Mucho estaba tardando yo es traeros esta receta de bechamel de calabacín, uno de los grandes clásicos de los que nos pasamos la vida a dieta o peleando con terceros para que coman un poco más de verdura aunque sea escondida.

Ingredientes

  • Calabacines, 2 tirando a grandes
  • Arroz de grano corto, ½ cucharada (*)
  • Cebolla, 1 pequeña
  • Ajo, 1 diente
  • Aceite de oliva virgen extra, 1 cucharada
  • Leche semidesnatada o desnatada, 80 ml
  • Sal
  • Pimienta
  • Nuez moscada

Es la sustituta perfecta para la bechamel tradicional, con muchísimas menos calorías y perfecta para preparar platos de pasta como lasañas o canelones que harán las delicias hasta de los más reacios a comer “verde”. Aunque por la red circulan varias recetas de esta “bechamel de dieta” como también se la conoce, yo he ido transformándola poco a poco hasta llegar a la que os pongo hoy que, para mi gusto, es la que más se parece en sabor, color y textura a una bechamel tradicional.

Preparación de la Bechamel de calabacín

Es muy fácil, incluso sin usar microondas ni olla exprés, por el método tradicional tardamos muy poco y, a diferencia de la bechamel clásica con esta no tendremos que estar pendientes de remover.

Empezamos por pelar y trocear el diente de ajo y la cebolla en trozos menudos para que se haga pronto. En una cacerola o en un cazo que tenga tapa ponemos a calentar el aceite y sofreímos ajo y cebolla a fuego medio-alto removiendo de vez en cuando.

Mientras se sofríen el ajo y la cebolla, pelamos los calabacines, los cortamos en dados pequeños y reservamos hasta que la cebolla empiece a tomar color.

Añadimos los calabacines, damos unas vueltas para que se mezcle todo bien, añadimos la leche, sal al gusto y el arroz en forma de lluvia. Tapamos la cacerola, bajamos el fuego (en mi caso que ahora tengo cocina de gas, al mínimo, en una vitro sería más o menos 3/12) y dejamos cocer durante unos 20 minutos.

Pasado este tiempo, estará todo tiernísimo. Lo pasamos a un bol, agregamos nuez moscada al gusto y trituramos con la batidora hasta tener una crema fina de textura similar a la bechamel.

Rectificamos de sal si es necesario y, si nos apetece, añadimos también un poco de pimienta molida.

Resultado

De esta forma tan sencilla tenemos lista nuestra bechamel de calabacín que podemos usar para lasañas, mousakas, canelones… Aunque obviamente al no llevar grasa ni harina, al enfriar no solidificará como para que pudiésemos usarla para hacer unas croquetas. Pero cuando se trate de usarla como salsa, creedme que es una alternativa riquísima. En esta ocasión yo la he usado para acompañar a un poco de pasta integral con unos taquitos de jamón serrano y ha sido un almuerzo estupendo.

¡Espero que la probéis!