En el mundo del vino cada vez hay más valientes que deciden prescindir del sello de la denominación para dar rienda suelta a sus extravagancias enológicas. Son esos rebeldes que creen y defienden que en la diferencia está la clave del éxito y no dudan en renunciar a las ventajas de acogerse a las pautas de un consejo regulador para llevar a cabo su propia manera de entender el vino.
Son los menos, pero también los más interesantes para esos paladares ávidos de nuevas tendencias, de descubrir variedades endémicas, elaboraciones ancestrales y envejecimientos creativos. Seleccionamos a algunos de estos locos del vino para que nos expliquen sus locuras: cinco vinos sin denominación de origen capaces de revolucionar un mercado que demanda, cada vez más, productos fuera de lo convencional.
Cinco Punto Uno (The Bargiela Bienati Winery)
Elaborado con cinco variedades europeas distintas, podría decirse que el blend de Cinco Punto Uno es único en el mundo. 30% de albariño y 10% de godello procedente de sus viñas en Salvaterra do Miño en Rías Baixas, 30% de treixadura de la comarca de Ribeiro, y 5% de sauvignon blanc y un 25% de chasselas, ambas de la región de Lörach en Alemania. Todas vinificadas por separado y mezcladas tras pasar 10 meses en inox. Las escasas 4.000 botellas de este vino pasan otros 6 meses descansando antes de salir al mercado.
La mezcla explosiva de estas variedades imprime un carácter diferenciador y con mucha personalidad en un vino que no tiene denominación de origen ni la necesita. “Siempre supimos que queríamos hacer un vino diferente a los que se elaboran en la denominación”, explica Hernán Bargiela, un argentino con sangre italiana y española que decidió volver hace tres años a la tierra de su bisabuela Filomena para convertir la casa familiar en una micro bodega tecnológica que mantiene el espíritu de la centenaria construcción de piedra gallega.
“La D.O. no permite usar variedades de diferentes zonas geográficas en la mezcla, así que no hubo mucho que pensar”, añade. Cinco Punto Uno es pues un vino sin normas, que refleja la creatividad, el atrevimiento y el desafío a lo ya establecido de sus elaboradores. Un vino sin fronteras que, aseguran, “nace para romper moldes”. PVP: 18 €
Luthier Garnacha (Territorio Luthier)
Fernando Ortiz es nuestro friki de la Ribera del Duero. Un loco muy cuerdo que ha convertido su bodega en Aranda de Duero (Burgos) en un laboratorio creativo donde experimenta con mezclas, elaboraciones y envejecimientos para dar como resultado lo que él llama 'vinos pausados'. Vinos de excelente calidad, capaces de mantenerse vivos con el paso del tiempo, como el instrumento de un luthier.
De su afán por para salvar y recuperar variedades de uva en peligro de extinción nace Luthier Garnacha. “Este vino nace de viñedos muy antiguos y de la combinación de una viña muy vieja con una recién nacida”, explica el director técnico. “Una cosa súper especial que la denominación no nos deja sacar bajo la etiqueta de Ribera del Duero porque la garnacha como monovarietal no está permitida”.
Algo curioso, insiste, “porque la garnacha lleva cientos de años en la Ribera y durante los años 70 superaba a la producción de tempranillo”. Actualmente estas proporciones están invertidas y Fernando cree que hay que devolverle su identidad y por eso hacen este monovarietal.
“La vinificación de nuestro Garnacha es muy delicada. Parte principalmente de dos viñas. Es una viña de más de 100 años en el término de Lahorra, terreno arcillo calcáreo. Y lo que intentamos es elaborar con el máximo cariño y delicadeza para que la garnacha mantenga su identidad y saque esa mineralidad tan brutal que tiene. El envejecimiento se hace en barrica de 500 l durante aproximadamente 2 años. Después, se mezcla con una barrica de 125 l de una garnacha de primer año de vendimia proveniente de un terreno calcáreo de la zona de Gumiel de Mercado”.
De esta singular combinación de dos puntos como son la vejez y la juventud sale una garnacha “muy mayor y muy experimentada con tintes de frescura y alegría”. Un vino mimado y muy exclusivo que vale lo que cuesta. PVP: 190€
Valquejigoso V2
“La personalidad de los vinos de Valquejigoso están condicionados por el terroir de nuestros viñedos, muy diferente a otros de la zona, por eso decidimos elaborarlos fuera de la D.O. Madrid”, explica el enólogo Aurelio García. “La denominación acoge todos los vinos elaborados en la misma provincia, pero no diferencia entre suelos ni subzonas. Nosotros pensamos que no tienen nada que ver los vinos que proceden de suelos arcillo calcáreos con los de terrenos de arenas graníticas, las variedades adaptadas a unas zonas y otras son muy distintas y, cuando se trabaja de forma precisa, estos detalles determinan el carácter”.
En esta bodega madrileña situada en el municipio de Villamanta, lindando con Toledo y en las estribaciones de la Sierra de Gredos, las encinas, robles y alcornoques conviven en armonía con un viñedo muy especial. En este entorno se elabora la etiqueta más emblemática de la bodega, Valquejigoso V2, un vino con una tipicidad muy definida que, según Aurelio, “está muy vinculada a su origen, al terruño, y destaca por su gran capacidad de evolucionar en el tiempo manteniendo su carácter”.
Valquejigoso V2 solo se elabora en añadas muy buenas en las que el viñedo asume el reto de la naturaleza. “Es un vino radical, de raíz, un vino auténtico que elaboramos con las parcelas más precisas”. La añada actual es la 2009, extrema en lo que a climatología se refiere y es el resultado del coupage de los vinos procedentes de 32 microparcelas. PVP: 60 €
Gran Luna (Dehesa de Luna)
Gran Luna es otro de esos vinos que va más allá. “Es el resultado de haber deseado llegar muy lejos en su composición. La capacidad de llevarlo a cabo está reforzada por la diversidad de parcelas y la complejidad técnica de nuestro viñedo”, expone José Luis Asenjo, director técnico de Dehesa de Luna, una bodega albaceteña en equilibrio con la conservación del entorno y comprometida con la elaboración ecológica.
Se trata de uno de los vinos más prestigiosos y premiados de esta bodega que luce con orgullo el apellido de Finca de la Biodiversidad. Elaborado a partir de cabernet sauvignon, syrah, tempranillo, petit verdot y graciano, Gran Luna tiene un gusto afrutado pero también una madera muy presente. Un vino potente y largo en boca, a la vez que redondo y amable, “que sirve para recordarnos que por muy duro que sea el momento que atravesemos, siempre hay momentos para celebrar”. Sobre todo cuando se trabaja con dedicación y respeto.
El propio Asenjo explicaba con claridad en nuestros Diálogos de Vino Cocinillas las razones por la que los vinos de Dehesa de Luna no forman parte de ninguna denominación de origen: “Geográfica y administrativamente podríamos estar dentro de la D.O. La Mancha, pero aunque somos de La Roda y amamos con locura nuestra tierra, por desgracia enológicamente y desde un punto comercial, nos resta. Tampoco hubiese consentido nunca que me dijesen cuánto tiempo tiene que estar un vino en barrica. Así que decidimos apostar por nuestro origen de verdad, que es Luna, que es la finca”.
“Hemos perdido cierto patrimonio vitícola por el empuje de los viticultores hacia variedades como la airén por la necesidad de llevar dinero a casa. Son políticas que tuvieron su valor social en el pasado, pero ahora hay que mirar al futuro y redirigir las elaboraciones hacia otro tipo de variedades”, sentencia el enólogo. PVP: 23 €
Verum Las Tinadas
La variedad airén es probablemente la más denostada por la crítica. O lo era hasta que Elías López Montero, enólogo de Bodegas Verum de Tomelloso (Ciudad Real) decidió elaborar su monovarietal Las Tinadas. Hablamos de un airén de pie franco que ha llamado la atención de la mismísima Jancis Robinson, quien lo ha incluido entre sus vinos de culto para el futuro en un artículo para el Financial Times.
La gran dama inglesa del vino destaca que Las Tinadas demuestra que con viñas viejas, una buena interpretación del terruño y elaboración, se pueden elaborar grandes vinos blancos a partir de esta variedad. La uva procede de un viñedo ecológico plantado en sistema de 'pie franco' (una vitis vinífera de raíz a tronco, sin porta injerto o pie americano) y que data de 1950. Algo extremadamente difícil de encontrar en nuestra geografía después de que la filoxera arrasara con casi la totalidad de los viñedos del viejo continente en 1868, y con un gran valor enológico.
Elaborar grandes vinos blancos en La Mancha con su variedad autóctona por excelencia y abrir camino para que otras bodegas se libren de los prejuicios que supone usar la variedad de uva blanca más plantada del mundo, es un reto y un orgullo para esta bodega que, a pesar de todo, nunca ha formado parte de la denominación.
“De inicio no nos interesó porque aglutinaba bodegas muy heterogéneas, con diferencias tremendas en el enfoque productivo”, aclara Elías. “Para mí la D.O. es una figura que no aporta demasiado valor ya que la I.G.P. Vinos de la Tierra de Castilla ya nos da la garantía de origen que buscamos. Y en cuanto a la garantía de calidad… prefiero garantizarla por mí mismo y por los valores de nuestra marca”.
Gracias a este empeño, Las Tinadas es un vino con una excelente relación calidad-precio, que pone en valor la singularidad de la airén y su expresión varietal en un viñedo histórico. PVP: 11 €