El otro día, nuestros colegas de Lifehacker me recordaron con sólo leer el título de un post, que no os había contado un truco que es de lo más sencillo, pero que no todos caemos en la cuenta hasta que nos lo dicen.
Si sois amantes del café con hielo como yo, y más ahora que estamos en época estival, aunque he de decir que yo lo tomo así todo el año y que rara vez lo tomo con leche o de otra forma, este truco os vendrá que ni pintado.
¿Cuántas veces por ponerle demasiado hielo al café se os ha quedado excesivamente aguado y pierde el sabor tostado que debería de tener para disfrutarlo? Seguro que muchas, y más si como yo sois unos ansiasvivas y según lo tenéis recién hecho, os lo servís y añadís los hielos. Pues lo que pasará entonces es que los hielos se derretirán a toda mecha y no se habrá enfríado el café lo suficiente y seguramente pongáis más, ergo se agua aún más. Bueno, ese error es común.
El truco básicamente es hacer hielos de café. Sí, tan sencillo como eso. En una hielera (tal vez una que le demos menos uso) congelamos café y listo, lo añadimos al café servido y así a parte de tener un sorbito extra de café, cuando se derritan los hielos no se nos habrá aguado. Lo suyo es que lo hagáis con el mismo café que os vais a tomar, pues mezclar un café regulero con un café de calidad, es un poco tontería, ¿no? Bueno, ahí, allá cada uno. ¿Es fácil, verdad?
Foto | Ren Kuo