Llega el verano y con él las vacaciones por las que muchos lleváis mucho tiempo esperando. Después de muchos meses ahorrando, ya no falta nada para que estéis disfrutando del buen tiempo en ese resort tan mono todo incluido en el que pasar unos días tumbados al sol cual lagartos o siguiendo esa ruta que lleváis tiempo planeando que os obliga a dormir y desayunar cada mañana en un nuevo hotel.
Y con los hoteles vienen los buffets, amados por unos y odiados por otros. Que sí, que también hay restaurantes que ofrecen un buffet libre para el menú del día y, si se da el caso, se pueden aplicar las mismas reglas. Pero es que yo no sé si es por la calma con la que uno va por la vida cuando está de vacaciones que, por lo general, la gente sale mucho más perjudicada en los hoteles que en los buffets del día a día.
Cómo sobrevivir a un buffet sin que el empacho te arruine las vacaciones
El tener muchas opciones para elegir sin duda nos da libertad, pero los seres humanos somos muy dados a experimentar lo que se conoce como paradoja de la elección, que quiere decir que cuando tenemos demasiadas opciones nos cuesta comparar los pros y los contras de cada una y, casi nunca elegimos la mejor de las opciones. Esto también se puede trasladar a los buffets, en los que por no pensar en qué debemos comer o en qué es realmente lo que más nos apetece, acabamos comiendo lo primero que pillamos o, lo que es peor, de todo cuanto nos entra por los ojos hasta que estamos a punto de reventar.
Regla número 1. No te lances al buffet como si no hubiera un mañana
Casi todo el mundo entra al buffet plato en mano y comienza a servirse de los primeros platos que encuentran. Tened en cuenta también que los que colocan el buffet no son tontos y saben de qué pie cojean los clientes, así que es más que probable que en esa zona de entrantes estén los platos de peor calidad. Pero, ¿de verdad merece la pena ponerse ciego a croquetas y entremeses, para que cuando uno llega a la carne y el pescado esté completamente lleno? Recordad que, por extraño que os parezca, aunque en el buffet tengas “tarifa plana con ingesta ilimitada de alimentos”, el restaurante nunca pierde dinero.
Así que la próxima vez, date una vuelta y observa, haz el pequeño esfuerzo de decidir qué es lo que más te apetece comer y, si todo tiene tan buena pinta que te resulta imposible decidirte por una o dos cosas, haz una selección, porque una vez tengas claro de qué platos quieres probar te resultará más sencillo servirte las porciones adecuadas.
Regla número 2. No estás obligado a probarlo todo
Por muy buena pinta que tenga todo, recuerda que si vas a estar varios días en el hotel es más que probable que los mismos platos se repitan durante varios días, así que si hoy te has quedado con ganas de probar algo, déjalo para otro día. Seguro que lo disfrutarás más que si te lo comes haciendo esfuerzos por no reventar.
Regla número 3. Sírvete en platos de postre
Si te sirves en platos de postre, podrás permitirte el lujo de dar una segunda vuelta para repetir bien picando algo de nuevos platos o bien para servirte una ración más generosa de lo que más te haya gustado en la cata inicial. Y aún así, antes de repetir, asegúrate de que realmente tienes hambre, sobre todo si sabes que después habrá postre o si estos también están en el buffet y piensas acercarte a por alguno.
Regla número 4. Utiliza el tamaño de tu mano o la regla del plato para calcular cuánto debes de servirte.
La regla del plato dice que debemos servirnos la mitad del plato llena de verduras, un cuarto del plato de legumbres o cereales y el cuarto restante de carne o de pescado. Una base que podemos acompañar con una pieza de fruta -un tomate en el caso de la imagen-.
Recordad también que el tamaño de nuestra mano es una buena guía para calcular cuánto debemos servirnos en el plato.
Regla número 5. Ten cuidado con el buffet del desayuno
Si la única comida incluida que has contratado en el hotel es un desayuno de buffet pueden pasar dos cosas, que tengas la suerte de que el horario del desayuno se prolongue hasta bien entrada la mañana -cosa poco habitual- y, si te cuadra bajar tarde a desayunar, puedas usarlo a modo de brunch haciendo un desayuno más fuerte que te permita ahorrarte la comida o que el desayuno se sirva a primera hora de la mañana y te toque sufrir eligiendo cuál es el capricho que te vas a dar ese día, porque aunque en tu fuero interno sabes que la mejor opción sería una pieza de fruta, un yogur, una tostada con aceite o lo que sea que desayunes en tu casa a diario, renunciar a las delicias que puedes llevarte a la boca y sin tener que pagar por ellas, para muchos es algo sumamente complejo. Así que, de nuevo, observa lo que hay e intenta tomar una decisión saludable o al menos la más saludable que te resulte posible.
Recuerda también que los huevos revueltos con bacon, champiñones o lo que sea te los puedes hacer para comer cualquier día en tu casa, no hace falta ponerse ciego a platos salados nada más levantarse de la cama, porque si a diario lo único que tomas para desayunar es un café con dos galletas, lo más probable es que todo ese exceso te siente fatal.