La miel es un endulzante natural que muchas personas utilizan como alternativa al azúcar porque se cree que es mucho más saludable, aunque se ha demostrado que no es exactamente así y que las diferencias nutricionales entre ambas opciones no son tan grandes.
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No obstante, la miel es un alimento perfecto para, por ejemplo, compactar barritas de cereales o aportar aromas a los platos, entre otros usos. Sin embargo, muchas veces ocurre que compramos en el supermercado un bote de miel y, tras varias semanas, esta se vuelve dura e incomestible, a menos que la calentemos al baño maría unos minutos.
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Esa solidificación puede darse por varios motivos, como una mayor proporción de glucosa que de fructosa, una temperatura ambiente baja, un clima húmedo, o la presencia de impurezas no disueltas en su composición. Aun así, la cristalización es un proceso natural y no significa que la miel se encuentre en mal estado o que haya perdido calidad. De hecho, lo que demuestra es que esa miel que se va a consumir es realmente pura, así que se trata de algo más positivo que negativo.
Pero, ¿podemos impedir que esto ocurra? La respuesta es que sí. Con el paso del tiempo, lo más común es que la solidificación de la miel se acabe dando de una forma u otra, pero, por fortuna, podemos retrasar ese momento lo máximo posible si llevamos a cabo un truco muy sencillo y rápido que explicaremos a continuación.
Lo primero que tenemos que hacer es evitar que la miel esté en un bote de plástico. Si la compramos así en el supermercado, cuando lleguemos a casa deberemos moverla inmediatamente a un bote de vidrio. Hecho esto, introduciremos en el frasco una zanahoria limpia y seca, pero sin pelar y cerraremos el recipiente herméticamente.
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Sí, sí, has leído bien. ¿Y por qué hacemos esto? La zanahoria contiene un 90% de agua, lo que ayuda a que la miel mantenga su humedad y se conserve en estado líquido durante más tiempo sin perder sus propiedades naturales. Fácil, ¿verdad? Así te evitarás tener que recalentar la miel cada vez que se cristalice y podrás mantenerla en perfecto estado durante mucho más tiempo, incorporándola más a menudo a tus comidas.