Las patatas son uno de los ingredientes más versátiles. Además, son uno de los ingredientes que más adeptos tienen por todo el mundo. Es muy raro encontrar al que no le gusten. Se pueden servir fritas como guarnición o también como parte de un plato como es el caso de las patatas revueltas con huevo. Son geniales en ensalada como es el caso de la ensalada de patata al curry, las patatas aliñas o la ensaladilla. Y, por supuesto, quedan de fábula asadas como es el caso de las patatas asadas crujientes con huevo poché o las patatas Hasselback. Pero si una forma de presentarlas definiera la gastronomía de España, sin duda, sería la de las patatas guisadas.

Las patatas se pueden guisar de mil maneras. Se comen viudas con sólo hierbas aromáticas, a la riojana con chorizo o con costillas adobadas. Triunfan las patatas con pulpo, las patatas con níscalos, la clásica porrusalda de bacalao y, en Andalucía, el popular gazpachuelo malagueño.  

El secreto de cualquier receta de patatas guisadas es conseguir el punto perfecto de este tubérculo que debe resultar cremoso. Para ello, es vital la calidad de este. Las coceremos en el caldo resultante de abrir los mejillones y esto hará que penetre el sabor de estos en ellas. Si quisiéramos, siempre será una buena idea agregar algo de caldo de pescado o marisco, pero se trata de hacer una receta de aprovechamiento y al momento.

El sofrito se podría triturar, junto con una patata pequeña, con un poco de caldo y agregar esa mezcla resultante al guiso. Esto servirá para darle un cuerpo especial a todo el guiso si no se quiere encontrar el grumo del sofrito y se quiere un plato más contundente. Los mejillones se incorporarán justo al final para que no se pasen de punto ni se queden chiclosos ni resecos.

Cómo hacer patatas guisadas con mejillones

Patatas con mejillones Clara Villalón

Ingredientes

  • Dientes de ajo, 2 u
  • Puerro, 2 u
  • Mejillones, 1 kg
  • Patatas, 600 g
  • Guindilla, 1 ud
  • Vino blanco, 120 ml
  • Perejil fresco, 1 puñado
  • Pimienta negra molida, al gusto
  • Sal, c/s
  • Aceite de oliva virgen extra, 4 cucharadas

Paso 1

Abrir los mejillones

Paso 2

Cocer las patatas

Paso 3

Preparar el sofrito

Paso 4

Mezclar todo

Paso 1

Limpiar muy bien los mejillones, quitando las barbas. En una olla, poner un vaso de agua y calentarla. Añadir ahí los mejillones, a fuego máximo, y tapar. Dejar que se abran rápidamente, moviéndolos de vez en cuando. Vigilarlos muy de cerca para que no se pasen. En cuanto se empiecen a abrir. Apagar y dejar reposar unos minutos para que se abran todos.

Paso 2

Retirar los mejillones y dejarlos atemperar. Colar ese caldo y volverlo a llevar a la olla. Añadir 500 mililitros más de agua. 

Paso 3

Pelar las patatas y trocearlas como en cachelos. Poner las patatas a cocer en el agua previa, a fuego suave, para que se cuezan sin romperse, tapadas para que no evapore mucho caldo.

Paso 4

Mientras tanto, preparar el sofrito. Para ello, pelar los dientes de ajo y picar la parte más blanca de los puerros muy finamente. Pelar la capa exterior y quitar también las barbas de los puerros. Luego ya, pelarlos.

Paso 5

En una sartén u olla baja poner el aceite y los dientes de ajo, añadir también las guindillas a fuego suave. Incorporar también los puerros picados y dejar que se sofrían a fuego medio removiendo sin parar. Hasta que llegue todo a dorarse, a coger un tono marrón clarito.

Paso 6

Mientras tanto, quitar los mejillones de las cáscaras. Picar el perejil muy pequeño.

Paso 7

Cuando las patatas ya estén tiernas al ser pinchadas con un tenedor, apagar el fuego. Cuando el sofrito esté listo, añadir a él las patatas y la cantidad de caldo que sea necesario. Llevar a cocinar a fuego suave, meneando todo para que la propia patata con el sofrito trabe el caldo.

Paso 8

Incorporar el perejil picado y poner a punto de sal y de pimienta. En el último momento, agregar los mejillones recién abiertos y servir caliente.