Cuando todos creíamos que las cosas no podían ir peor en España en lo que a hostelería se refiere nos encontramos con una de las noticias más tristes en el mundo de la restauración. El restaurante Zalacaín de Madrid ha tenido que echar el cierre definitivo.
Zalacaín fue el primer gran restaurante de España, el primero en conseguir las tres estrellas Michelín, máximo galardón entregado por la mítica guía que premia la calidad de las elaboraciones gastronómicas.
Tras el cierre provisional de marzo que comenzó con el estado de alarma, Zalacaín tenía la esperanza de poder reabrir sus puertas, pero no ha podido ser. Zalacaín no se ha podido recuperar de un batacazo tan grande en un momento tan complicado para la hostelería española. La pérdida del turismo y la bajada del consumo acelerada cada vez más por el miedo a una recesión económica han llevado al cliente a consumir cada vez menos en restaurantes de alta cocina.
Zalacaín es historia
Zalacaín, perteneciente a Grupo LaFinca, nació en 1973 y trabajó para alcanzar cotas de excepcionalidad y elegancia en cada uno de sus servicios. Tras su renovación en 2017, el restaurante situado en el centro de Madrid se convirtió en el lugar de encuentro y acuerdo en el mundo empresarial, político y social y de referencia gastronómica en España. Su equipo de profesionales consiguió cumplir a la perfección los objetivos de cada evento, así como atender a sus clientes de manera única y exclusiva. La alta calidad en sus productos es otra de sus señas de identidad.
En junio de 2017 Zalacaín cerró cuatro meses el restaurante para realizar una reforma que le haría entrar en su tercera etapa de vida. El chef Julio Miralles y la directora de operaciones Carmen González desarrollaron un proyecto que se presentó ante sus clientes en un perfecto equilibrio entre lo tradicional y lo actual, entre la cocina y la sala, entre la experiencia de su equipo de siempre y el empuje de sus nuevas incorporaciones.
Zalacaín fue desde siempre un lugar de encuentro a nivel político, empresarial y social. La calidad de servicio, la mezcla de formalidad y cercanía exquisitamente medida basada en la experiencia y formación de cada uno de las 40 miembros de su equipo, lo convirtió en todo un referente en el mapa gastronómico madrileño.
El equipo de sala que dirigía Carmen González se componía por tres metres, cinco jefes de rango, un barman, seis ayudantes de camarero, un sumiller, una guardarropa y una hostess. Como directora de operaciones, Carmen fue la responsable de ejecutar el proyecto, buscando los niveles de excepcionalidad que la propiedad exigía. Así fue la encargada de dirigir a los equipos, sacar lo mejor de cada uno, medir milimétricamente los detalles y conseguir que la experiencia del cliente en Zalacaín fuese inolvidable.
Por su parte, Julio Miralles, Chef ejecutivo de Zalacaín, era quien producía sus platos y creaciones con la ayuda de un equipo formado por 13 personas en cocina. El concepto gastronómico de este emblemático restaurante se basaba en la excelente elección del producto, en la cocina de fondos y raíces y en las sugerencias fuera de carta con producto de temporada. Tras la reforma de 2017 Miralles contaba que ha cambiado sobre todo la percepción visual que recibe el cliente, puesto que en la tercera etapa de Zalacaín se intentó dar luz a los platos de siempre.
Raúl Miguel Revilla fue el sumiller en Zalacaín, discípulo de Custodio López Zamarra, con el que trabajó conjuntamente durante 17 años hasta que Custodio se jubiló en 2014. La carta de vinos ofrecía más de mil referencias entre tintos, blancos, rosados, espumosos, dulces y generosos. Una propuesta que ofrecía no solo los clásicos y bodegas con mucho bagaje, si no también pequeños productores que trabajaban para ofrecer vinos únicos, especiales y muy diferentes. Revilla llevaba 22 años en Zalacaín y fue premiado en 2017 con el Premio Nacional de Gastronomía en la categoría de Mejor Sumiller.
Hoy todo esto es historia. El restaurante que posicionó España en lo más alto de la gastronomía internacional ha tenido que cerrar debido a los estragos que está causando la mayor crisis de la hostelería en mucho tiempo. Adiós y gracias, Zalacaín.