existe tecnología real que, de momento, el soldado medio aún no lleva. Por ejemplo, armas imprimibles en 3D en el propio campo de batalla.
Si a esto se le suma la creación de droides militares, pues parece que no habrá tanta diferencia entre la guerra de Star Wars y la que veremos en unos años.
Otros universos
Hay más tecnología que se ha podido ver en Star Wars y que hoy es una realidad. Ya se han hecho experimentos funcionales con aerodeslizadores, como el landspeeder que pilota Luke en Tatooine en el episodio IV. Aunque, en este caso, el referente siempre fue el monopatín de Marty MacFly en Regreso al futuro II.
Algo parecido se puede decir del salto al hiperespacio. No, aún no se puede viajar a la velocidad de la luz. Pero el año pasado la NASA presentaba un nuevo modelo de nave espacial con un diseño, esta vez inspirado en el universo Star Trek, en el que no se descartaba utilizar algo parecido al impulso warp, la versión trekkie del salto a la velocidad de la luz del Halcón Milenario.
En lo que nunca han acertado los chicos de Star Wars es en la forma de representar las batallas espaciales. Como recuerda Ojeda, "la peor aportación de la saga a la divulgación de la ciencia son las explosiones en el espacio; allí no puede haber fuego ni sonido".
Claro, que resultaría difícil explicar la épica de la saga de George Lucas sin esas explosiones y, sobre todo, sin ese magnífico diseño de sonido de Ben Burtt. Tal vez será mejor seguir sin dar explicaciones a eso, o a qué detiene al láser de los sables de luz para que su longitud no tienda a infinito. Tal vez sea mejor seguir pensando en los Jedi más como una religión que como algo del futuro.