El delicioso postre de castañas que toma el nombre de la montaña más alta de los Alpes

El delicioso postre de castañas que toma el nombre de la montaña más alta de los Alpes Pixabay

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El delicioso postre de castañas que toma el nombre de la montaña más alta de los Alpes

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Las castañas son para el invierno. Y es que cuando llega el frío, las calles se llenan de ese aroma que todos relacionamos con esta época: el de las castañas asadas. Ligadas a los meses de invierno, no solo son deliciosas por sí mismas, sino que también son el ingrediente estrella de algunos de los dulces más sofisticados. Se recolectan entre octubre y diciembre, y a partir de ahí, se pueden utilizar en numerosos formatos.

Y aunque asadas suenan a delicia, son de lo más versátil. Se utilizan en cremas, purés, en platos para aportar crujiente e incluso en guisos y platos, como la ya clásica perdiz con castañas y repollo del restaurante Lera.

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Por supuesto, el dulce es su otro terreno estelar. Uno de los más famosos es el marrón glacé, un capricho que eleva las castañas a la categoría de delicatesen. Este dulce, originario de Francia, consiste en castañas confitadas en almíbar y glaseadas con azúcar. Su proceso de elaboración, lento y minucioso, lo convierte en un lujo. Y no solo por ello, sino porque las castañas han de ser perfectas para poder convertirse en un codiciado marrón glacé.

Hay otro postre que las utiliza como base y que toma el nombre de la montaña más alta de los Alpes, el majestuoso Mont Blanc. Y este no solo es uno de los montes más bellos en la montañosa frontera entre Francia, Italia y Suiza, sino también un laborioso postre de origen francés, que poco a poco empieza a colarse en las vitrinas de reputadas pastelerías de nuestras fronteras. Pero ¿qué es exactamente y dónde podemos probarlo?

El dulce francés que conquistó el invierno

El Mont Blanc es un postre delicado y sofisticado que combina puré de castañas endulzado y dispuesto en finos hilos sobre una generosa capa de nata montada. Su nombre hace referencia a la montaña a la que nos referíamos, por su aspecto nevado y su elegancia. Aunque su historia está arraigada en Francia, también podría tener influencias italianas, ya que las regiones alpinas comparten una larga tradición en el uso de castañas en la cocina.

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Se cree que este postre nació en el siglo XIX en París, durante una época en la que la pastelería vivía su esplendor. Las primeras referencias al Mont Blanc lo sitúan en salones de té y pastelerías de lujo, donde se servía como un capricho de invierno. Su textura cremosa y su dulzura equilibrada lo convirtieron rápidamente en un éxito, porque combinaba sabor y una presentación muy diferente a la clásica pastelería francesa. Apareció en libros y en prensa, pero hubo un lugar que lo lanzó al estrellato: la pastelería parisina Angelina.

Angelina, la primera casa del Mont Blanc

Hablar del Mont Blanc es hablar de Angelina, la legendaria casa de té parisina que lo ha popularizado desde su apertura en 1903. Ubicada en la Rue de Rivoli, a un paso del Louvre, no solo es conocida por su exquisito chocolate caliente, sino también por ser el hogar de uno de los Mont Blanc más famosos del mundo.

Allí, este postre, que en realidad nació con vocación de petit four, se ha convertido en un icono gracias a su elaboración artesanal y al boca oreja que lo hizo famoso. Tanto, que venden más de 2500 unidades al día. "Nuestro Mont-Blanc se compone de un merengue francés seco y crujiente, bajo una cúpula de chantillí cubierto con estos fideos de crema de castañas que aportan toda la delicia a esta delicia absoluta", explican.

Angelina

La nata montada es de una ligereza casi etérea. Y su presentación, con los hilos de puré formando una pequeña montaña, coronada con una fina capa de azúcar glass, que simula la cumbre nevada, hace honor a su nombre y lo convierte en un placer tanto para la vista como para el paladar. 

El viaje de Francia a Japón

A pesar de ser uno de los dulces franceses más famosos, no se ha quedado en los Alpes, sino que ha cruzado fronteras y se ha convertido en una auténtica sensación en Japón. Ya sabemos del afán de los japoneses por hacer suyas algunas recetas de postres, como la tarta de queso vasca. En el país del sol naciente, este postre llegó allá por 1933 y se ha adaptado y reinterpretado para encajar con el gusto local. Según cuentan en Panda Patisserie, "el repostero Chimao Sakota quedó tan prendado de un Mont Blanc que había probado en la pastelería Angelina de París que, al volver a Japón, abrió su propia pastelería, llamada Mont Blanc, en el barrio tokiota de Jiyugaoka."

En las pastelerías japonesas, es común encontrar versiones que incluyen té matcha, sésamo negro o incluso combinaciones con frutas como frambuesas o yuzu. Los japoneses sienten una especial admiración por las castañas, considerándolas como un manjar de temporada. Esto, unido a su pasión por la perfección y la presentación meticulosa, ha llevado al Mont Blanc a ocupar un lugar destacado en su repostería. En esta época, se ve en numerosos espacios, celebrando así la llegada del invierno y las primeras nieves, que esta vez no cubren la montaña de los Alpes, sino el icónico Monte Fuji.

¿Dónde probarlo?

Aunque en otros lugares goza de una popularidad desmedida, es cierto que, dentro de nuestras fronteras, todavía es algo tímido. Quizá por desconocimiento del público general o porque es muy laborioso de preparar. Lo bueno es que en la capital se pueden probar ambas versiones, la francesa y la japonesa.

La Duquesita

La primera es una de las habituales de invierno en las vitrinas de la deliciosa pastelería que Oriol Balaguer trajo de nuevo a la vida hace unos años, La Duquesita. El suyo lo preparan a la manera clásica, con castaña, merengue, una crema de vainilla de Madagascar y el toque único que le aporta la compota de cassis.

La segunda, al estilo nipón, se encuentra en Panda Patisserie. Esta pastelería japonesa, dirigida por Borja García, hace honor a la fiebre del país por el dulce con una edición limitada. "Por su forma y por su nombre, el Mont Blanc representa perfectamente los imponentes montes nevados (muchos de ellos, sagrados) que lucen en los días claros del invierno japonés," afirman.

Panda Patisserie

El suyo es clásico pero delicioso. Se prepara con crema de castañas asadas, chantillí, vainilla de Madagascar, merengue seco de kinako y se corona con marrón glacé o castaña confitada. ¿Una versión diferente? No es una montaña, sino un árbol de Navidad, pero la técnica empleada es similar. El Uji Matcha se prepara con chocolate blanco, frambuesa y un toque de gianduja de pistacho, y es otro best seller de estas fechas.