Elegir el vino no siempre es tarea fácil. Especialmente cuando no sabemos qué irá mejor con el menú que hemos pensado o no tenemos ni idea de lo que les gustará a nuestros invitados. Entrar en una tienda especializada puede convertirse en un motivo de estrés sin unas nociones básicas. Por eso, te apuntamos una serie de tips para acertar con la elección si lo único que tienes claro es que te apetece un vino tinto.
Según la velada
A veces, acertar con el vino más adecuado depende del momento de consumo. No hay ninguna regla establecida, pero conviene tener en cuenta que la elección del vino puede influir en el ambiente, para bien o para mal.
Si se trata de una fiesta elegante o una cena importante, familiar o de trabajo, no arriesgues. Un vino de Burdeos o un Rioja moderno, un pinot noir de Costers del Segre, un merlot joven del Penedés o incluso un vino de Toro, con cuerpo y elegancia como declaración de intenciones, te hará encajar. En cualquier caso, en este tipo de entorno, un tinto vasto de los que manchan los dientes te granjeará una mala impresión. Huye de las promociones.
En un ambiente amistoso y relajado puedes decantarte por un tinto de la toscana que busque la dolce vita o un vino ecológico y con poca madera, de algún pequeño productor con una historia detrás con la que sorprender a tus colegas. Si quieres agradecerles su amistad, declárate con un Montsant o un Ribera del Duero de nueva generación. La mala elección en un ambiente tan familiar será sin duda un topicazo de supermercado, un Borgoña que parezca snob pero que en el fondo sea cutre, o un tinto demasiado afrutado cuando ya no tenéis edad para golosinas.
Si la fiesta es al aire libre, habrá que prestar especial atención al tipo de vino y, sobre todo, a cómo servirlo. Elige un tinto joven con mucha fruta, que pueda aguantar las altas temperaturas exteriores, y mantenlo en la nevera durante un par de horas antes de abrirlo. Recuerda que cuanto más caliente esté un vino, más aromático será, pero también más alcohólico, pesado y empalagoso. No pasa nada por servir el vino en verano un par de grados por debajo de lo normal (17-18º). Si este es intenso y especiado, una bajada sutil de temperatura suavizará sus taninos y resalzará su redondez.
¿Y si es para tomar con uno mismo? Pues entonces puedes comprar lo que más rabia te dé, literalmente. Ese tinto que te ha llamado la atención por la etiqueta, ese vino que te recomendaron o incluso el que guardarías para una ocasión especial. Cualquier momento es bueno para darse un homenaje y, más aún, tal y como está el mundo. Aprovecha la ocasión para abrir tu paladar a nuevas referencias, estilos y denominaciones, y recuerda que si no acabarte la botella te hace sentir solo (cosas más raras ocurren) existe un truco de magia llamado Coravin.
Según para cuándo
Una de las propiedades más atractivas del vino es su capacidad para envejecer y mejorar con los años, pero esto no es extrapolable a todos los vinos. Así que, si buscas un vino tinto para guardar, lo primero que debes tener en cuenta la crianza. Es decir, los meses de barrica, pues esto es lo que hará que pueda soportar el paso del tiempo hasta cuatro o cinco años. A partir de ahí empezará su declive. Luego sí, ya puedes ir tirando ese vino que lleva dos décadas en la alacena de la cocina conservado en condiciones precarias. La temperatura, la humedad, la luz e incluso el ruido, son factores fundamentales a tener en cuanta para garantizar que un vino no se estropee con los años.
No obstante, como apunte, los vinos más adecuados para guardar son los grandes burdeos y borgoñas, seguidos de algunos italianos como los barolos y los barbarescos, aunque también determinados tintos californianos. Entre los españoles, los tintos riojanos, sin duda, incluso algunos castellanos.
Según la comida
Aunque el asunto del maridaje perfecto esté sobrevalorado, por muy escéptico que seas es cierto que hallamos placer en armonizar platos y vinos. Además, de alguna manera, tener en cuenta los ingredientes del menú te puede ayudar a elegir mejor el acompañamiento líquido.
Entre las combinaciones que mejor funcionan hay algunas muy básicas: estofados y guisos con tintos del Ródano o riojas con crianza; platos a base de huevo, como tortillas o quichés, con vinos jóvenes, ligeros y suaves; platos de caza con borgoñas; risottos y pasta con tintos elaborados con variedades italianas; filetes y chuletas con vinos ibéricos como los de Douro o la Ribera del Duero; o carne de pollo con vinos de cuerpos ligeros.
Para los quesos, los añejos de corteza dura o estilo cheddar, combinan especialmente bien los tintos con largas crianzas, y si estás pensado en pescado, atrévete a conjuntar un salmón o un atún y un pinot noir del Nuevo Mundo.
Los matices del vino son ricos y complejos, tienen las mismas afinidades e incompatibilidades que las relaciones entre las personas, así que no tengas miedo a meter la pata. En materia de armonías el componente subjetivo es inevitable, por lo que no hay equivocación posible. Tan solo ten en cuenta esos ingredientes asesinos del vino, como son las alcachofas, el ajo, el pimentón, el apio, los berros, las vinagretas y los escabeches, o los picantes y las especias.
Según la etiqueta
Cuando no tenemos tiempo para pensar tanto (y no hay nadie en la tienda a quién preguntar) dejarnos llevar por la intuición puede ser una opción. La etiqueta influye en gran medida a la hora de comprar un vino u otro, de ahí toda la industria de la mercadotecnia, así que si vas a dejarte guiar por la botella, lo primero que tendrás que hacer para acertar es darle la vuelta.
Busca en contraetiqueta las variedades, la región o el tipo de elaboración. En definitiva, todo aquello que te aporte información sobre el vino que tienes en las manos. Damos por sentado que no te vas a dejar llevar por las marcas y que, a estas alturas, si has estado leyendo todos los artículos publicados en Cocinillas, ya debería saber cuáles son tus uvas favoritas o tus denominaciones fetiche. Pero si no es así, lejos de desearte algo malo, te vamos a dar otro consejo gratis: fíjate en el contenido alcohólico. Un vino con 15 %Vol siempre será más potente que uno con 13. Esto te debería ayudar a elegir.
En los vinos tintos, la crianza también puede hacerte salir de dudas. Si has conseguido delimitar lo que te gusta a partir de tus experiencias de cata, atendiendo a este factor tendrás más posibilidades de acertar con la comprar del vino. Por si acaso te lo recordamos. Si has llegado a la conclusión de que lo tuyo son los vinos frutales y florales, muy aromáticos y vivos, eres un adepto de los vinos criados en depósito, con maceración carbónica o con un paso muy corto por madera. Si por el contrario, te gusta que la fruta se mezcle con olores a resina, vainilla, pan tostado o caramelo, y sentir en boca la suavidad del terciopelo, lo tuyo es la barrica, así que busca tintos con crianzas más prolongadas.
Por último, ten en cuenta la añada. Aunque es muy difícil recordar con exactitud qué año fue mejor en según qué región, existe la llamada “regla del cinco”, que asegura que todas las cosechas desde 1985 divididas entre cinco (o lo que es lo mismo, las que acaban en cinco o en cero) ha sido bastante buenas. Y si no, las quejas a Jancis Robinson, gracias.