Dejar de comer carne se está convirtiendo en uno de los objetivos de multitud de agrupaciones en todo el planeta. Y no hablo tan solo desde el punto de vista alimentario, donde las dietas ricas en verduras y hortalizas y sus múltiples variantes están ganando cada vez más terreno a la forma de alimentación “típica”, donde se promueve el consumo tanto de carne como de pescado, siempre de buen origen y lo más fresco posible. También hablo desde el punto de vista medioambiental.
De hecho, el pasado año 2016 Holanda propuso por primera vez en sus guías alimentarias reducir el consumo de carne a tan solo 500 g semanales (300 g en caso de carne roja) por motivos medioambientales, y no por salud como tal. Estas recomendaciones ya hace años que se llevan a cambio en Finlandia, y países como Suecia aconsejan llevar a cabo una alimentación vegetariana total al menos dos veces por semana.
Volviendo al punto de vista de la salud, dejar de comer carne totalmente no es algo tan descabellado en la actualidad, al menos si nos fijamos en las conclusiones de los estudios más recientes al respecto. Así lo afirmó un experto de la Universidad de Harvard este mismo mes en el Cuarto Congreso Internacional del Vaticano, según The Telegraph: dejar de comer carne totalmente evitaría una de cada tres muertes prematuras.
Dejar de comer carne, la salvación para una de cada tres personas
Este estudio sigue la linea de otros anteriores donde no solo se sugiere que enriquecer la dieta con frutas, verduras y hortalizas tiene grandes beneficios para la salud, algo que sabemos hace años, sino que precisamente el hecho de comer menos carne o dejar de comer carne totalmente tendría un gran impacto en la salud general.
Uno de dichos estudios, llevado a cabo por Maira Bes-Rastrollo y sus colegas de la Universidad de Navarra, avaló la eficacia de la ya denominada “dieta flexitariana” sobre la salud. En aquella ocasión, la conclusión del estudio fue que reducir de forma parcial el consumo de carne (y aumentar a cambio el consumo de frutas y verduras) disminuiría hasta la mitad el riesgo de obesidad. Y esto, a su vez, reduciría también todos los riesgos asociados a dicha obesidad, como es la muerte prematura.
En esta ocasión, el Dr. Walter Willet, profesor de epidemiología y Nutrición de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard sugeriría que las dietas basadas en plantas se habrían subestimado, afirmando que dejar de comer carne totalmente salvaría alrededor de 200.000 vidas cada año.
Aún así, Walter no aboga de forma específica por cortar por lo sano. Es decir, aunque dejar de comer carne totalmente tendría más beneficios, este investigador sugiere (en base a varios estudios presentados en su conferencia) que bastaría con aumentar la cantidad de plantas y derivados en la dieta, a cambio de reducir la carne. En otras palabras, vuelven a recalcar los beneficios de una “dieta flexitariana”.
Más “simio” y menos “paleo”: la importancia de dejar de comer carne
Walter afirmó en su conferencia que llevar a cabo una buena alimentación tendría más potencial si cabe que la actividad física o evitar tóxicos como el tabaco, y por ello afirma que se ha subestimado la alimentación en la salud pública.
Por su parte, el Dr. David Jenkins, de la Universidad de Toronto, sugirió que la mejor opción para los humanos es llevar a cabo lo que él llama una “dieta simiesca”, similar a la que llevaban a cabo los gorilas. Una dieta basada en tallos, hojas y frutas; evitando la “dieta paleo“ o cavernícola, donde se reducen los carbohidratos pero se permite la carne.
Según los cálculos de Jenkins, tras analizar la dieta de los gorilas de África Central (unas 63 porciones de frutas y verduras al día) y adaptarla a una alimentación humana, se producía una reducción del colesterol de un 35% en solo dos semanas, un efecto similar al que lograrían los fármacos contra el colesterol o estatinas.
Finalmente, otros conferenciantes, como el Dr. Neal Barnad, presidente del Comité para la Medicina Responsable, también hicieron hincapié en el potencial de una dieta basada en plantas. Un potencial mucho más allá de la típica pérdida de peso que suele asociarse a este tipo de alimentación. Según Barnard, si una dieta flexitariana o incluso vegetariana está bien organizada, sus beneficios sobre la salud son enormes, dado que se trata de una dieta baja en grasas poco saludables, y que también podría mejorar otro tipo de enfermedades como aquellas basadas en la inflamación generalizada (como la artritis reumatoide y otras enfermedades reumatológicas).