
Los trabajadores despedidos de Vidriería Rovira protestan frente al pabellón 8 de la Wine Week Barcelona, este martes 4 de febrero.
Vidriería Rovira, con clientes como Freixenet, despide al 95% de su plantilla: "Sí somos rentables, nos han engañado"
Empleados de la centenaria fábrica de vidrio se manifiestan en la Barcelona Wine Week contra el cierre "injusto" de la empresa.
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Es martes 4 de febrero en la 5ª edición de la Barcelona Wine Week (BWW), la mayor feria de vinos de toda España. Un congreso que nació de otro, Alimentaria, tras las demandas de los bodegueros de contar con un evento exclusivo para su sector. En la Avenida de la Reina María Cristina, frente a uno de los pabellones de la BWW, se escuchan cánticos y pitidos que atraen la atención de los transeúntes. "¡No compréis botellas a Owens-Illinois, que nos cierran la planta!", corea una docena de hombres con una enorme pancarta blanca.
Ellos son antiguos empleados de Vidriería Rovira, una empresa catalana dedicada a la producción de envases de vidrio para diversas marcas (como Codorníu, Vichy Catalán o Freixenet) que fue absorbida por el grupo americano Owen-Illinois (O-I) hace 20 años. El pasado miércoles 29 de enero, la dirección de la compañía informó del cierre de la planta de Barcelona, lo que supone el despido del 95% del personal. Unas "168 familias" que se quedan en la calle, como reza el cartel que sostienen los trabajadores durante su protesta. "No nos lo esperábamos nadie, ni siquiera el director de la fábrica", aseguran.
¿Las razones de esta decisión? Según Jordi Márquez Mora, uno de los trabajadores presente en la concentración, O-I se justifica alegando "que ha bajado el mercado del vino, que no hay demanda". Pero para Jordi y sus compañeros esto es "incierto". "Es mentira que no se vendan botellas de vino, es un mercado en auge, aquí tenemos la prueba", arguye señalando uno de los rótulos publicitarios de la BWW.

Un grupo de empleados de Vidriería Rovira se manifiesta durante la BWW.
"El vidrio no es una cosa que vaya a dejarse de fabricar; de hecho, se debería fabricar más porque no contamina, lo puedes utilizar infinidad de veces, es 100% reciclable, sostenible, no interfiere en el sabor de los alimentos ni de las bebidas... ¡Es el mejor envase que hay!", añade Márquez.
Sin embargo, los directivos defienden que Vidriería Rovira ha dejado de ser rentable. "Nosotros no somos rentables porque ellos se han llevado nuestras producciones fuera de España; cuando trabajábamos para el mercado local, en la zona del Penedés o de la Rioja, no había ningún problema, pero transportar las botellas a Italia u otros países tiene un coste muy elevado", explica.
Miguel Ángel Martín, otro de los afectados, coincide con su compañero: "Han estado manipulando los datos, nos han quitado producciones y nos han dado las que ellos han querido, y cuando han dejado de generar ganancias, han empezado a decir que no somos rentables... ¡Pero si son ellos quienes nos han quitado las botellas de Codorníu y las están frabricando en Francia! Con que hubiésemos mantenido nuestro mercado local habría sido más que suficiente".
Otro hombre ejemplifica la situación con la siguiente metáfora: "Imagínate que tienes dos restaurantes y te llegan un montón de reservas, pero tú sólo metes a todos los clientes en uno de ellos y el otro lo dejas vacío. Entonces, el otro, que es tu socio, se queja porque no le da para vivir, pero tú le tranquilizas y le respondes que se van a repartir las ganancias. Y, dicho esto, días después le anuncias que vas a cerrar su restaurante porque ya no es productivo. Pero, ¿cómo no va a ser productivo? Lo que pasa es que no estás llevando clientes al local, estás desviando la clientela".
📢 Avui hem estat al costat de la plantilla de Vidreria Rovira defensant la continuïtat de l'activitat productiva i els llocs de treball!
— CCOO Indústria Catalunya (@FICCOOCat) February 6, 2025
Ens hem concentrat a les portes de l'empresa, coincidint amb la 1a reunió de negociació de l'expedient per deixar-li clar: NO AL TANCAMENT! pic.twitter.com/qw9WDJN4z5
Toda comenzó cuando entró un nuevo CEO a la multinacional, Gordon Hardey, y empezó a poner en práctica una estrategia denominada Fit to Win. Este programa tiene como objetivo reducir estructura organizativa y costes operativos, incluyendo la eliminación de un 4% de la capacidad industrial de la compañía en el mundo.
"Hardey, tomando esta nueva estrategia, se está fiando de lo que le han dicho los que nos han conducido a esta situación, los que han manipulado las producciones y nos han quitado a nuestros clientes más potentes", cuenta Jordi.
"Nuestra multinacional está dividida por regiones, nosotros pertenecemos a la de España-Francia. En Francia hay nueve plantas y aquí dos, una en Barcelona y otra en Sevilla. El mercado francés ha dominado siempre y ahora nos están señalando a nosotros como los culpables, pero hay que recordar que hace sólo cuatro años éramos de los primeros de Europa dentro de nuestra región... ¿Cómo puede ser que el que era el buque insignia hasta hace poco cierre de repente?", inquiere.
La decisión, por desgracia, parece estar tomada: 168 trabajadores se quedarán sin oficio y sólo permanecerán unos pocos comerciales, entre siete u ocho, para hacer de intermediarios con Francia. Pero esto no sólo les afecta a ellos: "Hay puestos indirectos que también salen perjudicados; nosotros invertíamos 40 millones de euros al año en proveedores y en mercado local (recambios de máquinas, talleres mecánicos, servicios de limpieza...). Ya hay subcontratas que han cerrado. Esto hace daño a mucha gente", lamenta Miguel.
Por si fuera poco, nos cuentan que también quieren demoler la planta para que ningún otro fabricante de vidrio la adquiera y les quite cuota de mercado: "Lo lógico sería que viniese otro comercial y nos diera trabajo, la gente ya está formada, sólo haría falta arrancar el horno y ponernos a hacer botellas, pero prefieren quitar tejido industrial a las ciudades".
Por lo pronto han iniciado un periodo de consultas y están pidiendo a las autoridades competentes que detengan el cierre de la empresa. "La única esperanza es que el Govern les obligue a no cerrar o les haga traspasar la planta a otro fabricante de vidrio; no tiene sentido deslocalizar una planta que tiene producción y llevársela fuera de España", razonan.
Algunos ya han comenzado a plantearse buscar trabajo en otras partes. "Yo llevo días que no duermo, en estos meses de ERE estábamos convencidos de que íbamos a arrancar de nuevo, nos lo prometieron, pero no era cierto", susurra Miguel. "Si nos hubieran avisado con antelación, si hubiesen sido sinceros, podríamos habernos preparado. Además, hay gente con edades entre 50 y 55 años que va a tener muchos problemas para volver a trabajar, pero a ellos les da igual", suspira Jordi, despidiéndose. Mientras, poco a poco, regresan la rabia, las consignas y la esperanza. La trémula esperanza de que se haga, al fin, justicia.