Durante los últimos años, los alimentos ecológicos, alimentos “bio” o alimentos “orgánicos” se han puesto de moda. O, en otras palabras, han disparado exponencialmente su consumo con diversas promesas que en muchas ocasiones se relacionan entre ellas de forma, cuanto menos, confusa.
Si bien es cierto que los alimentos ecológicos o con el “sello eco” precisan un control más estricto por parte de las autoridades sanitarias, pues sin determinados requisitos no es posible obtener dicho sello, tales requisitos aún pecan de algún que otro fallo que debería tenerse en cuenta. De hecho, y aunque suele pensarse lo contrario, no se ha podido demostrar que los alimentos ecológicos sean realmente más sanos ni tengan un mayor potencial nutricional que sus homólogos no-ecológicos, como veremos hoy.
Qué son los alimentos ecológicos
Para que un alimento pueda formar parte del grupo de los alimentos ecológicos u obtener el famoso “sello eco”, debe cumplir requisitos tales como preservar y cuidar el medio ambiente, no usar fertilizantes, pesticidas, antibióticos ni hormonas. Además, como mínimo, el 95% de los ingredientes de este tipo de alimentos también deben proceder de agricultura ecológica.
Todo esto implicaría que la forma de obtener cualquier ingrediente, ya sean frutas, verduras, granos, lácteos o carne, debe implicar una buena calidad del suelo y el agua usadas para crear un ciclo sostenible: no está permitido añadir nutrientes al suelo, controlar plagas mediante pesticidas artificiales ni mucho menos echar mano de la ingeniería genética (por lo que los alimentos transgénicos no podrían ser ecológicos). Sí es cierto que se usan pesticidas y fertilizantes en la agricultura ecológica, pero estos no son artificiales. Este punto es importante, al menos en Estados Unidos, donde una encuesta realizada en 2005 llegó a la conclusión de que el 70% de los consumidores de estos productos los compran precisamente por evitar los pesticidas.
Como podemos observar, cuando se pide que un alimento tenga un 95% de sus ingredientes procedentes de cultivo ecológico quiere decir que existirán preparados alimentarios que pueden obtener el sello eco. Sin embargo, dichos preparados no tienen porque ser más sanos: los alimentos ultraprocesados también pueden ser alimentos ecológicos, siempre que sus ingredientes cumplan los requisitos que hemos comentado. Y, como es evidente, dichos alimentos no serán más sanos solo por proceder de cultivos ecológicos.
Un punto en contra respecto a los requisitos que deben cumplir este tipo de alimentos es que, entre ellos, no existe un punto que explique cuántos kilómetros ha necesitado recorrer dicho alimento para llegar al supermercado. Es decir, podríamos estar consumiendo alimentos ecológicos (con todos los requisitos en regla), pero procedentes de China; para su transporte se precisará el uso de combustibles fósiles y recorrer miles de kilómetros, con todos los desechos que ello conlleva. Y, sin embargo, estos datos no se tienen en cuenta en el etiquetado de estos alimentos.
Los supuestos beneficios de los alimentos ecológicos
Respecto a los beneficios de los alimentos ecológicos, hay una serie de estudios a tener en cuenta, los cuales no han analizado solo su potencial nutricional sino también el cumplimiento de requisitos como carecer de trazas de pesticidas o residuos, además de intentar analizar mejoras en el sabor de este tipo de alimentos respecto a sus homólogos sin sello eco.
Por ejemplo, un estudio publicado en el British Journal of Nutricion en 2014, tras revisar 343 estudios, llegó a la conclusión de que los alimentos ecológicos contenían mayores concentraciones de antioxidantes y menores cantidades de residuos como metales pesados (como el cadmio). De hecho, los alimentos ecológicos contienen hasta un 50% menos de metales pesados.
Por su parte, otro estudio publicado en el British Journal of Nutrition el pasado año 2016 también determinó que algunos alimentos ecológicos, como los lácteos y las carnes, contenían mayores cantidades de ácidos grasos omega-3 (supuestamente vinculados a una protección cardiovascular). Sin embargo, dicho estudio fue pragmático respecto a sus resultados: las cantidades detectadas no justifican los altos precios de los alimentos eco, dado que un alimento convencional contiene los mismos nutrientes, aunque en una menor cantidad no significativa.
Sin embargo, tanto este estudio como el anterior tienen sobras alrededor, como el hecho de que se encontraban dentro del proyecto QualityLowInpuntFood, un proyecto europeo que pudo completarse gracias a los fondos de una organización británica a favor de la agricultura ecológica llamada Sheepdrove Trust. Esto, en el mundo de la ciencia, se llama conflicto de interés, dado el riesgo de parcialidad en sus resultados.
En cuanto a la exposición a pesticidas y otros residuos, sí se ha demostrado que los alimentos ecológicos contienen una menor cantidad de ambos, como ya demostró un estudio publicado en el Journal of Food Science en 2006, y también confirmó otro trabajo publicado en 2012 a cargo de la Universidad de Stanford.
En cuanto al sabor de los alimentos ecológicos, otro de los factores que muchos consumidores tienen en cuenta, tampoco hay evidencia a favor. Dicho sabor depende de la maduración del producto en cuestión, y de si se vende en el punto justo, tanto si el producto es convencional como ecológico. Y, como hemos podido ver, la legislación permite que consumamos alimentos eco procedentes de la otra punta del mundo. Así mismo, también se permite la maduración de productos ecológicos en cámaras frigoríficas desde el año 2008, algo que en principio estaría en contra de la protección del medio ambiente dado el gasto energético de las mismas, pero que se usa desde hace ya una década.
Los alimentos ecológicos no son más saludables
Respecto a la calidad nutricional de los alimentos ecológicos, un trabajo publicado en 2009 en The American Journal of Nutricion ya dejaba entrever la escasa evidencia al respecto: Tras analizar 52.471 trabajos se quedaron con los 162 de mayor calidad, detectando diferencias mínimas entre en contenido de nutrientes, las cuales achacaron a los distintos métodos de producción más que a los requisitos necesarios para denominar a un producto “eco”.
Posteriormente, otro estudio publicado en 2012 en Annals Of Internal Medicine también llegó a una conclusión similar: existe una gran falta de evidencia científica al respecto. Aunque, por otro lado, este estudio también sugirió una vez más que los alimentos ecológicos reducen la exposición a residuos de pesticidas o de bacterias resistentes a los antibióticos.
Como conclusión, si lo que buscamos es evitar pesticidas y otros residuos en los alimentos, sí puede ser relativamente aconsejable adquirir alimentos ecológicos. Y digo relativamente, dado su elevado precio respecto a sus homólogos convencionales, y teniendo en cuenta el “fallo” de poder adquirir alimentos eco producidos a miles de kilómetros. Por el momento, los expertos aconsejan adquirir este tipo de productos siempre de proximidad. Pero, dada la evidencia científica al respecto, el factor de “mayor calidad nutricional” brilla por su ausencia, de momento.