No se puede hacer 'memoria rosa' en este país y no hablar de Javier Alonso Osborne. Su carrera profesional como periodista ha estado principalmente ligada a las revistas Diez Minutos y ¡Hola!. Ahora ya jubilado, plasma en un libro los recuerdos del backstage de muchas de las grandes entrevistas que ha podido hacer a los personajes del papel couché más relevantes de este país. Todo empezó por mero entretenimiento, un día viendo fotos que tenía guardadas en cajas.
Asegura el autor al comienzo, que sólo ha confiado en su memoria, pero es falsa modestia, porque muchas de sus anécdotas son mucho mejores que algunas biografías. EL ESPAÑOL destaca diez anécdotas de entre todos los amenos recuerdos que se recogen en Anécdotas del corazón (Ed. Stella Maris).
La colaboración de Camilo José Cela
Del Nobel dice que era espontáneo y auténtico. Coincidieron en un acto y le propuso que escribiera un artículo semanal en Diez Minutos. No le contestó al momento pero le miró fijamente y le dijo que se lo pensaría. Pasó un tiempo en el que Javier no le volvió a insistir, y un buen día recibió un telegrama de Cela invitándole a él y a su mujer a almorzar en su casa de la Bonanova (Mallorca).
Cela aceptó la colaboración semanal, que el mismo titulo El huevo del juicio. Durante dos años cada primero de mes, ambos quedaban en el mítico restaurante Mayte para recoger el cheque por las colaboraciones. Durante una hora hablaban de lo humano y lo divino. “En esta vida hay un número de cigarros para fumarse, de güisquis para beberse y de polvos ….”, era uno de los lemas del Nobel.
El fichaje de Forges
Puede presumir de haber descubierto al genial Forges. Un amigo le habló de la chispa especial de un joven que trabajaba en TVE manejando las cámaras y lo contrató para la página de chistes de Diez Minutos. Uno de los jefes le llamó la primera vez que aparecieron en la revista y le cuestionó por qué le había contratado sino sabía dibujar. El genial Forges con los años se convertiría en uno de los mejores humoristas gráficos de este país.
Descubridor de Bertín Osborne
Le conoció por accidente un verano en El Puerto de Santa María (Cádiz) cuando le empujaron a ir a su concierto. Al día siguiente le hizo la primera entrevista que tituló Bertín, un conde que canta. Cuando le preguntaban a Javier si eran parientes, para presumir de que él era más joven, solía decir que era primo suyo, cuando en realidad era sobrino. Tiene fama de ser el hombre que más secretos guarda de este país. Les une una amistad infranqueable con el paso del tiempo. Le agradece haber podido sentir , vivir de cerca, lo que es la fama, la popularidad y el cariño de la gente.
Rocío Jurado, una sentimental
La artista era pasión y sentimientos desbordados. Cuando fue a su casa de la Moraleja para leerle la entrevista con la que dar la noticia de la ruptura con Pedro Carrasco se puso a llorar como una magdalena, no comprendía como se le había roto el amor. Años más tarde le confesó que hasta bien entrada la madrugada estuvo a punto de llamarle para que retirara la exclusiva de la ruptura. No porque no lo tuviera decidido sino porque le daba muchísima pena.
“Era una persona que sabía escuchar y que dabas por seguro que iba a hacer todo lo posible por hacerte las cosas fáciles; ahora, eso sí, como la enfadaras, aquello podía ser terrible, porque Rocío era incapaz de fingir. Era espontánea, primitiva y salvaje, y la discusión podía terminar con una certera patada en la espinilla si tenía la confianza suficiente con el contrincante”.
Don Juan Carlos, el monarca deportista
Javier confiesa que le sorprendió varias veces a lo largo de los 39 años de reinado. Tras un accidente esquiando en 1983 le preguntó: "¿Cómo usted, tan aficionado a la vela y al mar, se va a esquiar?". Al oírle se quedó mirando perplejo y le contestó: “Pero ¿cómo me dices eso, si esquiar es lo más parecido que hay a navegar? En la montaña tienes la misma sensación de soledad que en el mar, hay el mismo silencio, se oye y se siente igual el sonido del viento y hay que inclinarse a un lado y a otro como cuando navegas a vela”.
Carmina Ordóñez, una mujer con clase
La Ordóñez era una persona entrañable, capaz de hacer cualquier cosa por los demás, atenta y cariñosa. Javier la conocía y habían hablado en varias ocasiones pero Carmen acudió al tanatorio de la clínica Puerta de Hierro, para darle el pésame tras la muerte de la madre de Javier en 1987. Aquel gesto le siguió emocionando días después.
Querella de Mónaco
No se salva de una querella, la de Carolina de Mónaco, por la publicación de un reportaje de la princesa en bañador en una playa con uno de los tenistas del momento:Guillermo Vilas. Mónaco enterró la querella cuando saltó la noticia de que se iba a casar con Casiraghi.
Las leyendas de Sara Montiel
La frase memorable de Sara Montiel a su salida de los juzgados de Majadahonda tras casarse con su fan cubano de 36 años. “¿Qué invento es esto?”, lo repitió durante horas para salvar la exclusiva que salió en ¡Hola!. Montiel siempre fue fuente inagotable de anécdotas, rumores y leyendas: desde que fue Hemingway quien le enseñó a fumar puros, hasta quienes dicen que en la última foto que le hicieron en vida a James Dean aparecía ella a su lado.
Carmen Romero le abrió Moncloa
A principios de diciembre de 1982 tras la victoria socialista, Carmen Romero, le recibió en Moncloa en una de las pocas entrevistas que concedería a lo largo de toda la carrera política de su marido, Felipe González. A Javier no le dio tiempo a comprar un detalle y cogió del armario de su hija un Papá Noel para regalárselo a la pequeña María. Discreta y prudente, le recibió con una sonrisa, aunque se notaba que lo que menos le apetecía era hacer aquella entrevista. Cuando salió publicado el reportaje, la hija de Javier le dijo:"Mira papá, la hija de la presidenta nueva tiene un Papá Noel como el que a mí me ha desparecido".
Preysler, su musa
Isabel Preysler es para el autor una mujer única. Da igual que se hubiera divorciado, que se hubiera casado de nuevo, o que hubiera alguna circunstancia familiar desgraciada. Isabel siempre es la misma: correcta, pausada, sin pronunciar una palabra más alta que otra. Perfeccionista, le llamaba varias veces para corregir un texto que ya le había consultado, o corregir una coma. Siempre esta pendiente hasta del último detalle. Ahora casualidades de la vida, su personaje más admirado del mundo del corazón, sale con uno de sus escritores preferidos de los años sesenta.