Corrían los primeros años de la década de los 30, cuando la familia Merino llegó a Santander con la venta de productos hortícolas y vino de Autol. A finales de esta década tomaron este local como almacén de venta de vinos al por menor y fue en los 40 cuando obtuvieron la licencia como restaurante. Así nació la Bodega del Riojano, un imprescindible del buen comer en Santander.

Ficha y datos de La Bodega del Riojano

  • La Bodega del Riojano es una parada imprescindible para los amantes del buen comer en Santander. Inaugurada a finales de los años 30, ha sabido mantener el espíritu de su inicio, apostando siempre por productos de altísima calidad y preparaciones sencillas. Se puede tapear en su barra o pasar al gran salón curioso por poseer el primer museo redondo del mundo, una colección de arte pintada en las tapas de las cubas de vino.
  • Lo mejor: Las croquetas, los caracoles a la Riojana y los ravioli de pollo.
  • Dirección: Río de la Pila, 5. Santander.
  • Horario: Lu a Sa de 12:00 a 17:30 horas y de 19:00 a 01:00 horas. Do de 12:00 a 17:30 horas.
  • Reservas: 942 216 750 y a través del e-mail reservas@bodegadelriojano.com
  • Precio: 35/40 euros.
  • Nota: 4/5

La historia de la Bodega del Riojano y su Museo Redondo

Los lugareños recuerdan como en 1945 llegaban a la Bodega del Riojano, desde la Rioja, camiones a descargar pimientos de gran calidad y grandes pipas de vino que traspasaban a las cubas del establecimiento. Su ubicación privilegiada en el centro de la ciudad hizo que pronto se convirtiera en un lugar de reunión para una emergente generación de jóvenes literatos y artistas, animados por Víctor Merino que les atendía y disfrutaba de sus tertulias.

Pronto siguió avanzando en el tiempo como buque gastronómico imparable y fue en estos tiempos cuando se concibió su Museo Redondo, una peculiaridad que caracteriza al restaurante repleto de obras de arte del XX, pintadas en las tapas de las cubas de vino. Para que hoy pueda hablarse de Museo Redondo el destino se sirvió de tres protagonistas, Ramón Calderón, pintor y escultor, Manolo Arce y Víctor Merino. La obsesión de Ramón Calderón por pintar una barrica, el respaldo de Manuel Arce y la aceptación por parte de Víctor Merino, considerando que sería conveniente para el negocio que los artistas pintaras las cubas, hicieron el resto.

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¿Qué pedir en la Bodega del Riojano?

Una vez adentrados en su historia y fisonomía, nos sentimos más que tentados de conocer tantas cosas que habíamos leído y escuchado. Así que allí que fuimos. En la Bodega del Riojano puedes tapear en su zona de barra, siempre llena hasta la bandera, con una zona de mesas muy juntas las unas a las otras, o bien, darte un homenaje en su salón rodeado de arte en las cubas. Sea como sea, aquí te aseguras salir satisfecho y con el estómago feliz. Si quieres quedarte en la barra no hace falta reservar, aunque seguramente tengas que esperar pacientemente a que quede un hueco libre.

RIOJANO_Marzo-9

En esta ocasión nos decidimos por ir con reserva previa y cenar en su fantástico salón. Con una carta no demasiado extensa, no nos costó decidirnos y finalmente probamos un poco de todo y nos hicimos un mini menú con sus clásicos. La cocina del restaurante se caracteriza por su sencillez, sus productos de temporada y su apuesta por la máxima calidad. Siempre.

El Riojano_ENERO-2

Para empezar, pedimos uno de sus platos por antonomasia, las rabas. Las preparan con calamar fresco, con una fritura fina y sin ningún exceso de aceite, por lo que el sabor se potencia y se encuentran en los ranking de las mejores de la ciudad. Otros entrantes pasan por los caracoles guisados a la Riojana, en esta casa desde sus inicios, embutidos y quesos o anchoas Catalina, con el premio a la mejor Anchoa de Santoña en 2014. A continuación, llegó a la mesa la ensaladilla rusa, muy diferente a muchas que conocemos. Aquí la presentan de forma colorida y con bastantes toppings: anchoas, rabanitos, aceitunas, huevas de salmón y unas piparras que aportan su punto de acidez. Seguimos con las croquetas, y os diremos que pedirlas es primordial. Las preparan de bonito y huevo con una bechamel muy cremosa y un rebozado crujiente.

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Leímos en la carta que tenían torreznos y nos picó la curiosidad, son de Soria y están a la altura, crujientes, de una sola pieza y para comer con la mano. Vimos pasar la tortilla y nos quedamos con las ganas de pedirla. Atención, las preparan cada noche y las sirven hasta que se terminan y son una bomba que se sirve guisada con salsa de callos, chorizo ibérico y alioli. ¡En la próxima visita no falla!

ravioli

El plato fuerte fueron los ravioli. En carta suelen ser de rabo de toro, pero este día los habían preparado de pollo pedrés, una raza autóctona de Cantabria. Lo terminan con foie fresco sobre cada ravioli y puntitos de puré de apionabo. Un manjar que vale la pena degustar.

flan

El colofón lo ponen sus postres. ¿Cómo decidirse entre dulces como un arroz con leche que preparan según una receta recuperada con más de 100 años de antigüedad de origen asturiano, un sobachón pasiego (Sobao pasiego – leche merengada – confitura de ciruela – achicoria – almendra tostada) o helado de quesucos cántabros? Solo de recordarlo se me hace la boca agua. Finalmente y después del festín acontecido, nos decidimos por su flan de huevo al caramelo. ¡Vaya acierto! Casero, delicioso y delicado.

¿Tienes ya claro dónde reservar cuando vayas a Santander?

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