La escultural y operada Gabriela podría ser la protagonista del próximo remake de Baywatch, pero se trata de la expareja del achaparrado presidente bolivariano Evo Morales, con el que tuvo un hijo cuando ella tan sólo tenía 19 años.
La joven confesó en 2007 al presidente que el hijo que tenían en común había fallecido. Pero, lo cierto, es que el menor de nueve años está vivo y habita en otra residencia diferente a la de su madre, quizá a resguardo de las fuerzas de seguridad.
Este mismo martes la policía irrumpía en la residencia de la bella Zapata en busca de documentos que involucren a la ya expareja del presidente en una trama que la reportaba cuantiosos beneficios económicos.
La casa de Gabriela perteneció en el pasado a Guillermo Fortún, exministro de Gobierno del general Hugo Banzer, que murió en la cárcel debido a las acusaciones del régimen actual. En el momento del registro, sólo se encontraban su hija pequeña y una trabajadora del hogar.
Gabriela fue detenida el pasado 29 de febrero y tras más de dos horas de audiencia judicial fue encarcelada en Obrajes, una prisión sólo para mujeres, acusada de tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito.
La detenida fue hasta hace una semana gerente comercial en Bolivia de la empresa china CAMC Engineering (Camce), que en los últimos años firmó contratos con el Ejecutivo boliviano por un total de 566 millones de dólares, la mayoría por invitación directa tras haberse descartado otros ofrecimientos.
"Se la veía viajando de un lado a otro, mejoró en su aspecto físico, suponemos por alguna cirugía plástica. Hay fotografías de viajes a Dubai, a Miami con su madre. Entonces hay que investigar de dónde venía ese dinero", explica Piérola, diputada de la oposición.
El ministro de Defensa, Reymi Ferreira, denunció que Gabriela Zapata utilizó el certificado de nacimiento del hijo que concibió con el presidente para acceder a negocios en carteras del Estado.
Compinchada con dos funcionarios de nivel medio del Ministerio de Presidencia, desde donde la escultural Zapata proponía negocios, y presionaba a las compañías estatales para fraguar alianzas con empresarios privados. Gabriela habría actuado en las reparticiones de un ministerio que tiene su sede en el Palacio de Gobierno, donde trabaja Morales.
Evo Morales ha solicitado ver al hijo que tuvo con su exnovia pero, el pueblo bolivariano no se cree la actuación del presidente y apuntan a tres probables teorías. Cualquiera de ellas no le dejan bien parado.
Es muy probable que el presidente se desligara de su hijo (dándolo por muerto) para no verse salpicado por su novia, que trabajaba en un lobby de empresas chinas, antes del referéndum que acabó perdiendo.
Si no mintió, ¿cómo el presidente de un país puede no estar al tanto de lo que le sucede a su hijo? Ahora Morales ha concretado su deseo de hacerse cargo del niño que no falleció.
El Gobierno lleva investigando más de un mes a Zapata sin supuestamente descubrir la existencia de su hijo. Prefirió esperar a que la familia de Gabriela Zapata admitiera la existencia del mismo con lo que Evo Morales quedó de víctima y en lo que se ratificó varias veces. Aún así la mayoría de bolivianos votó en contra de su aspiración a un cuarto mandato para los comicios de 2019.
La familia de Gabriela ha contraatacado probando que el niño está con vida "mostrándolo a los medios internacionales" y demostrando que no se van a someter a las "presiones" de Morales.
Rápidamente el Gobierno ha salido al paso declarando que no puede mostrar a un menor ante las cámaras, tal y como dictan las leyes bolivarianas. Además, la ministra de Justicia, Virginia Velasco, amenazó con un proceso a Zapata si muestra al niño de nueve años.
El Parlamento investiga a Zapata, pero el oficialismo mayoritario, se opone a que el asunto involucre a la cúpula gubernamental. Evo Morales está a la espera de la resolución que adopte un Juez del Menor, que debe exigir a Gabriela Zapata que revele la condición real del hijo que tuvieron, y señale si realmente está vivo.
Mientras Morales sufre una ola de críticas por un caso con tintes políticos, económicos, morales y amorosos. El culebrón (bolivariano) no ha hecho más que empezar.