Muchas personas son intolerantes a la lactosa, enfermando cuando toman leche o algún derivado lácteo, sin ser conscientes de ello hasta que no descubren que, en realidad son intolerantes a la lactosa.
Existen pruebas de farmacia para averiguar si tenemos intolerancia a la lactosa. No obstante, según los expertos en alergias alimentarias, no son fiables, y lo más aconsejable es acudir a nuestro médico de cabecera para que nos practique las pruebas necesarias.
Ya vimos en cómo saber si eres celíaco si padecemos de la enfermedad celíaca (o celiaquismo), ahora veremos si somos intolerantes a la lactosa.
Qué es la lactosa de la leche
La lactosa es un azúcar o disacárido presente en todas las leches de los mamíferos: humana, vaca, cabra y oveja, aunque también puede encontrarse en una gran variedad de alimentos precocinados. Está compuesto de glucosa y galactosa, y muchas personas son intolerantes a este compuesto natural.
Cuando se trata de una persona intolerante a la lactosa de forma permanente, esta no puede absorber y digerir esta sustancia, ya no puede producir una enzima conocida como lactasa, que produce nuestro intestino. Es posible que, siendo una intolerancia permanente, las personas intolerantes nunca hayan podido digerir lactosa, o bien que se trate de una cuestión transitoria y que esta capacidad pueda volver a recuperarla.
Síntomas de la intolerancia a la lactosa
Si somos intolerantes a la lactosa, cuando tomemos leche nos sentará mal, provocándonos desarreglos intestinales, gases o vómitos. Estos son claros síntomas de intolerancia a la lactosa. Si después de mucho tiempo sin tomarla, volvemos a hacerlo y no nos sienta mal, la intolerancia habrá sido transitoria.
Hay que tener en cuenta que la intolerancia a la lactosa puede variar en algunas personas a lo largo de su vida, y que la pueden desarrollar en algún momento, y volver a poder consumir leche sin ningún problema al cabo de un tiempo, cuando el intestino puede volver a generar por sí mismo la enzima de la lactosa.
En cualquier caso, los principales síntomas de intolerancia a la lactosa son los siguientes:
- Tras consumir leche, nuestras digestiones se hacen pesadas.
- Podemos sufrir cólicos intestinales o retortijones.
- Los gases y flatulencia son muy comunes, con ventosidades que no se pueden controlar.
- Posiblemente sufriremos diarrea por la mala absorción intestinal de la lactosa.
- En algunos casos se producen náuseas y vómitos.
Si todo esto ocurre, tenemos una clara intolerancia a los alimentos con lactosa, que serían los derivados de los lácteos, los alimentos con leche (el chocolate) así como algunos alimentos preparados, que también contienen lactosa.
La mejor manera de confirmar si padecemos intolerancia a la lactosa es acudir a nuestro médico para que nos realice una de las pruebas que se pueden realizar para determinar si tenemos intolerancia a la lactosa.
En qué consiste la prueba de la lactosa
Para determinar si tenemos intolerancia a la lactosa, la prueba más sencilla y una de las más comunes que se suelen realizar es la del test de hidrógeno en el aliento. En condiciones normales, y si no tuviéramos esta intolerancia, el ser humano exhala muy poco hidrógeno en el aliento. Pero si, por el contrario, somos intolerantes a la lactosa, ésta va a la flora intestinal, donde ciertas bacterias características de la flora intestinal la descomponen, y producen hidrógeno en forma gaseosa, que sube por el tracto digestivo y que sale por el aliento. Es una prueba sencilla, y bastante determinante.
En este test de hidrógeno, lo que se analiza es la cantidad de nitrógeno que estamos exhalando. En primer lugar, se nos dará una solución oral a base de lactosa, por lo que, si pasado un tiempo aumenta la cantidad de hidrógeno que exhalamos por el aliento, respecto a las mínimas cantidades que solemos exhalar, seremos sin duda intolerantes a la lactosa. Normalmente, la prueba se realiza soplando por una boquilla que captará el aliento y lo llevará a un sensor de análisis, para determinar la cantidad de hidrógeno en el organismo.
Esta prueba es la más común, pero hay otras pruebas para determinar si somos intolerantes a la lactosa. A través de un estudio de las heces o de la sangre, también se puede comprobar la intolerancia a la lactosa. Este tipo de pruebas se suele realizar en casos difíciles de intolerancia grave, y también en el caso de los bebés.
Cuando se estudian las heces, lo que se hace es detectar la presencia de lactosa en las mismas, y también su acidez respecto a cómo es su pH. Esto se debe a que la fermentación bacteriana de la lactosa baja el pH, y las heces son más ácidas.
Respecto a los análisis de sangre, lo que se estudia es la cantidad de glucosa en sangre en condiciones normales, y tras la ingesta de lactosa. Si no hay variación, es posible que seamos intolerantes, puesto que lo normal sería que las células descompusieran la lactosa, por lo que la cantidad en sangre debería subir, y no permanecer sin variación alguna.