El agua es imprescindible para la vida, podemos aguantar menos tiempo sin beber agua que sin comer, de ahí la importancia de mantenerse siempre correctamente hidratados. Explicaba el otro día el doctor David Callejo en su cuenta de Instagram que es necesario beber, incluso, si no sentimos sed. Según los datos de un estudio realizado por la empresa air up, dedicada a la fabricación de botellas rellenables, el 14 % de los españoles beben menos de 1,5 litros de agua al día, cantidad mínima recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
Esta necesidad de consumir agua se acrecienta en verano, pues sudamos más y nuestro cuerpo necesita reponer los líquidos con más frecuencia. Por eso, si salimos de casa y vamos a estar fuera unas horas, es muy aconsejable llevar encima una botella de agua en el bolso o en la mochila, especialmente, si vamos a movernos por una zona en la que no haya fuentes de agua potable o no tengamos opción de adquirir agua fresca.
El truco viral para mantener el agua fresca durante más tiempo
Desde la cuenta @milarcomelsa han compartido un sencillo truco para que el agua de nuestra botella se mantenga fresca durante un tiempo prolongado si no disponemos de una botella térmica.
Lo que debemos hacer es muy sencillo, simplemente tenemos que llenar la botella de agua hasta la mitad y llevarla al congelador en posición horizontal. Si tenemos espacio suficiente en nuestro congelador, podemos hacerlo con varias botellas y así las tendremos listas para usar siempre que las necesitemos.
Cuando vayamos a salir de casa, rellenamos el resto de la botella con agua del grifo y así nos aguantará fresca durante algunas horas. Es importante que, a la hora de congelar, la botella esté en posición más o menos horizontal o, ligeramente inclinada, pero siempre con el cuello de la botella más arriba que el fondo para que no se forme hielo en la boca de la botella.
Congelar la botella en posición horizontal tiene dos ventajas, la primera, que nos va a servir prácticamente cualquier congelador por pequeño que sea y, la segunda, que aumentamos la superficie de contacto entre el agua y el hielo respecto a si congelásemos la botella en vertical.
Así se mantenía el agua fresca en España hace más de 3500 años
Cuando no existían los congeladores ni las neveras ni la electricidad y cuando las únicas opciones para conseguir hielo era esperar al invierno en una zona de clima de montaña, en nuestra costa mediterránea ya disponían de un sistema para mantener el agua fresca.
Se trata de un invento con más de 5500 años que tuvo su origen en Mesopotamia y el más antiguo que se conserva en España, que tiene unos 3500 años, se encontró en una localidad murciana hace tan solo 60 y está expuesto en el museo arqueológico de Murcia. Estamos hablando del botijo.
La explicación de por qué el botijo mantiene el agua fresca -puede llegar a mantener el agua unos 10 - 15 ºC por debajo de la temperatura ambiente- tiene que ver con el material del que está hecho.
El barro es un material poroso que permite que minúsculas gotas de agua se filtren a través de él y lleguen a la superficie exterior. Al entrar en contacto con una temperatura mucho más alta, esta agua se evapora absorbiendo calor, lo que produce que el agua del interior se enfríe.
Hace ya unos cuantos años, una pareja de profesores de la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid elaboró un modelo matemático para cuantificar la eficiencia del botijo como sistema para enfriar el agua.
Para ello diseñaron un experimento en laboratorio con temperatura controlada que simulaba las condiciones que pueden darse en un día caluroso, 39 ºC de temperatura y un 42 % de humedad relativa. Al inicio de la prueba, el botijo contenía 3,16 gramos de agua; 7 horas más tarde, la temperatura del líquido había descendido 15 ºC y se habían evaporado 400 gramos. A partir de ahí, el agua empezó a calentarse y a evaporarse a mayor velocidad. Pasadas 72 horas, el agua se había evaporado en su totalidad.
Como resultado de sus investigaciones y experimentos, estos dos ingenieros consiguieron deducir la fórmula matemática que explica el funcionamiento de un botijo, un complejo sistema de ecuaciones diferenciales cuya resolución no es, para nada, trivial. Así pues, eso que decimos a veces de que algo es "más simple que el mecanismo de un botijo", nada más lejos de la realidad.
Lo que sí es cierto es que el botijo sigue siendo una forma económica y ecológica de mantener agua fresquita en verano sin tener que gastar energía.