6 leyendas gastronómicas sobre el origen de recetas y alimentos
Os traemos 6 leyendas gastronómicas sobre el origen de alimentos que aún hoy tomamos por verdaderas pese a que son meras fábulas.
7 octubre, 2017 15:27Cuando algo te gusta mucho, es normal que quieras saberlo todo sobre ese algo. La comida no es una excepción y, cuando un plato es tan popular que casi podría considerarse como uno de los platos nacionales de un país, conocer los orígenes del mismo es algo que resulta interesante aunque solo sea como curiosidad.
Leyendas gastronómicas para explicar el origen de platos muy famosos
No son pocos los alimentos que tienen tras ellos una historia un tanto fantasiosa acerca de su origen y resulta muy curioso que las leyendas gastronómicas que más persisten son también las más fáciles de desmontar.
Marco Polo trajo la pasta de China
Una de las leyendas gastronómicas más famosas es la de cómo la pasta llegó a ser el plato nacional de Italia. El mito dice que la pasta fue traída de China por el explorador veneciano Marco Polo.
Se sabe que los chinos ya consumían fideos hace 3000 años y la historia de Marco Polo resulta muy creíble puesto que el mundo occidental adoptó muchas innovaciones de China durante la Edad Media.
Pero en el caso de la pasta los chinos no tienen nada que ver. Para demostrarlo, se puede probar que la pasta ya existía en Italia antes de 1295, año en que Marco Polo regresó al país tras 20 años de expedición por el Este. Existe un documento legal fechado en 1279 que enumera las posesiones de un soldado genovés llamado Ponzio Bastone y en ellas se encontraba un cesto de macarrones. Todo parece indicar que, casi 20 años antes del regreso de Marco Polo, los soldados de infantería portaban pasta seca en sus raciones alimenticias de forma rutinaria.
La historia de Marco Polo parece ser una invención relativamente reciente. En 1929, en un artículo publicado en el Macaroni Journal, por aquel entonces la revista oficial de la Asociación Nacional de la Pasta en EEUU describía cómo un marinero de la tripulación de Marco Polo tomo tierra en China y conoció a una hermosa joven que estaba haciendo finas hebras de fideos. El marinero la persuadió para que le permitiese probarlos y le dejase llevar unos cuantos para mostrárselos a su jefe.
El nombre de este marinero, por si no lo habíais adivinado aún, era Spaghetti. ¿Por qué se dio credibilidad al cuento? Por un lado pudo haber sido por la fiabilidad de la fuente, pues tratándose de la Asociación Nacional de la Pasta era de suponer que conocerían bien el origen del producto al que se dedicaban, por otro lado está también la calidad de la propia fábula en la que el encuentro entre el marinero y la joven parece una adaptación del cuento de Simbad y el regalo de los fideos que finalmente resultan ser de gran valor puede ser un guiño a las judías mágicas.
El Conde de Sandwich inventó el sándwich
Otra de las leyendas gastronómicas más extendidas acerca del origen de una comida es el atribuirle la invención del sándwich al conde del mismo nombre. Si bien al noble le gustaba cenar sin dejar sus partidas de cartas, la verdad es que simplemente le dio nombre a lo que hasta entonces se conocía como “carne con pan”, pero que dada la gran afición del aristócrata por este tipo de comida se acabó conociendo por su nombre.
De hecho, es muy probable que el IV Conde de Sándwich que, además de aficionado a las cartas, era un gran trabajador, se alimentase más de bocadillos en su despacho durante las largas jornadas de trabajo que en las mesas de juego.
La pizza es americana
En Italia, la pizza era tradicionalmente un plato de pobres. En el siglo XIX, en Nápoles, la pizza con frecuencia no era más que un pan plano con un poco de sal y aceite. El tomate era un lujo ocasional y el queso no apareció en la pizza hasta 1889, cuando un cocinero napolitano creó una pizza con los colores de la bandera italiana (el rojo con los tomates, el blanco con la mozzarella y el verde con la albahaca) y la bautizó como Margarita en homenaje a la reina.
Este fue el plato que los emigrantes italianos llevaron a EEUU a principios del siglo XX. La primera pizzería abrió sus puertas en Nueva York en 1905, pero no tuvo ninguna aceptación fuera de la comunidad italiana.
La pizza empezó a interesar a los americanos después de la II Guerra Mundial y a finales de los años 40 tuvo lugar un auténtico pizza boom. Fue en este momento cuando emprendedores de Chicago adaptaron la receta al gusto americano dándole más grosor a la base e ilustrándola con toda clase de topping. La versatilidad de la pizza hace que sea prácticamente imposible que a alguien no le guste y, hoy en día, el 93% de los americanos come pizza al menos una vez al mes.
Sin embargo en Italia a principios del siglo XX, antes de la emigración masiva de italianos a EEUU, la pizza seguía siendo algo casi exclusivo de Nápoles y era prácticamente desconocida en las ciudades del norte del país como Florencia o Milán.
A día de hoy, aunque la pizza se come y es famosa en toda Italia, la verdadera pizza se considera todavía un plato de Nápoles.
El chop suey es un plato americano
Las diversas versiones acerca del origen de este conocido plato que está presente en la carta de prácticamente cualquier restaurante chino del mundo inciden en el cuento de la cocina improvisada y muestra cómo, una vez que se conoce la receta, es fácil inventarse una fábula que cuente su origen.
En el caso del chop suey, durante la fiebre del oro californiana (o durante la construcción de la línea de ferrocarril Gran Pacífico) un cocinero de origen cantonés fue importunado por un grupo de mineros ( o de trabajadores del ferrocarril, o un grupo de chinos hambrientos…) que querían comer inmediatamente.
Sin posibilidad de negarse, el cocinero se puso a freír las sobras de todo con unos cuantos brotes de soja y lo llamó chop suey, que viene del cantonés tsap sui y significa “odds and ends” (algo así como desparejados y finales).
Aunque la única verdad de todo esto es la etimología del nombre del plato, ya que tsap sui se puede traducir literalmente como mezcla de sobras y no es una invención americana, sino que es un plato genuinamente chino y tiene su origen en Taishan, cerca de Guangzhou.
El pollo Tikka Masala es británico
Un cuento similar al del chop suey es el que se cuenta en Gran Bretaña sobre el pollo Tikka Masala, un plato que no se conoce en la India.
Aparentemente un cliente nocturno de un restaurante indio de Glasgow quería una salsa para acompañar el pollo Tikka que habitualmente se servía sin ella. El chef improvisó una salsa utilizando un bote de sopa de tomate y algunas especias y, sin darse cuenta, estaba inventando uno de los platos favoritos de los británicos.
Es decir, se trata de la misma fábula del chop suey trasladada a otro país, a otro tipo de cocina y a un siglo más tarde. Tanto el chef indio que inventó la salsa como el cocinero chino que inventó el chop suey nunca pudieron ser identificados, simplemente porque nunca existieron.
En el caso del pollo Tikka Masala, la leyenda sirve para rellenar un hueco de la historia de la gastronomía, pues a pesar de ser un plato del que los británicos consumen 23 millones de raciones al año, su origen se desconoce por completo.
El croissant no lo inventaron los franceses
Esta es otra de las leyendas gastronómicas que perviven por un razón similar. En los años 60, una enciclopedia gastronómica de renombre, la Larousse Gastronomique, situaba el origen del croissant en el sitio de Budapest del 1686 que por aquella época estaba bajo dominio turco.
La historia cuenta que las fuerzas imperiales del asedio estaban cavando un túnel bajo las muralla de la ciudad y los panaderos que trabajaban de madrugada oyeron el ruido de la excavación y dieron la voz de alarma. Eso permitió contener el ataque.
Como recompensa a los panaderos se les pidió que preparasen un pastel especial con forma de media luna creciente, el emblema del Imperio Otomano.
Otras fuentes también supuestamente fiables cuentan la misma historia pero la sitúan en el sitio de Viena en 1683. Incluso algunas versiones, para darle más dramatismo a la historia, atribuyen en hecho heroico a una sola persona aprovechando la fábula recurrente del ciudadano anónimo de a pie que se convierte en héroe y que tiene como moraleja que el hacer lo correcto puede llegar a salvarnos a todos.
Pero ninguna de estas historia sobre el origen del croissant llega a explicar cómo llegó a ser un elemento estrella de la repostería francesa. De hecho, de haber sido cierta la historia de Viena, lo más probable es que los croissants se conociesen como halbmond -media luna en alemán-. Si la historia hubiese tenido lugar en Budapest, entonces se conservaría algún vínculo con Hungría.
La verdad es que históricamente no hay ninguna mención al croissant en un diccionario hasta el año 1853 y la primera receta de un dulce similar a lo que hoy conocemos como croissant se publicó en París en el año 1905, lo que acabaría con la leyenda.