"La mejor dieta para envejecer". Bajo este atractivo rótulo la catedrática Rosaura Leis iniciaba su ponencia este martes en la 6ª edición del Encuentro de los Mares celebrada en Tenerife. Leis, presidenta de la Fundación Española de Nutrición (entre otros cargos), ha reivindicado una alimentación propia de su región que, por desgracia, se está perdiendo.
"Ha habido una transición nutricional en los últimos 50 años", explica. "En los 60 teníamos poca ingesta de alimentos, sí, pero la distribución de grasas y carbohidratos era mucho más saludable que en los 2000. Ahora hay una bajada de carbohidratos y un aumento de las proteínas".
"Antes los niños decían 'mamá, tengo hambre'; ahora dicen 'mamá, no tengo hambre'". La mejora de la situación económica en los hogares y un mayor acceso a los alimentos han sido algunas de las causas de esta transformación, tal y como asegura la experta.
Comemos más, pero no mejor. "En 2022 por primera vez el sobrepeso alcanzó a la desnutrición en el mundo; tenemos la misma prevalencia de sobrepeso que de desnutrición". De hecho, en Galicia se ha observado un aumento de la talla en los últimos años asociada, al mismo tiempo, a un incremento de enfermedades como la obesidad.
"Una niña de 1991 en Galicia, comparada con una de 2015, engordó una media de 15 kilos, aunque es verdad que también aumentó en centímetros. Pero sobre todo hubo un aumento de grasa corporal, no de peso: eso es la obesidad". Y es que "no toda la grasa corporal es igual", pues, "según su localización", puede asociarse a unas enfermedades u otras.
La obesidad en los niños tiene comorbilidades, es decir, va de la mano con otras afecciones, como pueden ser la apnea del sueño, diabetes, hipertensión o problemas en el desarrollo psíquico y social. "La obesidad está estigmatizada, por lo que hace que el niño tenga mayor fracaso escolar, mayor riesgo de sufrir depresión y más tentativa de suicidio".
Las claves de la dieta atlántica, una de las más saludables
"Si queremos salud, debemos volver a las dietas tradicionales desde el primer momento de nuestras vidas", ha defendido Rosaura. En concreto, ella respalda la llamada 'dieta atlántica', propia de Galicia y el norte de Portugal, con una evolución de más de 2.000 años. "Como toda dieta saludable, se caracteriza en el abundante consumo de pescados, mariscos, moluscos y crustáceos (frescos, en conserva o congelados). En definitiva, se basa en el producto local, fresco, mínimamente elaborado", ha detallado.
Seguidamente, ha enumerado los 'diez mandamientos' de esta dieta atlántica, entre los que estarían consumir más grano entero, más pescado, más vegetales, frutas y aceites de oliva, más lácteos, más carnes y embutidos magros. También ha de predominar el vapor, la cocción, la plancha y el horno, evitando las frituras. Asimismo, se deben limitar las comidas rápidas ricas en grasas y azúcares o las bebidas azucaradas.
Como vemos, al igual que en la mediterránea, aquí el pescado tiene un papel fundamental, puesto que es una importante fuente de nutrientes esenciales como el Omega 3, aunque no sólo: "Es mucho más que ácidos grasos polinsaturados. Es una suma de beneficios, de sinergias entre sus componentes", ha dicho.
Según la pediatra, el consumo recomendable de pescado es de tres raciones a la semana, dando prioridad al pescado azul: "Es muy importante desde el punto de vista de la fertilidad, porque mejora la calidad del esperma; pero también es clave en el embarazo para el desarrollo del feto. Y en personas mayores, lo es para su capacidad cognitiva".
Unos hábitos alimenticios en peligro de extinción
Sin embargo, pese a todos sus beneficios, la ingesta de pescado está decreciendo: "Hay un importante descenso en el consumo de pescado en niños de 1 a 9 años". Esto va a unido a una progresiva desaparición las dietas tradicionales, tanto mediterránea como atlántica, como ya advirtió la FAO en los años 80.
Para ilustrarlo, Leis ha aludido a un estudio en el que ningún niño de entre una muestra de 1.700 cumplía las recomendaciones alimenticias: "Esto va relacionado directamente con la obesidad y el uso de pantallas mientras comemos, un verdadero riesgo". Y es que para Leis no solo es importante qué comemos, "sino cómo lo comemos y cuándo lo comemos": "Ahí está la importancia de la crononutrición, en qué momento se toma".
Como conclusión, la investigadora ha llamado a la acción: "Tenemos que detectar, paliar y educar". Los abuelos nos pueden enseñar a cocinar y a recuperar dietas, pero también los padres, profesores y políticos tienen un papel fundamental en esta problemática, es una responsabilidad conjunta que no podemos posponer por más tiempo, pues "si nuestros niños siguen comiendo menos que como comían nuestros antepasados, van a vivir menos que sus padres y sus abuelos".