Junto con el “bébete rápido el zumo que se escapan las vitaminas” y el “ni se te ocurra meterte en el agua hasta que no hayan pasado tres horas después de haber comido porque te va a dar un corte de digestión”, el “no te tragues el chicle que se te va a quedar pegado a las tripas” es quizá la terna de advertencias amenazadoras, quiero decir, consejos de madre que más hemos oído de pequeños.
Los dos primeros ya los hemos aclarado recientemente, así que ya va siendo hora de aclarar también el tercero.
Tragarse un chicle, ¿es tan peligroso como nos hacían creer de pequeños?
Cierto es que, viendo como los chicles se nos pegaban al pelo o a la suela de los zapatos, era bastante fácil creerse que si nos tragábamos un chicle nada bueno nos podía pasar y, aunque algunos más y otros menos, todos en algún momento hemos sentido cierta angustia al darnos cuenta de que nos habíamos tragado un chicle sin querer. Aún así, viendo que después de tan indeseado accidente, todo seguía funcionando con normalidad, le seguíamos teniendo cierto respeto a los chicles y los temores siempre han estado ahí.
Para tranquilidad de todos, nuestro cuerpo que es muy listo, cuando ingiere algo que no es capaz de digerir, después de pasearse por el estómago y el intestino, lo elimina por vía rectal. Es lo que sucede siempre que se ingieren cuerpos extraños no alimenticios, como pueden ser el pelo o las uñas -que sí, hay gente que se come esas cosas- o pequeños objetos metálicos como monedas. Y ojo, que el hecho de que no supongan un peligro serie de producir lesiones graves, no quiere decir que debas hacer estas cosas, todo lo contrario.
¿Qué pasa si te tragas muchos chicles a la vez o muy seguidos?
O incluso si alguien se traga un chicle junto con otras cosas no digeribles, lo que sucede es que podría formarse lo que se conoce como un bezoar -una masa de material sin digerir que se queda alojada en el estómago o el intestino- y eso ya si que puede ser peligroso porque si el tamaño de la masa es elevado puede dar lugar a la formación de obstrucciones intestinales, e incluso la necesidad de acudir a procedimientos quirúrgicos para elimimar la bola de material, aunque aún así, serían casos muy excepcionales. En la mayoría de los casos, si se tragan varios chicles en un día, lo que sí pueda pasar es que se acabe padeciendo estreñimiento crónico.
Masticar chicle, un sano ejercicio siempre que no tenga azúcar
Para terminar, ahora que ya hemos visto que aunque tragar chicles no sea peligroso, tampoco sea algo que se deba hacer por sistema, vamos a ver que, aún así, masticar chicle -siempre y cuando sean sin azúcar- nos aporta más de una ventaja.
- Aumenta la salivación, lo que nos permite mantener los dientes y encías más limpios.
- Favorece la concentración, ya que los movimientos de la mandíbula estimulan la circulación en la zona y oxigenan el cerebro.
- Son buenos aliados en las dietas de adelgazamiento y, en general, para todos aquellos a los que les cuesta no picotear entre horas, ya que ayudan a calmar la ansiedad y más aún, si son chicles de sabores intensos.
- Incluso pueden ser buenos compañeros para calmar la ansiedad cuando se está intentando dejar de fumar.
En definitiva, que no hay razón para dejar de comer estas chuches.
Imagen de cabecera | chuckcollier (iStock)