- Total: 1 h
- Comensales: 4
Los canelones de carne con bechamel son un clásico de esos que gustan a pequeños y a mayores. Son perfectos para el táper y para hacer en grandes cantidades, pues congelan fenomenal y se pueden recalentar sin que el plato pierda mucha calidad.
Ingredientes
- Placas de pasta para canelones, 12
- Carne picada de ternera, 400 g
- Cebolla, 1
- Tomate triturado, 150 g
- Aceite de oliva virgen extra, 3 cucharadas
- Bechamel tradicional, cantidad suficiente
- Queso rallado para gratinar, 150 g
- Sal
- Pimienta molida
- Azúcar, 1 cucharadita (solo si el tomate es muy ácido)
01: Preparar el sofrito
Pelamos la cebolla y la cortamos en juliana.
Ponemos a calentar el aceite en una sartén y pochamos la cebolla. Cuando esté transparente añadimos la carne junto con la sal y la pimienta.
Rehogamos bien hasta que esté hecha. Añadimos entonces el tomate triturado y una pizca de azúcar si es necesario. Dejamos cocer todo a fuego medio removiendo de vez en cuando. El tomate debe impregnar bien carne tras haber perdido casi toda su agua. Retiramos del fuego y reservamos (si queremos que el relleno tenga una textura similar a los precocinados trituramos todo bien con la batidora).
02: Preparar la pasta y la bechamel
Mientras se está haciendo el sofrito aprovechamos para ir cocinando la pasta siguiendo las intrucciones del paquete, y para preparar la bechamel con tu receta favorita o con nuestra receta de bechamel tradicional para lasaña y canelones.
03: Montar los canelones y hornear
Ponemos una porción de relleno sobre cada una de las placas de pasta y las cerramos dándoles forma de canelón.
Los vamos colocando en una fuente apta para el horno, cubrimos con la bechamel y esparcimos el queso rallado por encima.
Horneamos con el horno precalentado a 200ºC con calor arriba y abajo durante 15-20 minutos hasta que nuestros canelones de carne con bechamel estén gratinados por completo.
04: Servir
Los canelones se sirven inmediatamente y se comen calientes. Los que sobran se pueden congelar, aunque si los hacemos en grandes cantidades, es mejor hornear solo los que se vayan a comer y el resto congelarlos en raciones a falta del horneado final.
Así, cuando los vayamos a consumir solo tenemos que acordarnos de sacarlos del congelador a la nevera la noche anterior y pasarlos por el horno cuando sea hora de comer. De este modo estarán calientes y como recién hechos, pues en realidad así no hay necesidad de recalentarlos.