Las costumbres navideñas patrias las tenemos claras. Cenas todos juntos, comer las 12 uvas mientras suenan las campanadas, ponernos las botas con turrones y mantecados, comer roscón de reyes el día 6...
Eso sí, cada comunidad tiene sus pequeñas variaciones, como en Cataluña que alzan el tió antes de Nochebuena y lo cuidan hasta entonces o comen canelones el día 26 con las sobras de días anteriores. En Valencia, muchas veces en vez de roscón de reyes, este día se regala la casca, una caja que contiene un dulce parecido al mazapán y otros chocolates o en Euskadi, que el que reparte regalos es el Olentzero y no Papá Noel.
Hasta aquí todo bastante tradicional y normal. Y ninguna nos suena extraña. Pero ¿y si te dijéramos que en Japón en Navidad se come pollo frito del Kentucky? ¿Y que en Portugal en Nochebuena se pone un cubierto para los que ya no están? ¿O que en Groenlandia se come ballena cruda? Estas son las costumbres navideñas más raras que hay alrededor del mundo.
KFC, el invitado a la mesa navideña y mandarinas de buena suerte
Cordero, cochinillo, pescados, mariscos... Suelen ser los habituales de las mesas de estas fechas. Pero cada casa es un mundo y precisamente al otro lado del globo, concretamente en el país del sol naciente, la comida tradicional en estas fechas es otra.
Y no es sushi, ramen o tempura, no, sino otra delicia empanada que poco o nada tiene que ver con su cultura, el pollo frito de Kentucky Fried Chicken. Y eso es porque les han dado gato -o pollo- por liebre. Gracias a una potentísima acción de marketing en la década de los 70, les hicieron creer que este pollo es un festín navideño tradicional en Estados Unidos. Así que a ellos que les va lo de fuera, se sumaron sin dudarlo un minuto.
De hecho, esta popular cadena de restaurantes acepta incluso reservas para estas fechas y se adaptan a ello, vistiendo al Coronel Sanders con el atuendo de Papá Noel y engalanando los locales para las fiestas. Y para los que no consigan sitio, también lo sirven online y a domicilio.
En Nochevieja, en vez de 12 campanadas, los templos japoneses repican nada menos que 108 y las uvas allí son difíciles de encontrar. Así que para celebrar el año nuevo, comen fideos soba y cuelgan amuletos y decoraciones para atraer la buena suerte con unos elementos comestibles como el mochi y los daidai, un tipo de mandarina.
Consoada: en Portugal también cenan los que ya no están
Las navidades en Portugal tienen muchas similitudes con las españolas. Es una fiesta tradicionalmente religiosa y nuestros vecinos celebran la Nochebuena con un menú típico en que no faltan el bacalao y el pulpo. Esta noche recibe el nombre de Consoada.
Y una de sus tradiciones más extendidas, es dejar un sitio más en la mesa montado. Algunos lo hacen para que aquellos que les han dejado este año, disfruten de su última cena de Navidad, otros, para sus antepasados, que vendrán a la casa para limpiarla de malos espíritus. Incluso hay familias que no recogen la mesa esa noche, para que así las almas que se pasen por allí, puedan cenar también.
Navidades no aptas para estómagos delicados en Groenlandia
En Groenlandia consideran un manjar dos cosas que a nosotros nos harían replantearnos muy mucho, seguir con las tradiciones. Durante estas fechas, sus habitantes comen dos cosas, mattak y kiviak. Así a simple vista, los nombres parecen inofensivos, pero espera a saber la traducción.
El primero no es otra casa que piel de ballena con un poco de grasa adherida que se supone que debe masticarse... Lo que muchos hacen, simplemente tragarla porque suele ser bastante dura. Por lo visto dicen que el sabor no es tan malo y que tiene un ligero toque a coco.
El kiviak se elabora con la carne cruda de un pequeño pájaro ártico, el alca torta. Pero atención, porque estas aves se entierran en piel de foca mucho antes de Navidad -seis meses antes- y llegada la fecha, se desentierran para comerlas. ¿Lo malo? Que ya están en avanzado estado de descomposición...
La noche de los... ¿rábanos?
La noche del 23 de diciembre en Oaxaca (México), no es noche de platillos típicos, como las tlayudas o los tamales. Es la noche de los rábanos. La tradición se remonta a 1897, cuando al alcalde de aquel entonces, se le ocurrió organizar un concurso que fuese parte del mercado que montaban en Navidad. ¿Qué podían hacer? Tallar rábanos.
Así que durante esa noche, la ciudad se tiñe de morado (la piel de sus rábanos es así), recreando figuras de criaturas míticas, animales, escenas de la vida cotidiana e incluso a la misma virgen de Guadalupe. Eso sí, se eligieron porque desde siempre han sido parte también de la guarnición de las cenas navideñas.
En Eslovaquia, el pudín al techo
Si en la mesa cuando eras niño te han repetido por activa y por pasiva que con la comida no se juega, igual si estuvieras en Eslovaquia no pasaría lo mismo, porque allí hay una tradición que, en Navidad, hace que una de sus comidas acabe, literalmente, tirada contra el techo.
Y ese es su loksa, el pudin preparado con leche, pan y semillas de amapola. La cosa es que el miembro de la familia de mayor edad, es el encargado de lanzarlo contra el techo y tiene que ver con la suerte. Cuanto más se pegue, más suerte tendrá la familia. Eso sí, celebraciones aparte, habrá que ver la gracia que le hace al que le toque limpiarlo...
Viscoso... ¡pero sabroso!
Mientras tus tías rellenan volovanes con todo lo que se les ocurra, el cuñado corta jamón y los niños revolotean alrededor de la mesa, en Sudáfrica los aperitivos son algo bastante diferente.
¡Y son nada menos que orugas fritas! Durante el año guardan las larvas de oruga para después servirlas como aperitivo durante las fiestas. Para ellos están consideradas como un manjar crujiente, que además, es una importante fuente de proteínas.