Nos trasladamos a la belleza volcánica de Lanzarote. En esa isla de paisajes casi lunares y vegetación prácticamente inexistente, se encuentra Isla de Lobos, uno de los restaurantes más interesantes de todo el archipiélago canario. ¿Su propuesta? Cenas Km.0 en las que los productos de la cercana Finca de Uga, son los protagonistas.
Isla de Lobos, un paraíso canario que recibe ese nombre por los lobos marinos que habitaban la isla hasta hace muy poco, y también nuestro restaurante de hoy. Se encuentra ubicado dentro del hotel Princesa Yaiza, perteneciente a la cadena hotelera PY Hotels y desde el pasado año, une sus fuerzas con la Finca de Uga para crear un menú degustación que se servirá los últimos sábados de cada mes bajo reserva previa.
Ficha y detalles del restaurante Isla de Lobos en Lanzarote
- Todos los últimos sábados de cada mes, el restaurante Isla de Lobos del hotel Princesa Yaiza de Lanzarote, presenta el interesante menú Km.0, una serie de creaciones pensadas en consenso con la Finca de Uga, principal proveedor del restaurante.
- Lo mejor: Al ser un menú cambiante, lo mejor es disfrutar con las nuevas creaciones del chef en cada visita.
- Dirección: Avenida Papagayo, 22. Hotel Princesa Yaiza. Playa Blanca, Lanzarote.
- Horario: El último sábado de cada mes en horario de cenas.
- Reservas: Es conveniente reservar previamente en el 928 519 222.
- Precio: 60 euros sin maridaje, 82 euros con maridaje.
- Nota: 4,5/5
Isla de Lobos y Finca de Uga, el dúo gastronómico que funciona
“Ellos nos dan todas las herramientas para crear, por eso el cambio en los menús es constante”, comenta el chef Víctor Bossecker de Isla de Lobos. Y es que su chef junto al equipo de cocina, dedican cada día parte de la jornada a idear una propuesta basada en la búsqueda de productos de cercanía en su mejor época del año, así como en el fomento de un comercio justo fundamentado en el aprovechamiento sostenible de los recursos locales e importados. ¿Cómo surge esta simbiosis? Gracias a una labor conjunta con agricultores, ganaderos, pescadores y, sobre todo, la Finca de Uga, su principal sostén gastronómico y un paraíso de agricultura, ganadería y quesos de renombre.
Y es que es gracias a la relación cercana entre los productores de la Finca -a unos 15 kms. del hotel- y los chefs que la visitan asiduamente, se seleccionan en primera persona los alimentos con los que se diseñará cada menú y estarán en su despensa. Si a todo esto aplicamos las técnicas más vanguardistas, pero respetando siempre la tradición y cada producto, el resultado solo puede ser una experiencia gastronómica única.
El menú Km. 0 de Isla de Lobos
Probamos un menú ejecutado en cuatro secuencias de tres platos cada una. Una basada en la huerta, otra en el océano, la última salada en la finca y un dulce final.
Arrancamos el degustación con una primera etapa ‘De nuestra huerta’, que comenzó con un plato simulando una maceta, que hacía honor al nombre de encurtidos vegetales o pequeñas verduras que adornaban este huerto en el plato. Sobre una tierra comestible de pan negro, se disponían una remolacha que había deshidratado y vuelto a hidratar en fresas de la finca, que posteriormente habían encurtido; Por otro lado presentaban una zanahoria encurtida en physalis, un espárrago escalfado y un dado de calabaza ahumada y encurtida con un agua de calabaza. Esta es una buena manera de recolectar los productos en su mejor época del año y al encurtirlos alargan su vida, el alimento cambia de forma y se conserva mejor.
El siguiente plato giraba alrededor de una idea. Al ser Lanzarote la ‘isla de las cebollas’ quisieron hacer un particular homenaje a uno de los frutos que da esta tierra volcánica. Presentaron así una berenjena asada acompañada de un polvo de comino y un caldo de cebolla, y cebolla cocinada al vacío durante varias horas.
Para terminar la secuencia vegetal del menú Km. O, probamos un guisante típico de la isla cocinado en agua, acompañado de unos ñoquis y un licuado verde intenso del mismo guisante. Por otro lado, el plato se terminaba con una crema y un aire de yogur de cabra Majorera, y unas flores de menta para terminarlo.
La secuencia marina empezaba con un pescado local de la isla curado en salmuera de las salinas de Janubio, acompañado de chips de papa bonita, gofio, mojo rojo y un helado de batata. Llegaron las lentejas marinas. ¿Sabías que son un producto muy típico de Lanzarote? Se cuecen en una base de caldo de morena, acompañándolas de una gamba de la Santa (un pueblo de Lanzarote) y salicornia, que aportaba el punto crujiente.
El último plato dedicado al mar, se presentó como un calamar a las brasas de carbón con espárrago verde, sobre el que rayaron calamar seco. Éste se consigue con los recortes del propio calamar que se seca como una especie de mojama y que es muy típico en las ferias Canarias.
Fue ahora cuando el producto de la Finca de Uga se iba a poner de relieve. Al comenzar la secuencia ‘de nuestra granja’, nos sorprendieron con un bocado de lamb-belly o barriga cordero, con parte de carne y parte grasa. Esta parte grasa se contrarrestaba con una fina línea de chutney de uchuva -physalis- y el fondo del propio cordero.El penúltimo pase salado, fue uno de los platos más típicos de las Canarias, un conejo en salmorejo, un adobo típico de las islas con zanahoria El final llegaba con el cochinillo crujiente de la Finca ahumado con sarmientos de sus propio viñedos, acompañado de un licuado vegetal y gel de cebolla.
Para terminar el ágape canario, llegábamos a la parte del ‘Dulce final’, tres postres que sorprendieron por su sabor y sus ejecuciones. El primero fue un helado de plátano canario, montado sobre una galleta de pimienta rosa. En este momento nos recordaron los árboles que daban sombra a los cochinos, que no eran otros que pimenteros rosas. El segundo postre, para comer de un bocado, se trataba de un mochi japonés relleno de bienmesabe -no el pescado, sino el dulce- hecho con yema de huevo, almendras, canela, limón y bizcocho, y acompañado de helado de vainilla. ¡Delicioso! Tan buen que hasta quisimos repetir…
Y ahora sí, había llegado al culmen, nos sirvieron un Barranquito, inspirado en un tipo de café que se toma en las Canarias -elaborado con leche condensada, leche, canela, limón y licor- que aquí se presentaba como un helado de café con bizcocho de vainilla, confitura de leche y un poco de licor 43.
Sin duda un menú sorprendente, diferente y que vale la pena probar en vuestra próxima visita a la isla volcánica.