La agencia de noticias Yonhap adelantó la exclusiva que ya ha sido confirmada por Koh Dong-jin, el presidente de Samsung Electronics. La empresa surcoreana ha decidido frenar la salida de su último modelo de smartphone, el Galaxy Note 7, en todo el mundo debido a que, en un número pequeño de teléfonos, la batería explota al cargarse.
Según detalla la compañía, la anomalía ha sido hallada en 35 teléfonos pero se ha decidido retirarlos todos de las estanterías para evitar problemas. "Los productos que llevan instalada la batería problemática representan menos del 0,1% del total vendido", explicaba Dong-jin. "El problema puede ser resuelto simplemente cambiando la batería, pero adoptaremos medidas convincentes para nuestros clientes".
Aunque para Samsung esto haya llegado en el peor momento posible, que las compañías retiren un producto por contener baterías explosivas no es una novedad. Sin ir más lejos, la propia Apple tuvo que afrontar una crisis similar hace diez años por un problema con las baterías de sus portátiles PowerBook.
La ciencia tras las baterías que explotan
Prácticamente todas las baterías que usamos actualmente son de ión de litio. Desde que Sony introdujo las de litio en 1991, los ingenieros han trabajado mucho para limitar la inestabilidad de este metal, que ha provocado muchísimos accidentes y retiradas de producto. Por eso se optó por el ión de litio, una variedad menos inestable de este componente. El principal riesgo está en que, al cargar la batería, puede provocarse una fuga térmica o thermal runaway.
Por raro que sea, el fenómeno de las baterías explosivas es lo suficientemente preocupante como para que los científicos se hayan volcado en entenderlo y tratar de solucionarlo. En 2012, un estudio publicado en Journal of Power Sources por Qingsong Wang y otros investigadores del gobierno chino estimaba en decenas de miles los accidentes provocados por la explosión de una batería de ión de litio en teléfonos móviles.
En ocasiones, algunas partículas metálicas pueden entrar en contacto con la pila de la batería y provocar un cortocircuito. Los fabricantes han tratado de minimizar este riesgo y las baterías más modernas cuentan con sistemas para evitar la fuga térmica. Sin embargo, cuando suficientes partículas metálicas convergen en un mismo punto, la temperatura puede elevarse a unos niveles incontrolables. Esta circunstancia se acrecienta al cargar el móvil. De acuerdo con Sony Energy Devices, la división de la empresa que desarrolló esta tecnología, si la batería supera los 130-150ºC la batería se vuelve térmicamente inestable y la fuga térmica es inminente. A partir de ahí, la temperatura puede alcanzar rápidamente los 500ºC y provocar un incidente muy serio al usuario.
La explicación más sencilla es que, como indica Wang, "la temperatura de una batería de ión de litio está determinada por el balance de calor entre la cantidad generada y la disipada en la batería". El problema es que el calor que se crea sigue una función exponencial y el que se disipa una función lineal. ¿Qué significa esto? Que cuando la batería no logra disipar el calor que crece anormalmente rápido, ésta se calentará aún más rápido gracias a las reacciones químicas que se producen y aceleran el proceso.
Cuando la explosión sucede en un teléfono móvil puede ser grave, pero por desgracia la cosa no acaba ahí. En los últimos años, varios autobuses eléctricos en China y Japón e incluso un Boeing 747 en Dubai han sufrido combustiones espontáneas de sus baterías de ión de litio.