Las consecuencias del cambio climático amenazan con transformar radicalmente los paisajes y tradiciones de nuestro ecosistema, y uno de los escenarios donde más se siente es en la viña. Como respuesta a esta carrera por la adaptación siguen proliferando proyectos que protegen el valor de su entorno. 

Entre tantos, el proyecto de Vendimia de Invierno se ha consolidado como una respuesta innovadora y resiliente. Este ambicioso proyecto, liderado por El Grifo, una de las bodegas más antiguas de Canarias, ha demostrado ser un éxito en su tercera vendimia consecutiva, desafiando las incertidumbres climáticas y elevando el listón de la sostenibilidad vitivinícola.

La génesis de un vino singular

El proyecto de Vendimia de Invierno comenzó en 2022 como una respuesta a los desafíos que plantea el cambio climático para la viticultura. En un mundo donde las temperaturas medias suben y las lluvias son cada vez más impredecibles, la bodega El Grifo, bajo la dirección de la enóloga Elisa Ludeña y el asesoramiento de Xabier Kamio, optó por alterar el ciclo de cultivo tradicional de la vid en Lanzarote.

La enóloga Elisa Ludeña durante la vendimia.

Lanzarote, con su orografía plana y expuesta a las variaciones climáticas, no tiene la opción de trasladar sus viñedos a mayores altitudes, como ocurre en otras regiones vitivinícolas del mundo. Por ello, el equipo de El Grifo tomó una decisión innovadora: adelantaron la vendimia a los meses más frescos del año. El resultado ha sido extraordinario, reduciendo el estrés hídrico de las viñas y manteniendo el frescor característico de los vinos atlánticos.

Tres años de éxito: La evolución del proyecto

En 2022, en una finca situada en Playa Quemada, en el municipio de Yaiza, la bodega cosechó 3.600 botellas de un vino excepcional. Fue un primer paso decisivo que demostraba que la vendimia invernal no solo era posible, sino también prometedora. En 2023, el proyecto se expandió, incluyendo más fincas en distintos puntos de la isla como La Geria, Cuchillo y Masdache, y se recolectaron 2.262 botellas.

La vendimia de 2024 ha sido la más desafiante hasta el momento. Con el objetivo de ampliar conclusiones y comparar el impacto del cambio climático, El Grifo decidió modificar el proceso de elaboración. Si en los dos primeros años se había optado por una maceración carbónica, en 2024 se adoptó una vinificación tradicional, similar a la utilizada para su afamado Seco Colección. Este cambio ha permitido un análisis más exhaustivo de las diferencias entre cosechar uvas en invierno o verano, confirmando que las uvas de invierno, expuestas a una menor integral térmica, mantienen una frescura superior.

El resultado es un vino que expresa la esencia de Lanzarote. Con su color amarillo pajizo, limpio y brillante, y sus aromas terpénicos de rosa, azahar y fruta cítrica fresca, Vendimia de Invierno 2024 es una oda a la malvasía volcánica. En boca, sorprende con una peculiar salinidad que recuerda la cercanía del océano Atlántico, acompañado de una mineralidad marcada y una acidez equilibrada que le otorga longitud y persistencia.

Un hito sostenible y resiliente

Este tercer año del proyecto no solo consolida la viabilidad de la vendimia de invierno en Lanzarote, sino que refuerza la importancia de la investigación y la adaptación ante el cambio climático. Con la obtención de 1.700 botellas en 2024, El Grifo ha demostrado que la sostenibilidad no está reñida con la excelencia enológica. Al contrario, se presenta como una vía ineludible para garantizar el futuro de la viticultura en Canarias.

Malvasía volcánica.

El camino que ha tomado esta bodega es, sin duda, una lección magistral sobre cómo las bodegas del mundo pueden adaptarse a las nuevas realidades climáticas. La apuesta por la vendimia en los meses más fríos, alineando el ciclo de la vid con el clima más benévolo, ofrece una ventana de esperanza para la producción de vinos de calidad en tiempos de cambio.

Con su tercera vendimia consecutiva, Vendimia de Invierno 2024 marca un antes y un después en la viticultura canaria, mostrándose como un faro de resiliencia y sostenibilidad en un mundo cada vez más afectado por las variaciones climáticas. Este proyecto demuestra que la tradición vitivinícola no solo puede adaptarse, sino que puede prosperar, evolucionar y reinventarse, respetando el entorno y ofreciendo vinos de una calidad excepcional.