La Conca de Barberà es otra de esas denominaciones poco conocidas, pero con vinos geniales, que merece la pena descubrir. Si bien mejor in situ, porque el paisaje de viñedos de esta zona es espectacular y sus bodegas son verdaderas catedrales del modernismo catalán, también desde la carta del restaurante cuando queramos probar algo distinto. O en casa, ahora que ya hemos aprendido a consumir más y mejor.
Amparada por su Consejo Regulador, en los últimos años, la Denominación de Origen Conca de Barberà se ha esforzado por buscar su propia identidad y sumar valor a sus vinos, poniendo en el mapa vinícola su uva autóctona, la trepat. Una comarca situada al norte de la provincia de Tarragona, en la que el pasado ha dejado su huella en el presente y marca el camino del futuro.
Por citar unas cuantas cifras, la denominación abarca una superficie de viña de 2875 hectáreas (datos de 2020), con 647 viticultores y 23 bodegas que, de media, elaboran 8000 hl de vino cada una. Perfil innovador y carácter emprendedor son los puntos comunes que comparten los productores de la Conca de Barberà. Ya sea de la mano de grandes grupos vitícolas o en forma de proyectos artesanales y románticos, todos los elaboradores de esta comarca están volcados en mostrar la mejor cara de la trepat y del resto de variedades, a partir de vinos con mucha personalidad.
Descubrimos las bondades de esta bella tierra a través de algunos de sus mejores vinos, no sin antes hacer un repaso a las claves que definen la singularidad de la Conca de Barberà.
5 razones que hacen única a la Conca de Barberà
1. Vocación agraria
La Conca de Barberà es un territorio vitivinícola profundamente vinculado a la historia agraria, de donde surge una devoción por la tierra que sigue intacta hoy en día. Sin embargo, estas cualidades no han impedido que en esta comarca perviva un fuerte espíritu emprendedor, en muchos sentidos pionero, que suma un particular atractivo a los vinos de la región.
2. Viñedos entre montañas y ríos
Flanqueada por los ríos Francolí y Anguera y protegida por las montañas que la rodean, especialmente la sierra de Prades, la Conca de Barberá tiene una altitud media de 500 m y un suelo básicamente calcáreo.
Nos encontramos en un valle fluvial formado por la erosión causada durante siglos por ambos ríos, rodeado de cadenas montañosas, en el que suceden pueblos pintorescos como Barberà de la Conca, la villa medieval de Montblanc, Blancafort, Conesa, l’Espluga de Francolí, Sarral, Rocafort de Queralt o Vilanova de Prades.
El clima es mediterráneo con influencia continental, aunque conviven diferentes microclimas fruto de la combinación de relieves y altitudes. Precisamente una de las particularidades de la situación de Cuenca de Barberà es la gran diferencia de temperaturas entre el día y la noche, lo que favorece un cultivo saludable de la vid.
3. Trepat, una uva con posibilidades
Propia de la Conca de Barberà (apenas hay plantaciones de esta variedad en otras partes del mundo), la trepat ha estado relacionada tradicionalmente con los vinos rosados que durante décadas han sido el reclamo de la región. En este tipo de vinos, la uva que define ahora el paisaje de viñedo de esta pequeña Denominación de Origen, se muestra en un tono rosa frambuesa luminoso y se expresa con notas frescas y afrutadas.
Pero la trepat no es exclusiva del rosado. Esta uva delicada y difícil, que empezó a destacar en la elaboración de cavas, aporta aromas delicados, acidez y frescura a los vinos tintos, dotándoles de cierta complejidad y un verdor agradable. Los que la elaboran coinciden en que, por sus características, la trepat se asemeja más a una uva europea que a una mediterránea.
Por eso, muchos productores han apostado en los últimos años por recuperar el esplendor de una variedad vigorosa. El número de bodegas que emplean la trepat para hacer vinos tintos ha crecido paulatinamente en los últimos años, desde una sola bodega en 2004 hasta 15 de 2019. Una tendencia favorecida por la capacidad de esta uva para adaptarse a los gustos del público actual, que demanda vinos amables y fáciles de beber, sin renunciar a elaboraciones que persiguen la complejidad y la guarda.
Pero no está sola en la D.O. La trepat convive con otras variedades autóctonas e importadas que empezaron a implantarse a finales de los 80, como la ull de llebre (o tempranillo), la cabernet sauvignon, la merlot o la garnacha tinta. En blancas, la macabeo y la parellada son las variedades más cultivadas, seguidas de la chardonnay, la sauvignon blanc o la moscatel de Alejandría.
4. Espíritu de unión
El furor vitícola y destilador que venía experimentando la comarca en el siglo XIX entró en crisis con la aparición de la filoxera y la perdida de las últimas colonias españolas. Esta catarsis provocó que los payeses tuvieran que buscar una solución que les permitiera hacer viable su forma de vida en el campo, ya que los propietarios y terratenientes trasladaron los estragos de la recesión a los campesinos. La salvación, para todos ellos, fue unirse.
El destacable afán de colaboración que estuvo presente en la Conca en el siglo XIX, dio lugar a las primeras cooperativas que se fundaron en España. Ese mismo carácter, que sus productores y agricultores no han dejado morir, originó en 2007 un proyecto también innovador en el sector: el Viver de Celleristes. Un vivero de empresas bodegueras que permite a emprendedores del sector comenzar a elaborar sin tener que desembolsar las grandes cantidades de capital que exige la puesta en marcha de una bodega.
En el Viver, actualmente, conviven productores que experimentan con distintos tipos de vinificaciones y envejecimiento de la trepat, con proyectos innovadores que se centran en la variedad autóctona de la Conca.
5. Patrimonio histórico
La Conca de Barberà condensa en un solo territorio un valioso patrimonio histórico. Se trata de un paisaje vitícola lleno de contrastes con un interesante carácter innovador, y todo esto ha influido en el viñedo, donde conviven viejas parcelas y nuevas plantaciones. Peri sin duda, lo que llama la atención es el legado histórico aportado por los romanos, los templarios, los monjes benedictinos, y también los agricultores y productores que apostaron por construir sus imponentes bodegas modernistas, llamadas las Catedrales del Vino.
Ahora que empezamos a movernos con libertad, recorrer estos monumentos arquitectónicos rodeados de viñedos, es una opción de enoturismo más que apetecible. Desde el Consejo Regulador de la Conca de Barberà se ha impulsado la Ruta del Trepat, un recorrido por la denominación que incluye paradas en sus bodegas y edificios representativos, así como información sobre eventos señalados en torno al vino.
Vinos imprescindibles para la descubrir la D.O.
Ànima Nua Cor Viu Negre (Cellers Domenys)
El arraigo al territorio, la sostenibilidad, la calidad, la innovación y ese aire de unidad que se respira en la zona, son algunos de los valores que dan forma a la filosofía de Cellers Domenys. Y todo ello puede saborearse en este ull de llebre. P.V.P.: 8 €
Mas de la Pansa Trepat (Mas de la Pansa)
En 2016, Inma Soler comenzó el proyecto de Mas de la Pansa con el objetivo de recuperar la tradición familiar. Con una mirada moderna y un estricto criterio de calidad, elabora vinos con las variedades tradicionales de la zona: trepat y parellada, buscando siempre su expresión más honesta. Este 100% trepat es pura sinceridad. Para paladares actuales. P.V.P.: 32 €
*Inma también elabora un rosado espumoso de trepat (Escumós Mas de la Pansa) de lo más adictivo.
Portell Rosat Trepat (Vinícola de Sarral)
La Vinícola de Sarral y Sección de Crédito SCCL fue fundada en Sarral el 1907. Su bodega principal fue construida en 1914 por el arquitecto modernista Pere Domènech i Roure y está considerada una de las Catedrales del Vino por su relevancia arquitectónica. La Cooperativa de Sarral es la mayor productora de la variedad autóctona trepat y es pionera en el cultivo ancestral de esta uva. Hemos elegido su rosado por ser fiel representante de la tradición vitivinícola de la Conca. Y porque está buenísimo. P.V.P.: 3,5 €
Masia Les Comes Negre (Clos Montblanc)
Clos Montblanc es una bodega familiar con una trayectoria de más de 300 años. El enólogo Josep Vadrí lleva más de 30 años trabajando en estos dominios, y es un experto conocedor de la tierra, de cada viña, cada fruto y cada vino. Este coupage de cabernet sauvignon y merlot da como resultado un vino con carácter pero con una sensibilidad particular. Potencia y finura a la vez. P.V.P.: 18 €
*Su Xipella Blanc (macabeo, parellada y sauvignon blanc) también está de cine.
Pólvora Trepat (Vins de la Memòria)
Vins de la Memòria es el bonito proyecto que el sumiller Xavi Nolla desarrolla en diferentes regiones vinícolas de Cataluña. Recuperando espacios y viñas por los que su abuelo Agustí pasó en los años 1938 y 1939, en homenaje a las personas que sufrieron la Guerra Civil española.
Sus vinos están elaborados con variedades autóctonas, como es el caso de Pólvora Trepat. Inspirado en los constantes bombardeos que sufría la zona dejando las viñas manchadas de hierro y pólvora, este vino tinto ligero envejece durante 3 meses en el tradicional bocoi de madera de castaño de 650 l. P. V. P.: 16,90 €