James Stuart, un escocés aficionado al surf de tan solo 24 años, había estado practicándolo en Caños de Meca. "Por aquel entonces no había nada, ni un restaurante ni nada, solamente la playa." Tras haberse ejercitado le entró hambre y como allí, por aquel entonces -era el año 1988- solo estaba la playa, se acercó al vecino Vejer de la Frontera.
"Fui en busca de algo de comer. Caí en un bar y me comí un bocadillo de lomo en manteca, lo clásico de Vejer y pensé, qué sitio tan bonito", nos cuenta. Al año siguiente volvió y ya se quedó. Así empezaba el idilio de Stuart con este coqueto municipio andaluz. "Por aquel entonces era una tierra desconocida, Vejer no estaba en el punto de mira turístico."
De una empresa de turismo activo a la hostelería
Era el momento en el que Sancti Petri o Conil estaban empezando a despuntar y todo el pelotón de turistas se quedaba allí, pero Vejer no era tan conocida porque estaba en el interior. Así que James volvió y vio las posibilidades de aquel hermoso pueblo blanco.
Pero no empezó con la gastronomía, sino con algo totalmente distinto. "A raíz de este viaje, monté una empresa de turismo activo, sobre todo de bici de montaña. Los caminos rurales eran caminos realmente rurales, hoy están casi todos asfaltados. Se podía ir de aquí hasta Alcalá de los Gazules por pistas de montaña", recuerda y continúa "trabajábamos por toda Andalucía y la empresa tuvo mucho éxito. Llegamos a hacer una ruta de Lisboa a Sevilla en bicicleta o recorrer Sierra Nevada."
Una cosa fue llevando a la otra y fue adquiriendo diferentes casas en Vejer prácticamente abandonadas y allá por el año 99 decidió que una de ellas, la que estaba en la Plaza de España, la plaza mayor de Vejer, la iba a convertir en un hotel boutique, La Casa del Califa.
Con la cocina árabe como punto de partida
Fue dos años más tarde, cuando inauguró junto a su socia Regli Álvarez el hotel, en el momento en que todo cambió. 23 años después, puede decirse que son los reyes de Vejer, con este hotel y unas cuantas casas, cuatro restaurantes, una tetería y hasta un hammam. Un verdadero imperio que se ha convertido en uno de los más importantes de la población.
Y, ¿por qué un escocés montaba restaurantes de cocina de Oriente Medio, Turquía y Marruecos? Porque lo llevaba en la sangre. Junto a su padre pasó toda su infancia viajando a todos estos países, "del Líbano a Arabia Saudí. Y también estuve trabajando en Marruecos y me enamoré de la comida y no quería comer más tortilla de patatas", ríe y matiza, "en aquel momento no había restaurantes con otros tipos de comida."
De aquella época se llevó los sabores, pero también numerosos objetos y antigüedades, que son los que hoy decoran prácticamente todos sus espacios, que proceden de su colección personal y la de su familia. Lo que sí tuvo claro desde el principio es que sus restaurantes iban a ser "espacios donde te puedes transportar a un mundo entre el norte de África y el Medio Oriente a través de sus platos", explica a Cocinillas.
Así son los restaurantes del grupo El Califa y así se come en ellos
Una vez conocida su historia, solo nos queda descubrir qué es lo que se come y cómo son los restaurantes de este grupo tan prolífico. La joya de la corona es El Jardín del Califa, que ocupa el jardín y buena parte del edificio del hotel con lo que todo empezó.
Ya sea rodeado de palmeras o en alguno de sus espacios interiores, como el aljibe, rodeado de piedra original de un antiguo aljibe de época islámica, se disfruta de un viaje gastronómico por la cocina del mundo árabe. ¿Qué no perderse aquí? La sopa harira marroquí, las berenjenas Alepo, que se presentan caramelizadas con tomate, piñones y crema de yogur a la hierbabuena o el queso halloumi al grill con higos caramelizados y sirope de dátiles, serían un buen comienzo.
Se puede seguir con platos que son especialidad de la casa como la pastela de pollo y almendras, la pierna de cordero al azafrán que acompañan de sémola y albaricoque caramelizado o un tagine de ternera Retinta, con ciruelas y huevos de codorniz. En su carta hay mucho más, desde platos egipcios como la milojia, preparado con cordero y okra a un apartado de cous cous o uno de platos que preparan a la barbacoa, como los sish taouk, unas brochetas de pollo especiado y salsa curry al estilo libanés con arroz basmati.
Fez es posiblemente su otro restaurante más laureado. "Es un rincón que traslada al comensal al norte de África, sin salir de Vejer, para que puedas vivir una experiencia auténtica con los cinco sentidos", define James. En un local de pequeñas dimensiones, decorado por Ellie Cormié, han conseguido que de verdad te sientas allí por un rato.
Lo más interesante es que en este local se puede tomar el brunch, todos los días, entre las 11:00 y las 13:00 horas y empezar el día con platos como la shakshuka, el merguez hash con huevo al horno o halloumi a la plancha con za’ataar.
En su carta de restaurante no falta un muy buen hummus o babaganoush, ensaladas imprescindibles como la Hércules, que se prepara con verduras al grill, garbanzos, feta y hierbabuena con salsa de tahini, además de falafel, diferentes tagine y hasta kebab.
Completan la oferta con Califa Tapas, donde la cocina ya es mediterránea y típica de la zona (berenjenas fritas con miel, salmorejo o atún con cebolla caramelizada) y con Califa Express, también en la misma Plaza de España, donde sirven una versión reducida de la carta de El Jardín del Califa.
¿El cierre perfecto del día? Subir a la terraza de su tetería al atardecer, para tomar un té marroquí con hierbabuena, acompañado de un surtido de sus pastelitos árabes, además de su baklava, que es un escándalo de rico porque se prepara con miel de una población cercana o la tarta del sultán, elaborada con queso, dátiles y almendras.