El trío de ases de la bodega en el Somontano que vive una segunda época de esplendor
Viñas del Vero y sus tres magníficos (vinos) son la consolidación de González Byass en la denominación de origen Somontano.
15 marzo, 2024 06:00Blecua, Secastilla y el blanco Clarión son el trío de ases de la bodega Viñas del Vero. Unos vinos que reafirman su consolidación y se encuentran entre los más prestigiosos de Aragón y de todo el país.
En 1986, cuando se funda Viñas del Vero, la denominación de origen Somontano es muy pequeñita y poca cosa. Situada en el pre Pirineo de Huesca, con Barbastro como capital, cuenta entonces con una bodega histórica, Lalanne, fundada a finales del siglo XIX, por un bodeguero francés de ese apellido que huía de la plaga de la filoxera en Burdeos, y se instaló allí. También, una cooperativa llamada entonces Somontano del Sobrarbe, y unas pequeñas bodeguitas más. Las uvas con las que trabajaban, muy locales, eran la “parraleta” y la “moristel”, con un perfil modesto.
Viñas del Vero se gesta en un despacho, concretamente del Gobierno de Aragón, donde han tomado la decisión de impulsar los vinos aragoneses. Ya existían tres denominaciones de origen en la comunidad, que son Calatayud, Cariñena y Campo de Borja; y se pensó en dar un empujón serio a la pequeña Somontano. El gobierno buscó financiación, básicamente de bancos y cajas aragonesas, y fundan una bodega de alta capacidad.
En primer lugar, se lanzan a comprar viñedos y tierras para plantar otros. En la actualidad cuentan con 500 hectáreas, pero lo que plantan son fundamentalmente variedades foráneas, como cabernet sauvignon, merlot, syrah, pinot noir, en tintos; y chardonnay, y por primera vez en España, la alemana “gewürztraminer”, en blancos. Como el río Vero pasan por estas tierras, llamaron a la bodega Viñas del Vero, pusieron al frente al enólogo y gestor Pedro Aibar, y a funcionar. Una gran bodega con una capacidad de producción de varios millones de litros.
Fue todo un éxito, que se acentuó porque el gobierno aragonés también invirtió en la cooperativa, que pasó a sociedad anónima con el nombre de Bodegas Pirineos; y sobre todo por la llegada de la iniciativa privada, de mano de la familia Nozaleda, que puso en marcha Enate, con una potencia y capacidad parecida a Viñas del Vero. Con estas tres bodegas como rompehielos surgieron más firmas, pequeñas, pero sólidas, y la denominación de origen Somontano triunfó claramente en el panorama vinícola español.
Viñas del Vero iba cómo un tiro, y junto a la casa madre, hicieron una bodeguita especial para elaborar su vino de más alta gama, al que llamaron Blecua. Por su parte en blancos también hicieron otro especial de alto nivel con variedades que no quieren decir cuales son, y que siguen sin decir ahora, pero que está realmente bueno, y que además impulsó mucho su imagen porque fue un blanco que se bebió en la boda del actual rey de España. Y por último se hicieron con una parcela especial en altura llamada Secastilla, plantada con la variedad garnacha, de cepas muy viejas, e hicieron otro vino muy original con ellas.
En el 2008, el Gobierno de Aragón, cambió de idea y pensando que la zona ya estaba suficientemente encarrilada vendió Viñas del Vero al grupo González Byass, y de paso Bodegas Pirineos, a la también gaditana Barbadillo. González Byass mantuvo la línea, en manos del enólogo de toda la vida, José Ferrer, y sus tres vinos punta lo siguen siendo, incluso con energía más renovada, porque pasadas las crisis, incluida la del ladrillo, que se llevó por delante dos grandes bodegas nuevas que se habían fundado en aquellos tiempos, el Somontano, vuelve a estar de moda.
Empecemos por el blanco, Clarión 2020. Diversas variedades, que no comentan, fermentan por separado, se prepara un “coupage” con ellas, el vino se embotella y permanecerá casi un año reposando antes de salir al mercado. Está muy bueno, con una gran complejidad en nariz donde aparecen tonos frutales, como de melocotón, florales, especiados; y en la boca es muy fino, pero con garra, muy largo, sedoso y fresco, con muy buena acidez. P. V. P. 19 euros.
Secastilla 2018, es un vino muy especial, garnachas viejas en altura. Permanece 10 meses criándose en barrica y luego reposo en botella. Garnacha potente, de mucha capa de color, en la línea de las garnachas aragonesas. Una nariz expresiva, con gran intensidad donde aparecen los frutos rojos maduros, las guindas en aguardiente. En boca con estructura, equilibrio y potencia. P. V. P. 34 euros.
Cerramos con la estrella de la casa, el Blecua 2017. En su propia bodega seleccionan barricas de cabernet sauvignon, syrah, garnacha y merlot, y las van catando. En función de los resultados eligen la mezcla final, que en este año ha sido de sólo cabernet con merlot. Entre unas crianzas y otras permanece 20 meses en barrica. Es un vino fino, elegante, con muchos matices aromáticos y una boca potente, seria, muy sabrosa. Es un vino de guarda que ganará con los años. P. V. P. 86 euros.
Son vinos que se reivindican solos, y de paso a toda la zona del Somontano.