¿Por qué comemos palomitas cuando vamos al cine?
Hoy en día es difícil imaginarse los cines sin las palomitas de maíz, es toda una tradición. Sin embargo, esto no ha sido siempre así.
4 marzo, 2017 18:30Hoy en día es difícil imaginarse los cines sin las palomitas, es toda una tradición. Seamos sinceros, las películas se disfrutan más cuando llegas a tu butaca con un cubo XXL de palomitas. Sin embargo, como cuentan el New York Times, esto no ha sido siempre así.
Cuando comenzaron a aparecer los primeros cines, éstos querían tener una imagen similar a la de los teatros de la época. Además, como las proyecciones eran mudas, la alfabetización era un requisito necesario por lo que los cines querían mantener una imagen educada y culta. Algo que desde luego no representaban unas palomitas que se habían popularizado en las ferias. De ahí que estos deliciosos y ruidosos pedacitos de cielo estuviesen más que prohibidos en las salas.
Hacía 1927 empezaron a aparecer las primeras películas habladas con lo que el cine dejó de ser algo sofisticado para unos pocos para convertirse en entretenimiento para las masas. Las palomitas de maíz eran un aperitivo bastante popular en la época (además de muy económico), por lo que no es de extrañar que el gran público empezase a llevárselas al cine. Hubo muchos cines que se negaron, puesto que querían mantener ese estatus de teatro, pero como eran los años de la gran depresión no tardaron en ceder ante los deseos del público para poder sobrevivir.
El negocio de las palomitas de maíz
Al principio ningún cine contaba con máquinas de palomitas, por lo que todo el negocio lo tenían los vendedores ambulantes que se situaban a la entrada. Era un buen negocio, puesto que no sólo vendían a los cinéfilos si no también a los transeúntes que pasaban por delante. Y digo era por que los cines no tardaron en echar a los vendedores ambulantes de sus calles cuando se dieron cuenta de los ingresos que podía suponer.
Pero los cines no sólo se limitaron a vender palomitas en sus tiendas, también empezaron a ofrecer golosinas, refrescos y chocolatinas. Todos estos dulces rivalizaron con las palomitas hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando las ventas de palomitas en Estados Unidos se disparó. Casi todo el azúcar era utilizado por el ejército así que no quedaba mucho para fabricar chocolatinas. Mientras, la sal seguía estando disponible por lo que las palomitas de maíz se quedaron sin rival en las butacas.