El hombre indio dice: “el hombre blanco morirá de hambre ante un plato lleno de comida.” Esta frase lleva rebotando en mi mente desde que la leí. También las múltiples respuestas cuando me pregunto el porqué. Con cada dato almacenado y estudiado hay una respuesta de la que surge otra pregunta. Y así, sucesivamente, hasta dar forma a la realidad de pensamiento absoluto basado en la mejor de las ciencias: la lógica.
Hemos perdido el conocimiento ancestral e instintivo de lo que es bueno para nosotros, mejor dicho, para nuestras constructoras y mantenedoras de forma: el sistema vivo formado por moléculas, átomos, sistemas mitocondriales, celulares y microbiológicos. Lo que nos da la forma y debe mantenernos vivos, sanos y longevos gracias a la ejecución correcta y necesaria de cada uno de sus sistemas.
Queremos ser ignorantes por completo de la grandeza e importancia de estos sistemas para nuestra salud y la de nuestros descendientes. Estamos a merced de un sistema de control y guarda: los gobiernos. Nos despojamos de toda lógica y sentido común a cambio de una fe ciega que nos acomoda y nos atonta. La era más antievolutiva de la especie humana. Si algo se vende no puede ser malo.
Ya no nos importa el qué ni el cómo ni siquiera el fin, es decir, nutrirnos y dar las herramientas al sistema para que pueda ejecutar y construir. Desconocemos el funcionamiento y necesidades de nuestro cuerpo. Por ello, nos venden lo que quieren. Nosotros necesitamos confiar y así dedicar nuestro tiempo a producir más para seguir gastando sin conciencia pero con fe. El sistema de control es listo y nosotros queremos ser idiotas. Las dos partes cumplen con su propósito.
Y no olvido que, ante tal magnitud humana, es necesario un sistema. La cuestión es que nosotros deberíamos tener el control y el conocimiento del mismo. Es más, tenemos el poder, pero no lo usamos. Dentro de un sistema de consumo el que decide es el consumidor formado e informado, y no aquel que se deja llevar.
[Rakel Cernicharo: “Se nos trata como superpersonas. Yo he tenido una vida de mierda”]
Somos simples piezas de un lobby industrial a nivel mundial, en el que comparten hall las multinacionales y los microsistemas que mueven el mundo y se lo juegan al mejor postor. Tu alimentación es la piedra angular de ese sistema. ¿De veras crees que les importa algo que no sea ganar dinero?
La famosa globalización solo nos confirmaba que estaba pasando y se convertía en una realidad, por fin teníamos un mundo lleno de posibilidades. A eso nos aferramos todos, a cualquier posibilidad de tener tranquilidad y comodidad. Nunca hemos querido conocer su impacto, únicamente esperamos que las estanterías del super estén cargadas de alimentos, a pesar de que no distan mucho de ser comida para mascotas. ¡MASCOTAS!
Este es el ejemplo más claro. Eso somos nosotros: mascotas productivas que se dejan alimentar. Es el mismo principio de confianza que nuestras mascotas tienen hacia nosotros, que elegimos su comida, partiendo de la misma relación de confianza/ignorancia y así la rueda maravillosa que abre la puerta al sistema productivo que vive bajo esta correlación: el antinutrimiento industrial, así me gusta llamarlo. Un sistema que, para alimentar a las masas productivas, vincula las petroquímicas, al sistema médico y farmacológico, a la industria alimentaria y a todos los demás microsistemas que dependen de ello. Y todo ello sin ética ni conocimiento alguno del impacto de esos productos de consumo, en nosotros y en nuestro mundo natural.
¿Sabéis cuáles son las necesidades alimentarias ancestrales de vuestra mascota según su modelo de sistema energético? No os pregunto por el que os venden, sino por la respuesta absoluta y universal basada en la lógica ancestral que nos ha traído hasta aquí.
¿Sabéis cuál es el vuestro? ¿Os habéis hecho las preguntas adecuadas y contrastado las múltiples informaciones? Si entendemos que son las mismas multinacionales las que financian los estudios científicos, la búsqueda se hace complicada. Cuando buceamos la otra cara de la información, esta queda anulada bajo el lema de conspiración, negación o no validado por estudios científicos. No lo olvides nunca, se vende porque produce dinero, no tiene que ser sano, ético, veraz, ni tan siquiera real.
He de reconocer que el sistema es bueno para el sistema, aunque no para el ser vivo que lo ejecuta, en este caso el humano. Os pongo un ejemplo: el recipiente plástico de margarina de nuestras queridas petroquímicas. Este producto, en acumulación con más plásticos envolventes de alimentos, está relacionado con patologías adversas derivadas de su consumo lo que nos envía al maravilloso sistema médico. Si le sumamos que su consumo solo produce una acumulación de grasas oxidas trans que no pueden ser utilizadas como energía porque nuestro organismo no las reconoce como tal. Su acumulación desencadena niveles altos de colesterol y triglicéridos (¡ojo! que no hablo de la creación de la gran falacia lobby del colesterol bueno y el malo, y tampoco tiene nada que ver con el consumo de grasas saturadas animales, estas jamás fueron el problema).
Pasamos a ponernos en manos de las farmacéuticas. Te tratas con estatinas, no se les ocurre aconsejarte que elimines el problema desde la raíz: las grasas creadas por el hombre de manera industrial derivada de la oxidación de aceites de semillas, los lubricantes de la maquinaria industrial. Te medican con estatinas. Sus propias estadisticas muestran que, en un alto porcentaje, a los años produce Parkinson. Acaban de anunciar el fármaco de consumo diario que cura el Parkinson.
Este es solo un pequeño ejemplo del sistema. Hay múltiples. ¿Quieres decidir? ¿Quieres saber? ¿Quieres tener salud y control sobre tu longevidad? No confundas la esperanza de vida con la longevidad y la salud.
Yo, como eslabón de esa cadena, desde mi posición de cocinera y como amante y apasionada de todo lo que hago, he decidido ser una persona informada e inconformista, tanto por mí, como por la responsabilidad que me une a lo que ofrezco desde el impacto de lo invisible. He decidido hacer las preguntas correctas y buscar las respuestas de verdades absolutas universales respecto a nuestras necesidades fisiológicas, las más ancestrales, las que nos convirtieron evolutivamente en lo que somos.
Ahora la pregunta es: ¿En qué grupo quieres estar? ¿En el de los que buscan desde la sabiduría una vida plena, conectada y llena de salud y longevidad, o en el de aquellos que prefieren ser confiados y son víctimas del sistema?