Impulsar entornos rurales, favorecer el relevo generacional y generar un impacto social positivo son algunas cualidades que poseen los 10 productores que han sido seleccionados entre los 200 que aspiraban a recibir uno de los premios que cada año otorgan el BBVA junto con El Celler de Can Roca.
Por quinto año consecutivo, el equipo formado por el banco y el restaurante ha destacado la labor de una decena de negocios que apuestan cada día por aplicar la sostenibilidad medioambiental en sus modelos de producción. Aparte del reconocimiento, los galardonados formarán parte de un plan de difusión que tiene como fin dar a conocer sus historias y sus productos serán incluidos en una receta creada por los hermanos Roca.
En esta edición se han presentado productos de 14 sectores diferentes entre los que destacan los productos hortofrutícolas, los vinos, los quesos y los aceites. Un 70 % de los productos que aspiraban a estos galardones pertenecen a estas categorías.
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Para celebrar la quinta edición de los premios, a finales de año, los 46 ganadores de las cinco ediciones optarán a un premio en metálico de 5000 euros. El productor merecedor de esta distinción será elegido por un jurado formado por miembros de la entidad bancaria, del restaurante de los hermanos Roca y de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES).
Carne de cordero, chorizo vegano, queso o aceite entre los más sostenibles
La ganadera María Pía Sánchez Fernández (Badajoz) gestiona su dehesa, dedicada a la ganadería de ovino merino de raza blanca y negra, aplicando principios de la agricultura y ganadería regenerativas, la introducción de colmenas para mejorar la polinización y el abandono de la labranza tradicional.
Atalaya Bio es una empresa madrileña que destaca por su enfoque conservacionista y sostenible. Se dedican a producir miel a partir de la floración del aloe vera en una finca de Murcia. El cultivo de esta planta es altamente eficiente en relación con la gestión del agua, ya que demanda siete veces menos que una hortaliza gracias a su gran adaptación al clima desértico cálido. Para hacer aún más eficiente el consumo, utilizan un sistema de riego sofisticado y practican la agricultura biodinámica, que mejora la retención de agua en el suelo.
Bodegas Robles, en Córdoba, tienen casi 100 años, pero fue a finales de los 90, cuando la tercera generación asumió el liderazgo y decidió apostar por el retorno a los cultivos tradicionales. Esta empresa ha implementado en las últimas décadas medidas como la reducción del uso de envases, la promoción de elaboraciones de menor impacto ambiental, el uso de energías renovables, el reciclaje y el compostaje. El producto que ha conquistado al jurado es el aliño Agraz Verjus Robles.
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También va por su tercera generación La Carrasca, una empresa turolense dedicada al cultivo tradicional de la zona, el azafrán, combinado con la innovación para crear nuevas elaboraciones –como el agua de mar con azafrán ecológico que ha recibido el premio en esta edición– que resalten todas las cualidades de esta especia.
Liderada por una segunda generación de mujeres en Santander, Orulisa es una destilería artesanal que fue pionera en el uso de alambiques tradicionales de cobre para elaborar aguardientes en el valle del Liébana bajo la marca Justina de Liébana.
También en el norte, pero en Sisiello (Gijón) está la finca Terramor, que produce y comercializa kiwinos, una fruta similar al kiwi, pero de tamaño mini.
El aceite de oliva también ha estado presente entre los productos más sostenibles de esta última edición, Oli Migjorn (Barcelona) se dedica al cultivo de olivos y a la producción de aceite de oliva virgen extra ecológico. Apuestan por la recuperación de la variedad local Corbella y la conexión con el territorio. Colaboran con el IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria) para la investigación y desarrollo de esta especie de aceituna, y participan en diversos proyectos para promover la venta de proximidad.
También de Barcelona es el vino más sostenible, el Clos Ancestral 2022 de Familia Torres. La bodega, fundada hace 150 años y con raíces vitícolas en Vilafranca del Penedès (Barcelona) desde el siglo XVI, ha transmitido la pasión por el vino de generación en generación. En la actualidad, elaboran vinos de viñedos singulares y recuperan variedades ancestrales mediante viticultura regenerativa, consiguiendo rescatar la variedad ancestral Moneu.
Calabizo (Pontevedra) es una empresa cuya política de sostenibilidad se basa en tres pilares: 100 % materia vegetal, 100% materia prima local o nacional, y procesos físicos sin aditivos. Para la elaboración de sus productos (como el calabizo que ha premiado el jurado, un chorizo de calabaza 100 % vegetal) ponen en funcionamiento prácticas que reducen el consumo de agua, favorecen el reciclaje de residuos y mejoran la eficiencia energética, logrando reducir su consumo eléctrico en más de un 35 %.
El último de los productos premiados es un queso zamorano de Beato de Tábara, hecho a partir de la leche de sus propias cabras. Estos animales se alimentan con pasto natural, forrajes ecológicos y cereales de agricultores locales.