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El arroz es un alimento básico en la dieta de muchas culturas orientales y occidentales. A efectos prácticos, yo le veo muchas ventajas a este alimento, se conserva mucho tiempo en buen estado, ocupa menos espacio en la despensa que la pasta y se cocina más rápido y de forma más limpia que las patatas -en lo que tardas el pelar las patatas, el arroz casi lo tienes hecho-. Y, además, es barato.
Gastronómicamente hablando, el arroz es también un alimento muy versátil que puede cocinarse con carnes, con pescados, con verduras y hasta con ingredientes dulces para servirlo como postre.
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Puede cocinarse solo, para servirlo como guarnición o acompañamiento y, en ese caso, yo soy de las que mezclan el arroz con lo que sea que tenga al lado, una salsa de curry, tomate, un huevo frito... da lo mismo. Sé que si me viera un asiático, seguramente me miraría mal. Pero es que a mí el arroz blanco, así hervido en agua con sal, siempre me ha parecido algo sin gracia, como comida de hospital, insípida y algo triste. Si a ti también te pasa, sigue leyendo, porque con el truco facilísimo que te voy a contar, la cosa cambia muchísimo.
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El arroz como alimento
Desde el punto de vista nutricional, el arroz es una fuente de carbohidratos que proporcionan energía de manera rápida y efectiva en el caso del arroz blanco y de manera más gradual en el caso del arroz integral. Esto lo convierte en un básico en la dieta de muchos deportistas.
Su aporte proteico es moderado, unos 7 g de proteína por cada 100 g de arroz, y éstas no son de alto valor biológico -no contienen todos los aminoácidos esenciales-, pero esto puede solventarse si se consume conjuntamente con alguna legumbre, como las lentejas, pues las proteínas de ambos se complementan.
El arroz integral contiene fibra dietética que favorece la movilidad intestinal, el arroz blanco conserva una pequeña cantidad de fibra y es un alimento muy fácil de digerir. Esto lo hace adecuado para personas convalecientes o con algún problema estomacal, y también por esto lo asociamos casi siempre a comida de hospital. Además, el arroz es un cereal que no contiene gluten, por lo que su consumo es casi universal.
El arroz integral aporta vitaminas B1, B3 y B6, pero en el proceso de refinado y pulido para convertirlo en arroz blanco se pierden casi en un 50 %.
El truco para hacer un arroz blanco riquísimo
Para que el arroz blanco no sea una guarnición insulsa, a mí me gusta dorar un par de dientes de ajo sin pelar y ligeramente aplastados -así son fáciles de retirar cuando ya han cumplido su función- en unas gotas de aceite y poner un par de hojas de laurel en el agua de cocción. Sólo con esto podemos pasar de un arroz que no sabe a nada a un arroz sabroso que no necesita salsas al lado para estar rico. Aunque si echas por encima un hilillo de un buen aceite de oliva virgen extra o le pones un huevo frito o a la plancha ya te pasas el juego.
Toma nota que te cuento cómo lo hago.
Ingredientes para hacer un arroz blanco delicioso
- Arroz de grano largo, 1 vaso
- Ajo, 2 dientes
- Laurel, 2 hojas
- Aceite de oliva virgen extra, 1 cucharada
- Agua, 2 vasos (medidos con el mismo vaso que el arroz)
- Sal
Paso 1
Separamos los dientes de ajo de la cabeza y retiramos la piel exterior, la que envuelve la cabeza, pero dejando la piel que envuelve al propio diente. Los aplastamos un poco con la hoja del cuchillo o con un mazo de un mortero.
Paso 2
En una olla ponemos el aceite de oliva virgen extra junto con los ajos y ponemos a calentar todo a fuego medio hasta que los ajos empiecen a desprender su aroma.
Paso 3
Añadimos el agua, ponemos sal al gusto y las hojas de laurel, y llevamos a ebullición. Cuando hierva el agua, añadimos el arroz, esperamos a que rompa a hervir de nuevo, bajamos el fuego (4/9) y dejamos cocer al 'chup chup' durante 20 minutos.
Paso 4
Cuando el arroz esté listo, retiramos los ajos y las hojas de laurel, podemos regarlo con un hilillo de aceite de oliva virgen extra (opcional) y ya podemos servirlo.