La gastronomía en miniatura marca el pulso de la ciudad del Nervión. Desde pronto por la mañana la ciudad bulle, y cuando se acerca el mediodía la llamada del Casco Viejo resuena por todas partes. La tortilla del desayuno va abriendo paso a los pintxos en los bares que se amontonan en la calle.
Ha llegado la hora del 'marianito', ese preparado a base de vermut que cuando se agarra no se suelta, se le añade un chorrito de Campari, otro de ginebra, unas gotas de angostura y un poco de zumo de naranja.
Fluir y dejarse llevar es la mejor opción, y más en Aste Nagusia, las Fiestas de la Semana Grande que Bilbao celebra del 20 al 27 de agosto. Para no perderse llegado el momento, esta es nuestra hoja de ruta para aprovechar las horas en la capital vizcaína.
Desayunar con las mejores vistas
No resulta tan fácil perder de vista a uno de los iconos que perfilan la identidad y el skyline de Bilbao, pero ¿quién quiere? Son sus formas geométricas y sinuosas, su encantador Puppy y la única araña de la ciudad a la que todo el mundo quiere acercarse, lo que hace que el Museo Guggenheim siempre alimente la vista.
Y probablemente, uno de los mejores sitios desde el que contemplarlo sea desde la terraza del Gran Hotel Domine Bilbao. Con nombre propio, es el espacio donde se arranca el día en compañía de un desayuno al que no se le ponen peros. Excelente servicio y aun mejores huevos Benedict, ¿qué más se puede pedir?
Marianitos y anchoas en Taberna Basaras
La decisión de Jon Ocaña por tomar el relevo de sus padres y seguir al frente de esta tasca fundada en 1946, es la suerte de todos. Templo de anchoas y marianitos, esta taberna histórica es mucho más. Es un punto de encuentro al que acuden bilbaínos, visitantes, famosos y expertos, en busca de los iconos de la casa y algún otro pintxo más (como el de bacalao a la bilbaína), también por su destacada bodega, que Ocaña se encarga de cuidar surtiéndola de grandes referencias y otras más peculiares. La hora del aperitivo es gloriosa si consigues una butaca junto a uno de sus toneles en el exterior.
Comer en un museo
La alta cocina de Josean Alija se convierte en una obra de arte más dentro del Museo Guggenheim con su restaurante con estrella Michelin Nerua. 12 años compartiendo el mismo techo que le ha elevado a la excelencia por su cocina de estilo propio con ingredientes de temporada que muestran el Bilbao más puro y sofisticado.
Champis en Motrikes
Si te despistas, se escabulle entre el resto de los bares y el bullicio que suele ocupar la calle. El número 41 de la calle Goienkale es estrecho, pero lo suficientemente largo para llenar su barra entera de su famoso pintxo de champiñones. Un chorrito de aceite en la plancha caliente y a bailar, los champis se amontonan y se doran hasta que una vez listos pasan a una rebanada de pan. Es algo mágico, pocos consiguen hacer de algo tan simple algo tan rico y especial.
Pintxos cofrades en la Plaza Nueva
Resulta imposible no detenerse en la Taberna Plaza Nueva y quedarse charlando con los hermanos Jon y Txema de Miguel. Su entrañable local destella azul y es todo un museo de recuerdos a lo largo de su historia. Algunos en referencia a sus 'Pintxos Cofrades', los que cada Semana Santa preparan, convirtiendo clásicos de su barra en figuras con la indumentaria de cofradías como la de la Misericordia o Jesús Nazareno de Medina del Campo.
Baba ganoush y otras cosas ricas en Jazmino's
Un billete de ida a Marruecos, Palestina, Jordania, Turquía y Líbano a través de los platillos que conforman la carta de este agradable local, donde todo es 'home made', como su carta de vinos, que como ya contamos, se escoge con mimo y tiene guiños a la tierra donde ha echado raíces, el txacolí. Irás por su baba ganoush, pero te quedarás por su hummus y labneh, elaborados para acompañar y hundir en ellos sus ricos falafel, y shawarmas. Una cocina rica para viajar a Oriente Medio que se sale del mapa de la ruta clásica.
Txangurro en El Globo
A un merecido desvío del epicentro de los pintxos, el Casco Viejo de Bilbao, se encuentra El Globo. Y lo cierto es que todos se desvían por su famoso txangurro gratinado que salta a la vista, es el rey del local: una generosa cantidad de txangurro a la donostiarra sobre una rebanada de pan crujiente que calientan al momento y básicamente desaparece en un segundo cuando llega a la boca. Una bomba de sabor que compite en su extensa oferta de ensaladas, raciones, bocadillos, sándwiches e incluso cazuelas.
Los últimos rayos de sol desde Bar Marzana
Algo pasa al caer la tarde que todas las miradas se dirigen hasta el Muelle Marzana, ese que se expande ante la ría y por el que la gente parce brotar por segundos con copas en la mano. Muchas vienen de la terraza del bar Marzana, rincón para el tardeo - aunque los vermuts y los marianitos durante el aperitivo sientan igual de bien- al que acuden bilbaínos y visitantes. Con vistas al Mercado de la Ribera - las mismas que comparte no muy lejos de allí el restaurante con estrella Michelin Mina- ofrece una carta renovada con picoteo, sándwiches y hamburguesas. Un buen lugar para calentar los motores de la noche.