La Kombucha es, básicamente, una infusión de té dulce fermentado con un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras conocido como SCOBY, que le aporta una textura gaseosa similar a la de la sidra. Actualmente es el probiótico de moda, al que se ha calificado de milagroso por sus extensos beneficios para la salud, pero ya en la China de la dinastía Tsin era conocida como "el elixir de la vida", aunque después ha recibido otros nombres, entre ellos Kvass de Té, Hongo de Manchuria, y hongo de la inmortalidad.
Su nombre actual deriva de una antigua leyenda según la cual un médico japonés del siglo V llamado Kombu curó los problemas estomacales del emperador nipón Inyoko gracias al té que los samuráis obtenían a partir de un hongo y bebían antes de entrar en combate. Ya os dimos unos remedos caseros en cómo disminuir los síntomas de la gastroenteritis, ahora vamos a intentar evitarla.
Propiedades beneficiosas de la Kombucha
Aunque ningún alimento es, por sí solo, miraculoso y la Kombucha no es el producto más beneficioso ni siquiera entre los probióticos (ese honor le corresponde al sencillísimo y poco apreciado chucrut), es cierto que, tomada con moderación, aporta muchos beneficios a nuestra salud, entre los cuáles los más destacados son los siguientes:
- Acelera el metabolismo, gracias a la acción de su vitamina B y sus enzimas digestivas, que ayudan a digerir más carbohidratos y a convertirlos en energía.
- Su vitamina B ayuda a aliviar los síntomas del síndrome premenstrual
- Cómo probiótico que es, ayuda a la función hepática y por tanto tiene un efecto detox.
- Los productos fermentados de manera natural tienen efectos beneficiosos sobre el sistema inmunológico.
- La kombucha es rica en antioxidantes, que ayudan a retrasar el envejecimiento celular.
- Aporta glucosamina, la cual ayuda a mantener las articulaciones saludables mediante la producción de ácido hialurónico. Y, además, apenas tiene calorías, por lo que es una gran alternativa ante los refrescos con gas y otras bebidas azucaradas.
Cómo hacer Kombucha casera
Para hacer Kombucha en casa hay que seguir la siguiente receta muy sencilla:
Ingredientes
- Té de cualquier variedad, aunque la mezcla debe contener al menos un 25% de té negro para que la fermentación sea correcta. El té negro tiene un alto contenido en nitrógeno y un PH más consistente, y además aporta un regusto similar a la manzana que fortalece la similitud con la sidra. Otras opciones más suaves son el té verde, el té oolong y el té rojo, de sabor más suave, aunque en el último caso requerirá siempre la adición de unté más fuerte.
- Azúcar blanco. Se puede utilizar también azúcar blanco ecológico o azúcar moreno, aunque el resultado no será tan bueno. Otros edulcorantes, y en especial la miel, no están recomendados para esta bebida porque al no estar tan procesados aportan sus propias bacterias a la mezcla y pueden dar como resultado una bebida no comestible.
- SCOBY, que se puede conseguir en herbolarios u online. Una vez lo tengáis, podéis usarlo varias veces, tantas como logréis mantenerlo con vida. Para ello hay que mantenerlo humedecido en algún lugar oscuro, o sumergido en la bebida, dónde puede sobrevivir varios meses. Si lo mantenéis sumergido el líquido resultante no puede beberse, pero quita las manchas maravillosamente, ya que es muy ácido. El kombucha nunca debe estar en contacto con elementos metálicos, y su tamaño no es lo importante, lo crucial es que sea de buena calidad. A medida que se vaya usando vais a ver que oscurece un poco, pero que también le salen "hijos" de color más claro. Cuando el Kombucha original se oscurezca mucho, lo mejor es desecharlo y empezar a usar uno de esos "hijos" blancos.
- Agua. Cuánto más pura sea mejor será la calidad de la bebida que se obtenga con ella.
Pasos a seguir
- Preparar una infusión de té en una proporción de 2 o 3 cucharadas soperas de té por cada litro de agua.
- Dejar reposar durante 20 minutos.
- Añadir unos 80 gramos de azúcar blanco por litro y remover hasta que esté completamente disuelto.
- Dejar enfriar por completo y meter el líquido en un recipiente de cristal.
- Añadir el fermento
- En caso de que se trate de la primera fermentación que hacemos, añadir una cucharadita de vinagre. Si ya hemos fermentado Kombucha anteriormente, añadir un chorrito de bebida fermentada.
- Tapar con un paño de algodón y sujetarlo al cuello del envase con una goma elástica para evitar la entrada de polvo.
- Dejar reposar lejos del sol durante una semana como mínimo.
- Separar el fermento del líquido con una cuchara de madera o plástico (no usar cuchara de metal) y reservarlo, ya que se puede reutilizar.
- Colar el líquido, separar medio vaso y reservar. Colocar el resto en botellas cerradas en la nevera, sin abrirlas en 5 días.
Y ya está, ya tendremos lista la Kombucha, una bebida ácida y ligeramente carbonatada que puede resultaros de gran ayuda en las digestiones pesadas.
Si no la habéis tomado nunca, se recomienda empezar poco a poco, un vasito pequeño antes de comer, ya que más podría resultar pesado. Asimismo, recordad que contiene una pequeña cantidad de alcohol y que, por tanto, debéis tener cuidado si la tomáis antes de conducir. La precaución es lo primero.