Villarrobledo es uno de los pueblos vinícolas más grandes del mundo, ya que dispone en su término municipal de unas 30.000 hectáreas de viñedo. Por ejemplo, toda la Ribera de Duero junta asciende a unas 25.000. La cifra coincide con el número de habitantes de esa localidad, unos 25.000, que está ubicado en la provincia de Albacete.
Forma parte del conjunto de Castilla-La Mancha, que en sí misma representa la mitad del viñedo español con unas 500.000 hectáreas de uvas plantadas en total. Poca gente sabe que la variedad de uva más cultivada y producida en España es la blanca airén, que se da en esas tierras, por encima de la tinta tempranillo, que sería la segunda. Se le llama “el viñedo del mundo”, porque es la mayor extensión de vides juntas que hay en el planeta, convirtiendo a nuestro país es el primero en cuanto a hectáreas plantadas.
Una parte importante de la producción de Castilla-La Mancha es para vinos a granel con producciones que superan a toda las de todas las denominaciones de origen españolas juntas. Pero lo que se desconoce en general es que allí se hacen muy buenos vinos, y, además, de precios muy razonables. Hay como una especie de estigma con la denominación de origen La Mancha, y muchas bodegas prefieren salir como vinos de la Tierra de Castilla que cómo pertenecientes a la denominación. Ellos sabrán, pero a mí la D. O. La Mancha me da mucha fiabilidad por la calidad de sus vinos.
Heredad de Atencia
Volviendo a Villarrobledo allí hay una serie de bodegas muy conocidas, empezando por Ayuso con sus vinos Estola, o Torres Filoso; y la misma cooperativa muy combativa en la exportación, que incluso venden en Estados Unidos vinos en lata, algo que se ha puesto de moda entre los jóvenes de aquel país y que la bodega está explotando bien. Pero ahora vamos a hablar de dos bodegas muy pequeñitas con muy poca producción pero que han saltado al mercado con resolución y sin complejos.
Se trata en primer lugar de Heredad de Atencia. Su propietario Fernando Núñez-Arenas, apoyado por su hermano Alfonso y la ayuda de sus padres, presumen con razón de ser viticultores de muchísimas generaciones, incluso vinculan sus tierras y propiedades en la época de Carlos I.
Su negocio, básicamente, es que son productores de uvas, que venden a terceros. Tiene de todo, variedades autóctonas donde podemos encontrar la tempranillo, que en La Mancha llaman cencibel, la mediterránea syrah y muchas variedades foráneas como la cabernet sauvignon, cabernet franc, petit verdot, pinot noir, merlot, carmenere, la portuguesa touriga nacional…. Y de todas ellas seleccionan las mejores, tan sólo entre el 2 o el 3 % de toda la producción, para hacer sus vinos propios. En concreto elaboran unas 20.000 botella al año, en una moderna bodega recién construida.
Tienen dos marcas, la primera es Atencia, en estos momentos 2013. Elaborada con una mayoría de cabernet sauvignon y syrah, acompañadas de tempranillo y otras cuatro variedades foráneas más. Tiene una crianza de 18 meses en barrica. Aparece muy intenso, expresivo, con una madurez frutal muy lograda y alejada de esos tonos de pimientos verdes que da la cabernet sauvignon cuando no está suficientemente madura. En boca es sabroso, golosón, pero equilibrado con la acidez. Rico (18 euros).
El otro vino es Atencia N-A 2013. Tiene un 65 % de cabernet franc y el resto repartido a medias entre petit verdot y carmenere. Con 30 meses de crianza en barrica. Es intenso y potente, tanto en nariz como en boca, redondo y largo (35 euros).
Bodega Antonio Serrano
Es un proyecto personal de este joven enólogo, utilizando también los viñedos familiares que mantienen por generaciones. Le apoyan sus dos hermanos, Guada y Javi, y su línea es recuperar la vieja tradición de utilizar las tinajas de barro, con las que afina sus elaboraciones. Es curioso, porque no es el único, en su tierra y en otras partes, sobre todo en Cataluña y Valencia, donde están haciéndose con tinajas para elaborar vinos con una personalidad diferente y muy interesante.
Tiene varios vinos con las uvas tradicionales de la zona. En primer lugar, un blanco de la variedad airén, joven, del 2021, con tres meses de paso por tinaja, que aparece intenso, frutal, recuerdos de plátano; y una boca también potente, fresca. Aquí se parece mucho al Cencibel, tinto 2021, con el mismo afinado en tinaja y que aparece fresco, directo, alegre, tanto en nariz como en boca. De trago largo, muy rico. El precio de ambos es el mismo, 6,65 euros.
Tienen un Cencibel Roble y un muy interesante Cencibel Etiqueta Negra, que lleva un poco de garnacha tintorera, monastrell y dos años en barrica. Un vino serio donde se refleja una buena intensidad en nariz, y en que aparecen aromas de la crianza en madera. En boca tiene madurez y frescura a la vez (14,50 euros).
Ambas pequeñas bodegas con hombres jóvenes al frente que forman parte de esa nueva generación de vinos interesantes, ricos, que reivindican su tierra. Muy muy orgullosos de ser de Villarrobledo.