Tengo un libro que me encanta. Se llama “Cooking for geeks” y habla de cocina desde el punto de vista técnico-científico, de forma muy amena e instructiva. Tiene una cosa que se echa de menos en libros de cocina y es que, cuando te da una receta, te explica el por qué de los ingredientes, temperaturas, cantidades, etc. de forma que puedas experimentar o simplemente entender lo que estás haciendo.

Ingredientes (para 2 personas)

  • 250 ml de leche (vaca, oveja, o cabra, pero que sea entera)
  • 1 cucharada sopera de yogurt natural (yo he usado el Danone de toda la vida)
  • Opcionalmente, 1 cucharadita de azúcar o miel

Una de las recetas más sencillas que tiene es la de hacer yogurt casero, sin yogurteras ni equipos especiales. Es muy sencillo y cualquiera puede hacerlo.

Preparación de Yogurt casero

Para hacer nuestro propio yogurt casero en un cazo calentamos la leche con cuidado de que no hierva. Lo ideal es mantenerla durante 10 minutos a unos 93ºC, para que pasterice. Si llegase a hervir, el sabor del yogurt podría verse afectado. En mi placa de inducción tengo que tenerla al 5 de 9 para que mantenga la temperatura alrededor de los 90-95ºC.

Es muy útil usar un termómetro de cocina para esto. Los hay baratos (unos 15€), digitales y con sonda metálica, que son muy útiles para las carnes al horno o barbacoa, los pescados, etc.

Pasados 10 minutos de tener la leche casi a punto de hervir, la quitamos del fuego y la ponemos en un termo. El termo se debe dejar abierto por el momento.

Si el sabor levemente ácido del yogurt tradicional no os gusta, se puede añadir una cucharadita de azúcar o de miel a la leche recién calentada, en el mismo cazo. El sabor dulce siempre compensa el sabor ácido.

Tenemos que esperar a que se enfríe hasta unos 46-50ºC (aquí el termómetro viene otra vez “pintiparado”). El motivo de esta temperatura es que la leche esté caliente, pero no tanto que mate las bacterias del yogur. Puede tardar media hora o más.

Una vez a la temperatura deseada (yo lo he hecho a 50ºC), echamos una cucharada sopera (15 gr) de yogurt natural, y se remueve para que mezcle bien. Inmediatamente ponemos la tapa al termo, bien cerrada, y lo dejamos 4 horas. Durante este tiempo los fermentos del yogurt harán su trabajo.

Podríamos dejarlo más tiempo, pero el riesgo de infección por bacterias no deseadas aumenta. Aunque el sabor queda mejor con algunas horas más.

Una vez que han pasado las 4 horas, lo abrimos, escurrimos con cuidado parte del suero (con un colador fino), y removemos un poco con una cuchara para que quede homogéneo.

Por último, lo echamos en recipientes adecuados. Puede ser un “tupper” con tapa, o vasos de barro de los de cuajada reutilizados (habrá que taparlos con film o papel aluminio). Yo he usado unos botes super-prácticos de los que se usan para almacenar leche para bebés, y vienen con su tapa hermética y todo.

Dejamos el yogurt en la nevera toda la noche, y nos los comemos por la mañana.

Alternativa (para sacar nota)

Si quieres conseguir algo más espeso y cremoso, tipo yogurt griego, primero usa leche de oveja (puedes añadir un poco de nata líquida para que sea más grasa). Una vez incubado el yogurt, ponlo en un colador muy fino (yo uso filtros de café re-utilizables, aunque se puede usar una tela fina como las que se usan para el queso) para que escurra 4 o 5 horas mientras está en la nevera. Eso sí, calcula el doble de las cantidades. Con 250 ml de leche haces dos raciones de yogurt normal, pero sólo media de yogurt griego.

Resultado

Ideal para desayunar, con un chorrito de miel y unas nueces. Haciéndolo tal como describo queda un yogurt bastante líquido, muy bueno, con un sabor suave. Si usáis la “alternativa griega”, obtendréis un yogurt espeso que es mejor que cualquiera que podáis comprar.

Tiempo: 20 min. preparación + 4 h. incubación + 30 min. enfriado + 8 h. de nevera

Dificultad: 2/5

Digestión: 1/5

Precio: 0,20€ por persona (o menos)

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