Hacer croquetas en casa requiere tiempo, no es difícil, pero sí es algo laborioso. La buena noticia es que se congelan fenomenal, así que, una vez nos ponemos a ello, merece mucho la pena hacer un buen lote y congelarlas.
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Otra opción cuando el tiempo escasea es comprarlas congeladas, pues hay algunas muy buenas que nos pueden sacar de algún apuro. Lo bueno de las croquetas congeladas es que se convierten en un plato rapidísimo de preparar, pues pueden ir directas a la sartén o al freidora. Resumiendo, que si te gustan las croquetas no pueden faltar en tu congelador.
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Algunos trucos para congelar las croquetas
Si las croquetas las vamos a congelar nosotros, tenemos la ventaja de que podremos hacerlo de manera que la fritura resulte óptima. Para ello, debemos tener en cuenta las siguientes dos cosas:
- El tamaño. Aunque muchas veces, por acabar cuanto antes, entran ganas de hacer croquetas gigantes, si las vamos a congelar, nos interesa que sean pequeñas. Lo ideal es que sean bolas o cilindros de unos 2 cm de diámetro.
- El proceso de congelación. Para congelar las croquetas y que no se nos queden pegadas unas a otras, según las terminamos de rebozar, las vamos colocando sobre una bandeja sin que se toquen unas a otras. Cuando las tengamos todas, metemos la bandeja en el congelador con las croquetas sin tapar. Esto hará que el rebozado se reseque y cuando se frían quedará aún más crujiente. Cuando estén completamente congeladas, podremos pasarlas a una bolsa y conservarlas durante meses.
Cómo freír croquetas congeladas
Se pueden freír de dos maneras, haciéndolo todo en una sartén con abundante aceite a temperatura media-alta o dando una fritura breve a temperatura más alta y terminando de hacerlas en el horno para que se descongelen completamente.
En sartén o freidora
Las freiremos a una temperatura de unos 150 ºC para asegurarnos de que se descongelan completamente por dentro sin quemarse por fuera. Es importante tener en cuenta lo siguiente:
- Debe haber suficiente cantidad de aceite para que las croquetas queden completamente sumergidas. Si solo ponemos un fondo de aceite, pensando en ir dándoles la vuelta, hay muchas papeletas para que se rompan y se salga la bechamel.
- Debemos mantener constante la temperatura durante la fritura, eso lo conseguiremos echando pocas croquetas de cada vez, pues si echamos muchas, se nos enfriará el aceite y las croquetas lo absorberán más quedando pesadas y grasientas.
- Cuando estén bien doradas por fuera, podemos retirarlas a un papel absorbente si las vamos a comer de inmediato. Si vamos a tardar aún unos minutos en servirlas, por ejemplo, porque tengamos que freír mucha cantidad, es mejor dejarlas escurrir sobre un colador para que no “suden” sobre la grasa que han escurrido en el papel y se pongan blanditas.
En el horno
Freír las croquetas directamente en el horno o en la freidora de aire no da buenos resultados, pero, en cambio, si damos una fritura a muy alta temperatura al principio para dorar el rebozado y luego las llevamos al horno para que se termine de descongelar el interior obtendremos muy buenos resultados, de hecho, muchos restaurantes utilizan esta técnica.
Para hacerlo así, debemos utilizar un aceite capaz de aguantar temperaturas muy altas, como el de girasol alto oleico o el aceite de orujo de oliva.
Para usar este método, haremos lo siguiente:
- Paso 1. Precalentamos el horno a 200 ºC o una freidora de aire a 170 ºC.
- Paso 2. Freímos las croquetas en abundante aceite caliente a 200 ºC durante uno o dos minutos para que se doren por fuera. Hay que freír pocas de cada vez para no bajar la temperatura.
- Paso 3. Terminamos de freír las croquetas introduciéndolas en el horno o la freidora de aire precalentados durante 3 minutos (o 4 si son muy grandes).